Hace unos meses, un grupo especial de la Marina, Ejercito y del CISEN fue comisionado para analizar toda la información disponible sobre Los Zetas, mucha de ella proporcionada por Estados Unidos. Se definió la estrategia y se inició una operación cerrada para detener a Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40.
De lo que hacía el grupo apenas unas cuantas personas sabían. Se vigilaron puntos específicos en Coahuila y Tamaulipas, se identificaron movimientos de grupos, horarios y zonas, hasta que se logró penetrar la estructura más cercana del líder de Los Zetas a través de un informante del que obtuvieron apenas algunos datos, pero que fueron clave.
El cerco se fue cerrando. La Armada colocó puestos de seguridad y vigilancia, cercanos a la zona en la que se escondía Treviño Morales, lo que le obligó a restringir sus movimientos, disminuyó su entorno de seguridad para no llamar la atención y porque comenzó a desconfiar de las personas que generalmente estaba en su entorno.
La información recabada por el grupo especial confirmó que El Z-40 se movía entre Coahuila y Tamaulipas, cruzando en ocasiones por Nuevo León, utilizando siempre carreteras terciarias o de terracería, pero apartándose poco de esa zona, porque era su centro de mayor seguridad, pero también se trata del punto más importante para las operaciones de Los Zetas, donde transita las drogas, el combustible robado, llegan las armas y el dinero, y desde allí se distribuye todo a Estados Unidos o México, según sea el caso.
Generalmente utilizaba camionetas con doble tracción o camionetas capaces de moverse con velocidad y destreza por zonas difíciles, una de ellas era la Pick Up en la que viajaba cuando fue detenido y de la cual supieron sus movimientos desde que comenzó a circular por el camino de terracería a gran velocidad.
De acuerdo a la información que tenía el grupo especial, Treviño Morales se dirigía a ver a su hijo recién nacido, pero lo debió hacer en la madrugada para no ser identificado por los marinos que, sabía, estaban por la zona.
Los puestos de vigilancia de la Marina activaron la persecución. Un helicóptero siguió a la camioneta y cuando sabía cerca las camionetas de la Armada que hacían el seguimiento por tierra, bajó hasta cerrarle el paso al vehículo, que debió frenarse. Los agentes entrenados apuntaron sus armas y en pocos minutos llegaron los refuerzos, la sorpresa y la superioridad numérica impidió que El Z-40 intentara disparar alguna de las ocho armas que portaba. Uno de sus acompañantes intentó huir, pero fue sometido. Treviño Morales se rindió.
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