EL CAIRO. Mientras la crisis egipcia entra en una nueva fase con el choque entre adversarios y simpatizantes del depuesto presidente egipcio Mohamed Mursi, en Moscú el mandatario ruso, Vladimir Putin, prevé que la crisis política del país árabe detone en una guerra civil como en Siria. Ese pronóstico podría ocurrir durante el mes de ayuno musulmán (Ramadán) que comienza esta noche y durará hasta el 7 de agosto. En tanto, la Hermandad Musulmana denuncia que se impuso un cerco informativo para impedir que los egipcios conozcan la verdadera situación del país.
El domingo -apenas cinco días después del relevo presidencial en Egipto- seguían los choques entre fieles a Mursi y sus detractores. Esto ocurrió pese a que Adli Mansur ya opera hace días como presidente interino y de que el político liberal y Premio Nobel de la Paz, Mohamed el Baradei, será el próximo primer ministro.
En una entrevista difundida ayer por la revista alemana Der Spiegel, el ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), afirmó que su línea es “el respeto a la tolerancia y la democracia” y llamó a no excluir del proceso de democratización “a la Hermandad Musulmana ni a Mohamed Mursi”.
Mientras se concreta el gobierno de coalición que convoque a elecciones presidenciales, aumentó el clima de violencia y amenaza con extenderse. Apenas el viernes hubo una confrontación entre partidarios y detractores de Mursi que hizo temer la escalada y pérdidas de vidas. En ese clima es que el mandatario ruso, Vladimir Putin, declaró su temor de que Egipto se convierta en otra Siria.
“Siria ya está inmersa en una guerra civil, por triste que parezca, y Egipto se encamina en esa dirección. Me gustaría que el pueblo egipcio pudiera evitar ese destino”, dijo el jefe del Kremlin desde la república centroasiática de Kazajistán.
Días antes, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, conversó con su colega egipcio, Mohamed Kamel Amr, para conocer la situación en el país árabe. El canciller egipcio aseguró que el derrocamiento de Mursi era “la voluntad del pueblo egipcio”. Esa voluntad “fue expresada claramente durante los últimos días en las acciones de protesta y llevada a la práctica con el apoyo de las Fuerzas Armadas del país”, agregó Amr.
El domingo, el ex primer ministro británico Tony Blair, enviado por el llamado “Cuarteto” para la paz en Oriente Medio, defendió la decisión del Ejército egipcio de derrocar al presidente Mohamed Mursi como medida encaminada a evitar el “caos” en el país. En un artículo que publicó ayer el dominical The Observer, Blair escribe que a pesar de ser un defensor de la democracia, cree que el ex presidente egipcio fracasó a la hora de afrontar durante su primer año en el cargo el reto de cumplir con un gobierno eficaz.
Clima enrarecido
Pese a la aparente calma, el sábado explotó un tramo del gasoducto egipcio-jordano que se ubica en la península del Sinaí, una zona dominada por grupos simpatizantes del ex presidente Mohamed Mursi. El hecho contribuyó a incrementar el temor de que la situación se deteriorara. La estratégica instalación, que suministra gas a Jordania, ha sido blanco de atentados desde que, en febrero de 2011, el entonces presidente de Egipto, Hosni Mubarak, fuera destituido por el reclamo ciudadano.
La televisión estatal egipcia informó que en los últimos días han sido agredidos los puestos de control de esa región. El ataque del sábado contra el gasoducto se produjo tras una serie de atentados contra los puestos de control de las fuerzas de seguridad egipcias en el curso de la semana y que cobró la vida de cinco agentes el viernes pasado.
Otro factor de enrarecimiento político fue la detención de Abdel Fatah Faid, el delegado en Egipto de la cadena catarí de televisión Al Jazeera, fue arrestado e interrogado por la Fiscalía General egipcia, acusado de “enturbiar la seguridad y la paz pública e instigar a la discordia”, y finalmente fue puesto en libertad. Tras pagar una fianza de 10 mil libras egipcias (unos mil 500 dólares) Faid fue liberado, según el sitio web de Al Jazeera.
El domingo, las fuerzas de seguridad egipcias irrumpieron en las oficinas en El Cairo del canal de Al Jazeera en directo para Egipto, por segunda vez desde el pasado miércoles (cuando se produjo el golpe de Estado que destituyó al presidente Mohamed Mursi), y se incautaron equipos de transmisión y filmación. Ese día fueron detenidos el director de ese canal, Ayman Gabalá, y el ingeniero Ahmed Hasan, y dos días después fueron liberados.
Apagón informativo
A través de sus redes sociales, la Hermandad Musulmana (HM) denunció el cierre de sus canales de televisión y el cerco informativo para impedir que digan a sus simpatizantes la realidad de lo ocurrido, luego de la destitución del presidente Mohamed Mursi, el pasado 3 de julio.
“Quieren evitar que se informe del lugar y hora en que se celebran las manifestaciones contra el golpe” dice uno de los mensajes por correo electrónico.
La Hermandad Musulmana “rechaza el terror del Estado policial”, indica la organización en un comunicado leído por partidarios de Mursi, reunidos en céntricas calles de la capital egipcia mientras los rodeaban vehículos militares.
Otro mensaje en Facebook afirma que “la prensa egipcia sólo transmite lo que sucede en la Plaza Tahir (en El Cairo), pero nada de lo que ocurre al norte de la capital”. En esa zona de la capital egipcia se encuentra el Ministerio de Defensa, adonde se supone que estaría en ya ex presidente, y donde se concentran los partidarios del mandatario depuesto.
EU: Aliado castrense
La participación del Ejército en la política egipcia no es nueva, sino una constante en ese país. Su independencia de Gran Bretaña, en 1952, se consumó por el golpe de Estado contra el rey Faruk, llevado a cabo por el Movimiento de los Generales Libres, comandado por Gammal Abdel Nasser, quien fue el primer presidente del Egipto republicano. En ese momento, Washington consideró que debía afianzar la cooperación militar con Egipto y así lo hizo.
Anwar el Sadat, quien sucedió a Nasser en la presidencia egipcia, también era un militar que pasó a la dirigencia política tras la muerte de Nasser. En octubre de 1981 Sadat fue asesinado y lo relevó Hosni Mubarak, piloto del ejército y vicepresidente que gobernó el país desde 1981 hasta 2011, cuando fue destituido por las revueltas ciudadanas.
Sadat y Mubarak consolidaron la cooperación militar con Estados Unidos que persiste hasta ahora. El Pentágono aporta anualmente al Ministerio de Defensa egipcio unos 250 mil millones de dólares, en el marco de los Acuerdos de Camp David, que consolida la paz entre Egipto e Israel, avalados por EU.
La asistencia militar a Egipto fue considerada como parte de la estrategia de la administración para mantener la viabilidad de los recursos energéticos de la región del Golfo Pérsico y para asegurar el Canal de Suez, que sirve tanto para el importante transporte en las rutas del petróleo, como para la ruta crítica de los buques de guerra estadunidenses en su tránsito entre el Mediterráneo y el Océano Índico o el Golfo Pérsico.
Con el apoyo militar estadunidense -en equipo, capacitación y asistencia técnica, además de recursos económicos-, la nación árabe se convirtió en el segundo país que, sin pertenecer a la OTAN, es receptor de la ayuda militar de EU. El primero es Israel, según el Centro Jaffe de Estudios Estratégicos en su informe anual Balance Estratégico del medio Oriente. En 2009, el Pentágono brindó asistencia militar a Egipto por mil 300 millones de dólares y asistencia económica por casi 250 mil millones.
De acuerdo con una declaración a The New York Times en 2011, el general Anthony Zinni, ex comandante del Comando Central de EU (CENTCOM), admitió que “Egipto es el país más importante en mi zona de responsabilidad porque me da acceso a toda la región”. En la Administración Clinton, ese país fue descrito como el actor más prominente del Mundo Árabe y un aliado clave en el Medio Oriente.