El arte capturado por su ojo habla de víceras, cuerpos mutilados en carretera, facetas inverosímiles sobre la muerte incluyendo la atómica e infinitas popós de estambre de todos tamaños.
Daniela Edburg es sencilla, amable y cálida, prototipo del “no rompo un plato”, sin embargo le agradecemos lo haga mediante su cámara e instalaciones bajo un talante que sólo puede asignarse como Humor Edburg.
Actualmente esta fotógrafa mexicana es parte de la exposición After Álvarez Bravo: Fotografía Mexicana Ahorita, que se exhibe hasta el primero de septiembre en el Museo de América, en Madrid, en el marco del festival internacional de fotografía y artes visuales PHoto España 2013.
Lo primero que queremos preguntarte es sobre el humor, ¿Para ti qué es?
“El humor es la manera más inmediata en la que te puedes comunicar con alguien que no conozcas, siento que los puntos en los que a los dos nos da risa algo, ya sea burlándote de ti mismo o de alguien más compartes con el espectador o quien platiques la experiencia de ser humano. Es una manera de lidiar con ciertas obsesiones o cosas que puedes considerar como defectos y hay dos maneras como puedes tomarlo, con humor o juzgando duramente”.
Has comentado sobre tu trabajo tejiendo como algo “monótona, reiterativa y terapéutica”, llama la atención porque tu obra es completamente opuesta, cuéntanos sobre esto…
“Creo ahí está el punto por el que me gustó el tejido, yo ya había estado trabajando con la idea de una pasión que se convierte en una obsesión que se convierte destructiva, como que podemos ser víctimas de nuestra manera de actual al llevarla al extremo. Siempre me llama la atención los extremos, porque se pueden convertir en su opuesto, como demasiada bondad puede ser algo que molesta y no la crees… si te pones a analizar la naturaleza humana estamos rodeados de esta contradicción que creo nos define en muchos casos. Estaba trabajando con la idea de las bombas atómicas, la destrucción que viene por querer crear un lugar seguro y eso genera una destrucción masiva”.
En esas fotos es imposible no esbozar una sonrisa…
“Es porque te reconoces hasta cierto punto, todos lo hacemos consiente o inconscientemente, siempre hay una tensión entre el bien y el mal, y como a veces tus actos por mantener tu bienestar tiene muchas consecuencias más allá de lo que tu estás viendo. Pero más allá de eso, el tejido-regresando a la pregunta- efectivamente todo el mundo habla sobre el como algo terapéutico, pero la manera en que yo lo hago, ya para proyectos es algo estresante… es algo como “quiero hacer 5 riñones de aquí al martes pero además de eso tengo todo por hacer…” llegué a un punto donde he tenido problemas de espaldas y cuello (risas) es ejemplo de cómo algo considerado terapéutico se puede volver un vicio y un problema. El primer trabajo en el que integré tejido es para la foto de Party Girl, era para lo del lugar seguro, lo que era confortable… después empecé a ver muchas otras analogías entre el tejido y ciertos aspectos de la personalidad…”
…y eso nos lleva al color, es muy característico tu manejo, la paleta de colores que usas es arriesgada pero equilibrada, utilizas colores muy llamativos pero no son el primer foco… ¿cómo llegaste a eso?
“Es una cuestión más intuitiva, mi formación fue como pintora, claro que siempre tuve relación con la parte material de la pintura, era de mis cosas favoritas mezclar colores, ir manchando, esas veces que estás pintando el mismo cuadro pero haciendo pruebas de qué funciona mejor, era mi parte favorita, por eso no estudié foto, en San Carlos (donde yo curse la carrera) se enseñaba foto análoga y laboratorio en blanco y negro, no me llamaba nada la atención”.
Has comentado que el grabado no te gustó porque es mucho como cocina, imagino que eso de meterte al cuartoscuro, los líquidos…
“No se me daba muy bien… creo ahora sería diferente porque he recuperado el gusto por hornear, me gusta mucho hacer repostería, que eso mucho de medir etc… pero justo mi 20´s, cuando cursaba la carrera, no me atraía nada eso, me gustaba la improvisación, ir experimentando y ver qué sale, por eso la foto digital fue una maravilla porque me permitía ir armando en el cuadro y resolviendo cosas en el momento y probando, luego en la computadora también, haciendo pequeños ajustes sin gastar mucho dinero”.
Sobre la producción de las fotos, Hay una historia en cada una incluso para hacer cuento completo, momentos muy trabajados ¿cómo concibes estas escenas tan bien definidas?
“Partiendo de una idea bastante definida en las imágenes que están basadas en personajes, que son muchas, ahí sí tengo una idea, a veces se define por la persona que voy a fotografiar, por ejemplo la foto que usaron de portada, a Débora la conocí en un bar aquí en San Miguel de Allende, tenía una energía y su cabello y me gustó mucho ella, me acerque y platicamos sobre la posibilidad. Fue un poco improvisado a partir de ella, y lo digo porque no era como la foto de la novia, que esa sí era muy específica pues se basa en un personaje de Dickens , esa mujer que se queda traumada porque en día de su boda la dejan plantada con el banquete, se encierra en su cuarto con el banquete y se empiezan a pudrir tanto ella como el banquete y su vida, estaba basándome en ese personaje pero dándole un giro. Cada foto es caso distinto, tengo imágenes en donde tengo objetos (como estos cerebros tejidos)y probando muchas cosas me voy al campo y hacemos pruebas y ahí es un experimento”.
El trabajo de producción es pulcro, eso no es común verlo, ¿cómo es su preparación?
“Pues es una de las partes que me gusta mucho, ir planeando la foto. En la conceptualización previa es cuando estoy más relajada, voy juntando cosas, posibilidades. En el momento de la toma estás más enfocada, no puedes perder el tiempo, estoy estresada, no quiero trabajar así pero pasa. Pero la preproducción es lo más divertido”.
Tus modelos son muy diferentes, ¿cómo los seleccionas?
“Son gente que conozco por diferentes razones, por ejemplo en muchos son de San Miguel, cuando vivía en el DF pues eran todos mis amigos”.
Háblanos de la muerte, ¿te pasa lo mismo de lo que habla Octavio Paz, el mexicano se burla de ella porque en el fondo le teme?
“Ah bueno sí, supongo que ha cambiado porque cuando era chica era diferente, mi primera crisis la tuve a los 12 porque pensaba que me iba a morir yo y todos los que conozco. No sé de dónde viene porque no tuve un encuentro real con la muerte, nada de nada, fue una neurosis que de quien sabe dónde salió y se mantuvo, siempre ha sido una constante, ahora ya aprendes a vivir con ello y ya no le das tanta importancia, espero que cuando este viejita sea así”.
Regresando a tus imágenes, ¿has pensado en escribir sobre ellas, algunas de estas historias?
“Pues mira, yo estudié periodismo porque quería escribir pero ficción, estudie periodismo porque era más práctico, pero pues no me gustó. Luego me metí a la SOGEM en Querétaro, me gusta mucho, sobre todo la ficción, incluso mis fotos son todos sobre ficción, doy incluso un taller sobre desarrollos de personajes, de hecho podría funcionar también para escritores, porque a pesar que es un ejercicio visual es lo mismo porque desarrollas a través de diferentes capas de información la personalidad de tu personaje, su caracterización. Siempre me ha llamado la atención, soy muy fan de la novela gráfica, quizá ahí es donde se junta perfectamente la parte de literatura con lo visual, es chistoso porque hay una persona muy controladora de mi personalidad que resulta en esas imágenes, y a veces quisiera que no estuviera tan definido, ahí imágenes en donde no tengo tan claro que está pasando y esas son mis favoritas porque no está todo tan depurado, a lo mejor lo que tiene la literatura, a pesar de que puedes ir creando imágenes mentales, es mucho más abierto a la interpretación”.
Has hecho mucho trabajo de instalación, arte objeto… ¿qué tienes planeado para el futuro?
“Pues… no tengo nada planeado, estoy trabajando en diferentes proyectos y no sé en qué van a desembocar. Tengo fechas de exposición pero lo bueno es que no tengo que tener el producto definido. Sí estoy trabajando en varias cosas, una es un poco en el sentido que vieron en Zona Maco, que es un acercamiento de un explorador del Siglo XIX al mundo, tratar de entender al mundo a través de pequeños objetos tejidos pero no se trata del tejido, so son un medio para extraer la forma de la naturaleza y pensando mucho en el leguaje de la muestra y cómo se muestra, a través de pequeñas cajitas, frascos, todos los objetos que creamos para preservar otros objetos y cómo estas se contienen a través en un museo que es otro gran preservador… todo ese lenguaje me interesa mucho y estoy probando diferente cosas, no sé qué va a pasar y tiene mucho que ver con esta obsesión con la muerte, el paso del tiempo, más o menos se trata de lo mismo. Tengo este proyecto con los cerebros que es casi ciencia ficción y vuelve a mis primeros trabajos porque tiene un punto más juguetón y el absurdo de ser amenazado por una cosa totalmente inocua”.