Algunos de los clanes que han gobernado regiones durante años, han recibido un revés tras las elecciones del pasado 7 de julio
El voto dominical apareció en varias entidades del país para desaparecer, o al menos deteriorar, cacicazgos políticos surgidos al amparo de las debilidades de la democracia mexicana.
De Veracruz a Zacatecas, de Quintana Roo a Coahuila, con paso por Tlaxcala, los otrora nombres ilustres vieron aparecer la voluntad ciudadana para marcarles la despedida y dar la bienvenida a alternancias gubernativas.
Y así como en algunos casos se esfumaron o empezaron a difuminarse poderes de largo aliento, en otros estados el priismo se consagró como beneficiario de gobiernos de buena fama o como reserva del otrora llamado voto verde.
De sur a norte:
A impulso de la corriente de Los Chuchos o Nueva Izquierda, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) había convertido Quintana Roo en cabeza de playa para impulsar el asalto del poder en el sureste mexicano.
Este avance mostraba solidez con Gregorio Sánchez, el popular Greg, en Cancún. Hombre de mensaje místico y finanzas sospechosas, sobre sus hombros la izquierda chuchista montó la esperanza de ganar la entidad hace tres años, pero fue apeado por las acusaciones montadas por la persecución panista.
Greg renunció al PRD en plena campaña, en víspera de las elecciones pasadas, y la caída de ese cacicazgo construido por Los Chuchos –Jesús Ortega y Jesús Zambrano- simboliza también el debilitamiento perredista tras la formación de Morena y el éxodo de los leales a Andrés Manuel López Obrador.
Ridícula cosecha priista en Tlaxcala
Otro falso hegemonismo quedó hecho trizas en Tlaxcala. El priismo supuestamente poderoso del gobernador Mariano González Zarur, sin contar la influencia de la ex dirigente Beatriz Paredes, quedó reducido a un ridículo 21.94 por ciento de votos acreditados al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la contienda por el Congreso.
En Zacatecas las urnas volvieron a la realidad a la familia Monreal Ávila. Liderado por el omnipresente Ricardo, el clan perdió Fresnillo, municipio manejado en sucesivas administraciones por los Monreal. El menor de la dinastía, Saúl, fue el derrotado del domingo.
Jugaron varios factores. El priismo del gobernador Miguel Alonso Reyes, cuyo distanciamiento del diputado federal es ostensible, urdió la candidatura de un monrealista, Benjamín Medrano, para enfrentarlo a Saúl Monreal Ávila. Es decir, fue la lucha de un Monreal contra otro Monreal.
–¿Cuál fue el secreto de la victoria?
Alfredo Arriaga, responsable de la estrategia electoral de del PRI en Zacatecas, artífice de la victoria en la capital, Guadalupe, Fresnillo y el Congreso del estado, da su versión:
-Indudablemente ya había hartazgo de la población. Eran muchos Monreal en el historial del pueblo. Un hermano cedía el municipio a otro hermano, un Monreal a otro Monreal. Por lucha de ellos no quedó: distribuyeron regalos a granel con las prácticas que aprendieron al viejo PRI, pero ya no sedujeron a la gente. Esa es la verdad.
Más al norte, en Coahuila, también se derrumbó el mito omnipoderoso de los Moreira. Rubén, el segundo Moreira en sexenio sucesivo –su hermano Humberto fue el gobernador constitucional anterior-, perdió la capital y pelea cuerpo a cuerpo Torreón.
La situación de todos ellos es distinta a otros gobernadores, cuyos resultados electorales dan vida al PRI. El tamaulipeco Egidio Torre, el duranguense Jorge Herrera, el quintanarroense Roberto Borge, el veracruzano Javier Duarte y el hidalguense José Francisco Olvera, pueden presumir buenos resultados. Uno que entrego buenas cuentas al PAN es el poblano Rafael Moreno Valle.
Fruto de buena administración o de las circunstancias políticas, sus gobiernos continuarán impulsados por congresos afines y aguas tranquilas para la segunda mitad de su sexenio.
Todo lo contrario de los cacicazgos borrados o heridos con el voto del 7 de julio. REDACCIÓN