Están fabricadas con madera de abeto holandés, un material que ofrece muchas posibilidades creativas. Las patas están hechas de acero inoxidable pulido. El concepto fue realizado en colaboración con el artista Bauke Fokkema.
Espíritu infantil
“Vamos mucho más allá: tratamos de sacar el máximo provecho de los materiales, pensando más allá de los principios funcionales. También trabajamos a partir de una visión escultórica. Queremos lograr nuevas perspectivas, si bien la transformación y la combinación de materiales se dan de una forma muy natural”, explica Wubben.
“Creo que lo más importante es la perspectiva a partir de la cual trabajamos: queremos disminuir al máximo los prejuicios y dar una nueva cara a los materiales que utilizamos”, agrega.
Esta visión poética, cuasi surrealista, se enfoca asimismo a la combinación de materiales de diversos orígenes, dando por resultado productos de una inusitada sensualidad, dirigida a un placer total y a la definición del mobiliario como parte de un espacio idílico.
“Hay un espíritu casi infantil en nuestro mobiliario. Se remite a esos objetos y troncos del jardín con los que casi todos hemos jugado de niños, construyendo castillos y reinos imaginarios donde la naturaleza y los objetos abandonados dieron forma a nuestras fantasías.
“Me entusiasma que mucha de esa ensoñación perviva en nuestras piezas, siendo la base de propuestas más complejas, pero que no terminan de reconocer a cada instante el maravilloso tesoro que la naturaleza nos ofrece, con una belleza de la cual podemos partir para crear nuevos escenarios de vida”, puntualiza Wubben.