Miguel Ángel Treviño Morales es un hombre cruel y sanguinario, lo que le ganó pronto el respeto de los jefes y de los subalternos. Conocía Texas, hablaba inglés y tenía contactos entre las pandillas de Tamaulipas y de Dallas, porque perteneció a Los Texas, lo que le sirvió para ser aceptado en 1999, en la fila de Los Zetas.

 

Apenas tenía 27 años cuando se incorporó al grupo paramilitar. Tuvo como jefes a militares desertores que lo entrenaron en disparo de armas cortas, largas, lanza granadas y, sobre todo en operaciones tácticas, para ofrecer seguridad al entonces líder del Cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, cumplir con las operaciones de trasiego de drogas y el asesinato de enemigos.

 

Le pusieron El Z-40, aunque también le llamaban el L-40, El Cuarenta o Toño, y se convirtió rápido en el líder de una célula dedicada, principalmente, al sicariato.

 

Treviño Morales nació el 28 de junio de 1973 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, sus padres Rodolfo Treviño, quien ya tenía 49 años cuando Miguel Ángel nació, y María Arcelia Morales, de entonces de 34. Tenía 10 hermanos, dos de ellos fueron asesinados entre 2004 y 2006, otros dos fueron detenidos por sus vínculos con el narcotráfico.

 

En la época de Juan García Ábrego, cuando dirigía el Cártel del Golfo, Miguel Ángel Treviño pertenecía al grupo de los Texas, uno de los encargados de la distribución y venta en Coahuila, Tamaulipas y Texas de las drogas del cártel, por eso tenía contactos en los dos lados de la frontera y viajaba a menudo a Houston, Dallas y McAllen, Texas.

 

Cuando fue detenido y deportado García Ábrego, el grupo de Los Texas, tras recibir varios embates contra sus integrantes, por parte de las autoridades, y ante los cambios en la geografía del narco, para sobrevivir la pandilla se alió con el nuevo líder del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, quien había incluido en su estructura a Los Zetas, su brazo armado, integrado por militares desertores, quienes se encargaron desde entonces de su seguridad y del combate a los rivales del cártel.

 

Desde 1999, Miguel Ángel Treviño se mantuvo fiel a la organización de Los Zetas, a pesar de la confrontación y las escisiones que se registraron los siguientes 10 años, lo que le valió toda la confianza de los líderes del cártel.

 

Alrededor de 2005, Treviño fue ascendido a jefe del territorio en Nuevo Laredo y tenía responsabilidad de combatir los intentos del cartel rival de Sinaloa de controlar sus rutas de tráfico de drogas. Al año siguiente, el Cártel del Golfo y su entonces brazo armado de Los Zetas derrotaron al de Sinaloa en Nuevo Laredo, una victoria que los animó y que marcó el inicio de su expansión por México y Centroamérica.

 

Después fue asignado a la plaza de Veracruz y también de Coahuila, donde estaba encargado de mantener el control para el tráfico de drogas, extorsionar y asesinar a rivales. También pagaba funcionarios o los sometía a través de amenazas. Entrenaba a jóvenes en el uso de las armas y en tareas de “halconeo”, que eran la primera línea de operaciones de Los Zetas, aquéllos que siendo taxistas, vendedores ambulantes, jóvenes o niños en las calles, se encargan de vigilar a las autoridades, a ciudadanos y a forasteros, información que les permite tener el control de las ciudades.

 

Treviño Morales asesinó enemigos y rivales, también a empresarios y migrantes a los que secuestraba o extorsionaba. Una de las técnicas preferidas por Treviño era el “guiso”, en la que se colocan a los enemigos en tambos de 55 galones y los quemaban vivos.

 

La muestra más clara de su crueldad se dio en el municipio de San Fernando en el año 2010, donde ordenó el asesinato de 72 migrantes.

 

“Si te llaman para una reunión con él, no vas a salir de esa reunión”, dijo a la agencia AP un funcionario de procuración de justicia de Estados Unidos, quien habló bajo condición de anonimato por la sensibilidad del tema.

 

Heriberto Lazcano, El Lazca, lo colocó en el segundo puesto de importancia de la organización, pero fue abatido por elementos de la Marina, el 7 de octubre de 2012. Así, la muerte de El Lazca y el haber organizado el operativo que permitió rescatar su cuerpo de la funeraria, lo colocó en el puesto más alto, el liderazgo pleno Los Zetas, grupo que se convirtió, desde hace más de cinco años, en uno de los cárteles más peligrosos en México y Centroamérica.

 

Por su papel e importancia dentro del grupo paramilitar, desde hace más de tres años las autoridades de México y Estados Unidos ofrecen una recompensa, de 30 millones de pesos las primeras y 5 millones de dólares las segundas, por información que llevara a la captura de Treviño Morales, pero ese dinero no serán pagados a alguien, porque ayer su captura, dijeron las autoridades, fue producto de una operación de inteligencia llevada a cabo por la Marina.

 

El Z-40 fue hallado a 27 kilómetros al suroeste de Nuevo Laredo. El punto exacto, en el círculo rojo.