En las noticias se mencionan con frecuencia las palabras “inclusión financiera”, pero ¿qué significa y qué importancia tiene para un país como México?
La inclusión financiera es una condición en la cual las personas que se encuentran en edad de trabajar tienen acceso a todos los servicios financieros del mercado, incluyendo los de pago, ahorro, crédito y seguro. Es muy importante que el acceso a estos servicios se dé en condiciones de igualdad y a precios razonables.
La inclusión financiera es necesaria para reducir la pobreza, pues permite a las personas de menores ingresos el acceso a servicios de crédito y ahorro con los que pueden incrementar sus percepciones económicas, ya sea al hacer crecer sus negocios o al adquirir artículos o bienes que, de otra forma, les sería muy difícil obtener (como enseres domésticos, automóviles y casas).
Asimismo, permite que las personas y sus familias se protejan con los productos adecuados ante situaciones adversas, como enfermedades, la pérdida de un bien o la muerte de un familiar.
En México, sólo 35% de la población adulta entre 18 y 70 años de edad tiene una cuenta para algún tipo de ahorro formal, ya sea de nómina, de cheques, o de inversiones a plazo. Asimismo, solo 27% de la población adulta utiliza servicios de crédito formal como una tarjeta bancaria o de tienda departamental, crédito hipotecario, automotriz o personal.
El bajo número de usuarios del sistema financiero formal significa que un porcentaje muy elevado carece de estos servicios, o bien, los consigue dentro del sector informal; esta última situación provoca que la mayoría de las veces las necesidades de ahorro y crédito no sean cubiertas adecuadamente, o bien, ocurra con productos riesgosos o de alto costo.
En los últimos años, en México se han aprobado reformas a las leyes financieras que permiten ofrecer productos a costos más bajos, además de permitir que exista un mayor número de intermediarios con capital para ofertar sus servicios con condiciones suficientes de seguridad y a precios competitivos.
Para mejorar los índices de inclusión financiera y que más mexicanos tengan acceso a estos servicios es necesario que los intermediarios financieros cuenten con los productos adecuados y conozcan las necesidades de esta población sin acceso.
Se debe lograr ofertar estos productos con la misma facilidad que hoy se tiene para ir a la tiendita de la esquina.
¿Qué pasaría si al ir a comprar pan, refrescos o botanas, también se pudiera abrir una cuenta de ahorro, retirar o depositar dinero en efectivo, pagar servicios como la luz o el teléfono, e inclusive solicitar un crédito en la tienda de abarrotes más cercana? La buena noticia es que esto ya es posible: la regulación actual permite utilizar estos establecimientos mercantiles (tiendas de abarrotes, farmacias, papelerías, etc.) como comisionistas bancarios para ofertar una amplia gama de servicios financieros.
Cada vez veremos más que estos servicios se encuentran al alcance de más mexicanos, en lugares más accesibles y con las condiciones que establece la ley. Conforme más mexicanos tengan acceso al sistema financiero formal, se irán sentando las bases para asegurar que nos convirtamos en una sociedad más equitativa y con mejores oportunidades de desarrollo y crecimiento económico para todos.