La ley electoral hizo que nuevamente se concentraran todos los procesos electorales en un solo día. Situación similar a la del año anterior, donde además hubo concurrencia de lo federal y lo local. El que sucedan tantos procesos al mismo tiempo hace que las explicación de lo que pasó sea confusa y haya una mezcla de elementos difíciles de ponderar. Por ello en el análisis no es fácil distinguir a los actores o las fuerzas que determinaron la contienda.
Sin embargo, esto no nos libera de la tentación de dar “una explicación” o una interpretación. Siempre queremos entender de qué dependió el proceso o quiénes fueron los ganadores o perdedores. Una evento donde tantas cosas suceden lleva a diversas lecturas: algunos destacaran el tema de la inseguridad, otros la falta de participación, otros hablaran del clientelismo y el uso de recursos públicos, otros del fenómeno del crecimiento de los partidos pequeños y otros más premiaremos al elector autónomo y sofisticado.
Lo más sencillo es recurrir a los grandes efectos que pueden causar las políticas federales o los escándalos nacionales. Para estos procesos se habló de elecciones negociadas en beneficio del “Pacto por México” o del efecto negativo del bajo crecimiento de la economía o del impacto de los escándalos de Acción Nacional o de cualquier otro gran escándalo de orden nacional. El reverso de la moneda es señalar que hubo 14 procesos electorales de orden estatal y que cada uno se explica por una lógica distinta. Es decir, tenemos 14 historias y pocos elementos en común.
A falta de explicaciones sencillas para algunos, no queda más que evaluar por agregados y hacer un saldo de partidos con grandes sumatorias de alcaldías y congresos. De las 931 alcaldías en contienda, con lo que sabemos hasta ahora, el PRI gana (sólo o en alianza) 475, el PAN (sólo o en alianza) 358 y el PRD (solo) 39. Entonces los encabezados son “Se afianza el PRI” o “PRI avanza pero con tropiezos” o “PRI gana mayorías; funciona alianza AN-PRD”. Pero esta evaluación de agregados de triunfos o derrotas de partidos nos lleva a claroscuros.
Tal vez la explicación está en otro lugar y es difícil de ver porque es demasiado obvia. El elemento más importante para explicar la elección podría ser la del gobernador. Y más allá de explicar el factor o el personaje, es más útil para propósitos analíticos explicar los mecanismos de su poder o sus alcances.
Está explicación tiene dos vertientes: explicar la influencia del gobernador en el proceso electoral a partir de su buena o mala gestión o explicar al gobernador a partir de su capacidad de operación política, ya sea por sus alianzas, pactos o por capacidad de movilización. Para efectos prácticos ambos son ejercicios de poder.
Un gobernador depende para el ejercicio de su gestión de su Congreso. En el extremo podría perder todas las presidencias municipales, pero si pierde su Congreso no podría seguir gobernando. Por ello, tal vez la mejor manera de entender lo que sucedió el domingo pasado no sea el análisis de municipios (aún si estas son las capitales), quizá un análisis más adecuado implique observar la composición de los Congresos locales. Algunas ciudades cuentan con una cantidad de recursos significativa, pero para un gobernador no tener el apoyo de su Congreso es el fin de su gobierno.
En los 14 estados en contienda, los gobernadores conservaron sus Congresos, independientemente de su filiación partidista. Aun cuando podrían haber perdido asientos (Aguascalientes, Veracruz). Incluso en los estados donde hubo “malos” resultados para el gobernador, el control del Congreso se mantiene, ya sea porque lo controla su partido o porque cuenta con los partidos “pequeños” (Sinaloa). El control de estos partidos “pequeños” o locales frecuentemente fortalece el poder del gobernador (Puebla). Coahuila, donde se podría haber visto cuestionada esta explicación, no tuvo elecciones de diputados, probablemente para fortuna del gobernador Moreira.
La falta de participación es otro indicador de que el poder local radica en los gobernadores. Es un fenómeno que es a la vez causa y efecto. Hay que concederle un poco más de inteligencia al elector y no simplemente tomarlo por un mal ciudadano porque no salió a votar. El ciudadano no se mueve por su deber ser sino por su interés, como cualquier otro actor racional. Por qué razón habría de salir a votar por posiciones de tan poca monta, donde hay tan poco de por medio, donde hay tan poca capacidad de gestión.
La pregunta no es por qué en estas elecciones intermedias hubo baja participación (alrededor de 40%), si no cuál es la causa de que en todas la elecciones intermedias hay baja participación. La respuesta es probablemente porque ni los presidentes municipales ni los legisladores tienen tanta capacidad de gobierno como los gobernadores o el Presidente del país, y el elector lo sabe o lo intuye. Donde están los recursos, la toma de decisiones y la gestión de gobierno es en los ejecutivos locales, los gobernadores. Es por ello que en una elección de gobernador o presidente la participación sube a 60% o 65%. Esta baja participación de elecciones intermedias, además, permite que la capacidad de movilización tenga más impacto sobre los resultados electorales.
El voto dividido también es un indicador importante de este poder en esta elección. Es interesante ver como en el pasado las candidaturas a presidentes municipales solían arrastrar (coattail effect) a las de los diputados. En estas elecciones para varios estados tuvimos la lógica inversa. Frecuentemente era el candidato a diputado el que arrastraba al presidente municipal. En muchos casos los gobernadores cuidan más las candidaturas de los diputados que las de los propios presidente municipales.
El crecimiento de los partidos pequeños o emergentes también se podría explicar de esta manera también. Una práctica reciente de los gobernadores es jugar con diferentes partidos, en particular los partidos pequeños para repartir sus posiciones. Es decir, aún congresos que podrían verse sin mayorías claras de manera partidista en realidad son leales al gobernador más que al partido. Esto es lo que lleva al crecimiento de algunos partidos como PT, MC, Nueva Alianza o partidos locales. En la baraja o el ajedrez de los gobernadores su “control” sobre sus Congresos frecuentemente no pasa por el color del partido al que pertenezca.
Probablemente considerar las capacidades de los gobernadores nos ayude a entender mejor los resultados de esta elección. Por lo pronto podríamos afirmar que defendieron bien su bien a procurar, aún en los estados de ¨malos resultados”. Por ello una forma de explicar estas elecciones se podría expresar con la frase anglosajona: governor rules.
*Director Asociado de Parametría
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