Malala Yousafzai, la adolescente paquistaní tiroteada por los talibanes en su país celebró su cumpleaños 16 reconocida como la menor más valiente del mundo por las Naciones Unidas.

 

La víspera, en la ONU, Malala llamóa que la comunidad internacional redoble los esfuerzos para lograr “educación para todos los niños” y la fuerza de sus palabras resonó en el recinto internacional.

 

“El 9 de octubre de 2012 los talibanes me dispararon. Pensaron que con sus balas me callarían para siempre pero fracasaron”, dijo en el acto.

 

Pero Malala empezó a destacar cuando tenía 13 años porque escribía un blog para la BBC bajo el pseudónimo Gul MAPAI.

 

Allí, la niña contaba las experiencias que vivía bajo el régimen del Tehrik e Taliban Pakistan (TTP).

 

Por este blog, recibió un premio nacional de paz por parte del gobierno paquistaní en 2011 – el primero de su clase – y el mismo año fue nominada para Premio de la Paz Internacional de la Infancia.

 

Entre 2003 y 2009, los talibanes obligaron el cierre de las escuelas privadas y se prohibió la educación de las menores.

 

Malala, como su padre, ha sido una firme defensora de los derechos de las niñas a la educación, lo que les reportó a ambos una peligrosa reputación ante la represiva presencia talibán en la región del valle de Swat, donde viven.

 

Ayer, acompañada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el ex primer ministro británico Gordon Brown, la joven aseguró que sigue siendo la misma Malala, con las mismas ambiciones, esperanzas y sueños, y por ello volvió a pedir “educación para todos”.

 

“Tomemos los libros y las plumas porque son nuestras armas más poderosas. Un libro y una pluma pueden cambiar el mundo”, subrayó Malala, quien aseguró que “los extremistas siguen teniendo miedo a los libros”. Malala, interrumpida en varias ocasiones por los aplausos de los asistentes, afirmó que no está en contra de nadie, ni siquiera de los talibanes en su país, y aseguró que incluso si tuviera una pistola y estuviera frente a la persona que le atacó “no dispararía”.

 

La adolescente paquistaní, que agradeció poder llevar hoy puesto un chador de Benazir Bhutto, reiteró que viajó a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York para elevar su voz y pedir educación para todos los niños.

 

“El Día de Malala no es mi día, hoy es el día de todos y cada una de las mujeres, niñas y niños que se han atrevido a defender sus derechos”, dijo la joven, quien agradeció “la cantidad de amor” que ha recibido en estos meses de recuperación.