La temporada veraniega suele ser fértil para la exhibición de películas y series de superhéroes y ciencia ficción. Hace apenas unas semanas fue Superman, y hoy sólo por mencionar alguna otra puede verse una animación dirigida a niños de nombre Mi Villano Favorito 2. El título es sumamente atractivo, pues los villanos igualmente siempre son rentables en cualquier historia. La existencia de un villano permite vaciar sobre él la razón de todos los males, y en ocasiones librarnos de nuestra propia responsabilidad sobre algo. Estas historias, donde conforme la narrativa avanza vamos generando repudio hacia el “villano”, son fiel reflejo de la realidad, donde políticos, empresas, medios de comunicación, sociedades e individuos crean personajes o entidades similares, sumamente efectivos para crear percepciones de quién es el bueno, y quién el malo.

 

Un ejemplo, bastante cercano a la ciencia ficción es la industria de la tecnología, donde también existen los “villanos favoritos”.

 

En busca de mi diversión veraniega, que no fue en las salas de cine, por cierto, me llamó la atención el juicio emitido por el periódico El País en una nota tecnológica publicada en estos días:

 

“A preguntas de este periódico, Skype se defiende con una declaración de manual: Mientras que Google es muy bueno en publicidad y se centra en múltiples cosas, Skype tiene un claro enfoque en las comunicaciones. Pero como líderes del mercado, sólo estamos interesados en ofrecer la mejor propuesta para el consumidor, que siempre ha estado en el centro de nuestra estrategia”.

 

Es decir, para el periódico español, en la nota referente al servicio Hangout, que compite con Skype, hay “algo” (interpretado por un servidor como “vacío”), en hacer una “declaración de manual”, de lo contrario, no habría hecho explícito el comentario. En mi opinión tiene que ver con que Microsoft, empresa propietaria de Skype, ha sido históricamente uno de esos “villanos favoritos” del mundo de la tecnología, y al cual, por múltiples razones, ha sido sumamente rentable cuestionar.

 

Lo más interesante fue que las otras historias de la “cartelera” periodística de El País de ese día estaban también plagadas de “villanos”. Si no, basta con ver los títulos: “Apple conspiró para subir el precio de los libros”, “Todos contra iOS y Android” -haciendo referencia a los “villanos” de la telefonía móvil, por la misma razón que a Microsoft históricamente se le ha señalado: dominar el mercado- o “Whatsapp comienza a cobrar a los iPhone”, texto que detalla cómo el servicio de mensajería se ha convertido en el villano que canibaliza negocios como el de Blackberry, pionera en un servicio similar pero restringido a dispositivos de esa marca, o a las compañías telefónicas que han visto disminuidos sus ingresos por llamadas de larga distancia.

 

Robin Hoods de la tecnología que le roban a los ricos -empresas de telecomunicaciones- para dárselo a los pobres -los usuarios comunes y corrientes-. Guasones que permanecen en una y otra versión y reversión y se consolidan como villanos históricos, y salvadores como los Avengers que se unen para destronar a Google y Apple del reinado móvil, forman parte del mosaico de héroes y villanos tecnológicos. Algunos producto de circunstancias, ninguno cuya vigencia sea solamente la temporada veraniega de cine, todos producto de estrategias de comunicación de uno u otro lado. Y algunos haciendo de medios de comunicación sus cómplices y aliados.