En 1987, el arquitecto Abraham Zabludovsky realizó una intervención arquitectónica en este antiguo edificio, seguido por Isaac Broid, quien diseñó las instalaciones del centro de la imagen.
Sin embargo, no fue hasta 2011 que se inició un trabajo exhaustivo para actualizar el inmueble, que incluyó la recuperación de salones y patios y la creación de un espacio que actualmente alberga bibliotecas personales de intelectuales reconocidos del siglo XX.
El actual periodo vacacional sería el momento ideal para visitar el mencionado edificio. ¿Por qué? Por tres razones que lo hacen muy atractivo.
La arquitectura
Se trata de edificio antiguo, pero en el que han intervenido también arquitectos contemporáneos. En el recinto encontramos espacios diseñados por Alejandro Sánchez García, Bernardo Gómez-Pimienta, José Castillo y Saidee Springall, Jorge Calvillo y José Vigil, Aisha Ballesteros, Fernando Romero y Mauricio Ceballos y Javier Sánchez Corral. Sin duda, es una oportunidad única para ver de primera fuente las últimas tendencias en arquitectura moderna a través de la visión de un grupo de arquitectos connotados.
El diseño
Salpicadas por todo el recinto, hay obras e instalaciones de artistas renombrados como Betsabeé Romero, Alejandra Zermeño, Perla Krauze, Taller de Diseño Ecológico, Francisco Toledo, Laureana Toledo, Minerva Cuevas, Magali Lara, Jan Hendrix, Jerónimo Hagerman, Dr. Lakra y hasta una instalación sonora de Manuel Rocha. Las obras, contrastan con los espacios antiguos del edificio y le dan un aire surreal y de grandeza a cada pieza. Es como visitar una galería enorme, más que una biblioteca.
Las bibliotecas personales
¿Cómo funciona una biblioteca personal? Ortega y Gasset afirma que una biblioteca es un proyecto personal de lectura. En la Ciudadela, la idea es que, iniciando con la biblioteca de José Luis Martínez y posteriormente la de Antonio Castro Leal, Jaime García Terrés, Alí Chumacero y Carlos Mosiváis, el visitante pueda conocer una amplia memoria bibliográfica de las letras mexicanas y extranjeras del siglo XX. En cada espacio, las bibliotecas personales se muestran ordenadas y catalogadas tal como las dejó su dueño, para que cada visitante pueda adentrarse en el espacio más íntimo del personaje.
Así, un recorrido por este espacio es garantía de un rato agradable. Además, deja en el visitante aprendizajes y ganas de regresar en el futuro para leer un buen libro.