A la luz de las candidaturas y de los resultados electorales, puede colegirse que el principal perdedor de la jornada de ayer fue el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y su política aliancista con Acción Nacional (PAN).

 

El intento de revivir la experiencia de 2010, cuando Jesús Ortega y César Nava instituyeron el frente para derrotar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y les redituó los gobiernos de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, chocó contra los intereses de los principales cuadros perredistas.

 

Esa sociedad política fue altamente cuestionada en muchos frentes. Afectó inclusive al gobierno panista de Felipe Calderón, porque el entonces secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, se vio traicionado y renunció a su militancia al PAN.

 

El caso llegó a la tribuna del Palacio Legislativo, luego que el joven dirigente Nava, ex secretario particular del presidente de la República, había negado la existencia de acuerdos firmados con el perredismo y su mentira fue exhibida ante la nación entera.

 

La experiencia quiso repetirse en el Estado de México, pero la intervención de Andrés Manuel López Obrador y las tribus de René Bejarano impidieron la unión PAN-PRD y pidieron marcar distancia de la derecha.

 

Mala decisión

 

Este mandato militante fue borrado en las contiendas culminadas ayer en las urnas. Jesús Zambrano y Gustavo Madero decidieron ir juntos, legalmente o de facto, en una decena de los 14 estados donde ayer hubo elecciones.

 

Con una circunstancia: la inmensa mayoría de los candidatos aliancistas eran panistas. El PRD de Jesús Zambrano y Los Chuchos no consiguió las postulaciones de cuadros suyos ni en ciudades donde los votos de la izquierda son superiores a los de la derecha.

 

El mejor ejemplo puede ser Oaxaca y otras entidades, como Tamaulipas, donde el PAN de Madero se negó a llevar al perredismo de compañero de viaje porque en aquella entidad representa poco y, para colmo, muchos militantes se han visto envueltos en escándalos ligados al crimen organizado.

 

Y si en lugares con penetración perredista el sol azteca no consiguió candidaturas importantes, mucho menos en entidades con historial azul. Ni siquiera compitió, por ejemplo, por poner a un propio aspirante a la gubernatura en Baja California, representación en la cual fue colocado Francisco Kiko Vega.

 

En tales circunstancias, la organización comandada nacionalmente por Los Chuchos arrastra con las consecuencias de descalabros ajenos, del panismo. Es el caso de Veracruz, donde el puerto y Boca del Río eran bastiones de Miguel Ángel Yunes Linares –un incondicional de Elba Esther Gordillo y hoy en alianza de facto con el PRD- y donde actualmente se ha enseñoreado el PRI.

 

Si acaso el perredismo podría presumir candidaturas propias en algunos lugares de Quintana Roo, pero ahí también fue arrasado. En Cancún, un municipio emblemático con Gregorio Greg Sánchez a la cabeza, el PRD de Zambrano, Ortega, Carlos Navarrete y Bejarano ha sido humillado por las huestes tricolores.

 

Tampoco puede presumir recuperación en Zacatecas, donde el panismo cantaba ayer victoria en las principales plazas y la única reivindicada por la izquierda, Fresnillo, está escriturada al cacicazgo dela familia Monreal, uno de cuyos integrantes –Saúl Monreal- será el próximo alcalde.

 

Este panorama coloca al PRD de Jesús Zambrano ante una nueva realidad: su insignificancia política en las primeras elecciones del nuevo gobierno, pero antesala de la renovación de gubernaturas en casi media República y de las federales intermedias de 2015.