Un centro astrofísico instalado en el volcán mexicano de Sierra Negra, en Puebla, a más de cuatro mil 600 metros sobre el nivel del mar, se ha convertido en una gran ventana para que los científicos del mundo escudriñen, observen y avancen en el conocimiento del universo.
Astrónomos, físicos y astrofísicos de diversas instituciones mexicanas y extranjeras observan desde ese punto, que ofrece condiciones climáticas tolerables, los más escondidos rincones del cielo a través del Gran Telescopio Milimétrico (GMT), el de Neutrones solares, de Rayos Gamma, y otros equipos científicos más.
El GTM, construido por el INAOE y la Universidad de Massachusetts y que requirió una inversión de 180 millones de dólares, permitirá avanzar en el estudio de la formación de las estructuras del universo junto con otros radiotelescopios.
En días pasados el instituto dio a conocer la conexión de este quipo con siete radiotelescopios en Estados Unidos en una red para lograr un mayor alcance y resolución en observaciones astronómicas.
La institución explicó el jueves que esta conexión, establecida con la técnica de interferometría, en la que se suman los datos captados por los radiotelescopios para lograr mayor resolución conjunta de las imágenes, se realizó por primera vez “desde territorio mexicano”.
Añadió que en esta observación participaron astrónomos mexicanos, de la Universidad de Massachusetts (UMASS), el Observatorio Haystack del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y del Observatorio Radioastronómico Nacional de Estados Unidos (NRAO).
Pero no es el único equipo que opera en la Sierra Negra, se trabaja con un Telescopio de Neutrones Solares, que “fue de los primeros y empezó a operar relativamente pronto, y el detector que acaba de instalar es una versión más sofisticada y un experimento interesante”, explicó el director del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), Alberto Carramiñana.
Recientemente se instaló este supertelescopio que capta los rayos cósmicos, donado por Japón y es por ahora el “único en el mundo por ser el detector de partículas solares más grande y preciso”.
Según José Francisco Valdés, del Instituto de Geofísica de la UNAM, esta última herramienta podrá detectar cualquier tipo de partículas que vengan del espacio, como muones, positrones, neutrones, electrones y rayos gamma; representa “un aparato único en su tipo a nivel mundial para la observación de partículas producto de la actividad solar, que llegan nuestro planeta”.
Con ese aparato, agregó, estarán “hurgando bajo la piel del sol, para dilucidar qué procesos internos son los causantes de que nuestro astro rey tenga la capacidad de producir partículas con muy altas energías, en regiones bien delimitadas por los intensos campos magnéticos asociados a sus manchas”.
El científico aseguró que con este estudio no sólo se conocerá mejor al sol, “sino también a muchos otros objetos astrofísicos que presentan fenomenologías similares”. Es “un pequeño, pequeñísimo paso adelante en la comprensión del universo”.
Otro de los tres grandes proyectos que encabeza Carramiñana es el detector de rayos gamma de la más alta energía de las regiones más violentas del universo y que es conocido como el HAWC (High Altitude Water Cherenkov).
En 2006, recordó, se planteó la instalación de HAWC en México, “y me tocó ayudar a empujar ese proceso desde que se propuso”. “Ahora -añadió- ya estamos encarrilados, con un tercio del detector ya instalado y buscando terminar la instalación al final de 2014”.
Los especialistas de la UNAM Alejandro Lara, del Instituto de Geofísica, Ernesto Belmont, del Instituto de Física, y Lukas Nellen del Instituto de Ciencias Nucleares, explicaron que el HAWC también se puede calificar como el mayor del planeta en su tipo, estará compuesto de 60 detectores de rayos gamma y permitirá crear un mapa estelar con los sitios más violentos del universo.
Lara, Belmont y Nellen explicaron que la estructura y composición de estos detectores, que son 300 tanques de siete metros de diámetro por cinco de altura y totalmente cerrados, con agua 100% pura, permiten captar la caída de fotones medidos en nanosegundos.
Precisaron que este telescopio, que hasta ahora está en una tercera parte de su capacidad total, trabajará de manera ininterrumpida las 24 horas y durante todo el año, lo que permitirá acumular la información de las fuentes de fotones de alta energía en el Universo.
Carramiñana agregó que en la Sierra Negra hay otros tres experimentos de dimensiones menores: el proyecto LAGO, un detector de rayos cósmicos similar a HAWC, pero de escala y presupuesto mucho menor.