Cada que leo sobre un nuevo caso de “crimen pasional” me da un retortijón en el estómago, una sensación de impotencia y malestar general que va en aumento conforme observo las imágenes que acompañan a la nota informativa: cuerpos de mujeres ultimados, torturados, descuartizados, abandonados dentro de un tambo de basura o miembros femeninos desperdigados en zanjas, baldíos, montes, que de tanto verse en la cotidianidad, se han terminado naturalizando, lamentablemente.

 

El encubrimiento del feminicidio, entendido este como el asesinato de mujeres, por el sólo hecho de serlo, a través del término “crimen pasional”, no hace más que perpetuar un imaginario social en el que las agresiones cometidas contra las mujeres son de carácter privado y resultado de un repentino impulso ocasionado por los celos de la pareja masculina y que deviene en el asesinato de la mujer.

 

Quizá sea este arcaico y cobarde pensamiento, aunado a intereses políticos el que pobló las mentes de los cinco hombres y cuatro mujeres grises, representantes de las dependencias que instalaron el Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (SNPASEVM) que ha demostrado servir para dos cosas: para nada y para lo mismo, al negarse a activar el 19 de julio la Alerta por Violencia de Género (AVG) en el Estado de México.

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Con 33 votos en contra del AVG y tres a favor se evidenció la falta de interés y compromiso con la vida de las mujeres de uno de los estados más violentos del país. Es lamentable que aquellos que votaron en contra de la medida son las mismas instancias federales e institutos estatales de las Mujeres que conforman al SNPASEVM: Conapred, Secretaría de Salud, Procuraduría General de Justicia, Secretaría de Gobernación, Inmujeres, Secretaría de Educación Pública, Secretaría de Seguridad Pública, Secretaría de Desarrollo Social, Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia y los estados de Jalisco, Hidalgo, Colima, Sinaloa, Nuevo León, Guanajuato.

 

Entonces, ¿de qué se trata? Los apenas tres votos, cantidad irrisoria, a favor del AVG de los estados de Oaxaca, Tabasco y Baja California no fueron suficientes para poner en marcha el conjunto de acciones gubernamentales para enfrentar y erradicar la violencia feminicida, porque según anunciaron aquellos pseudo servidores públicos, “no hay indicios suficientes de violencia contra las mujeres por razón de género”.

 

Acaso no son ya demasiados los 922 asesinatos de mujeres registrados del 2005 al 2010 en el Estado de México dados a conocer por el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF). Parece que no, pues como verán, una mujer menos, da lo mismo para nuestro sistema.

 

Durante la sesión del pasado viernes el Consejo Estatal de la Mujer y Bienestar Social del Estado de México “justificó que ya no tiene sentido decretar la Alerta de Género debido a que en el periodo de 2005 al 2010 no existía el tipo penal y por ello consideraron imposible saber cuántos de los asesinatos eran feminicidios”.

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Seguramente en ése entonces seguían con la ideología de “crimen pasional”, aunque la maquillan con el término homicidios dolosos de mujeres, quitándole el término de feminicidio, que fue acuñado por la política mexicana Marcela Lagarde para describir la violencia endémica contra las mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua y quién también promovió el delito de Feminicidio en el Código Penal Federal y la Ley General de Acceso de las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia, desde febrero de 2007.

 

Esta es la segunda ocasión en que el SNPASEVM niega la investigación por violencia feminicida en el Estado de México, pese a que la Procuraduría General de Justicia mexiquense, señaló que entre marzo de 2011 y diciembre de 2012 se cometieron 563 asesinatos de mujeres, pero sólo 115 fueron investigados como feminicidio, de los cuales el 45% de las mujeres fueron asesinadas por su pareja, novio o concubino y en 33% de los casos se desconoce el tipo de relación entre la mujer y el victimario.

 

Seguramente este 20 de julio, cuando el presidente mexicano Enrique Peña Nieto partió su pastel de ¡Feliz Cumpleaños!, la cereza en el pastel fue la joven mujer que murió baleada a tan sólo 92.9 km de distancia donde sonrientemente él inauguraba un hospital en Villa del Carbón, asesinato que corona lo “bien” que ha manejado desde que fuera líder del gobierno mexiquense el tema de los feminicidios.

 

Un mensaje queda muy claro para la sociedad: estas muertes no importan y se pueden cometer con total impunidad.