El joven mexicano Andrew Almazán Anaya pidió hoy mayor ayuda y atención para los niños superdotados, así como un diagnóstico correcto, ya que de otra forma se pierde “una mente brillante que podría haber hecho algo benéfico para el país”.
“No sabemos si (en un niño superdotado) hubiera estado el futuro descubridor de la cura para alguna enfermedad, o el inventor de algún artefacto que hubiera permitido mejorar las condiciones humanas”, dijo en entrevista el joven, que reiteró “la inteligencia, si no se usa, simplemente se pierde”.
Almazán, que acaba de ser elegido representante de México por el Consejo Mundial de Sobredotación (WCGTC), aseguró que esta pérdida “podría evitarse” con la concienciación de la sociedad y el apoyo de instituciones para lograr un diagnóstico a tiempo y adecuado.
“Al fin y al cabo estamos hablando de un millón de niños sobredotados que cuando crezcan podrían ser gente que aporte su talento a la humanidad” y genere “un desarrollo de la ciencia mucho mayor”, dijo el joven de 18 años sobre el 3 % de niños prodigio que hay en México.
Sobre su país, Almazán quiere que sea una nación “donde la mayor riqueza fuera una menor pobreza, pero no solamente económica, sino también intelectual, cultural y moral”.
Andrew nació en la capital mexicana y fue diagnosticado a los cuatro años con “sobrecapacidad”, pero también equivocadamente con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), un error que se comete en el 96 % de los casos y que da lugar a tratamientos inadecuados.
Ante la ausencia de instituciones que apoyasen a los niños prodigio, dejó el sistema escolarizado y comenzó a estudiar “en la educación abierta, indirectamente en la Secretaría de Educación Pública” con ayuda de sus padres.
Con un coeficiente intelectual de más de 162 (se reconoce a un superdotado a partir de 130 puntos), acabó el bachillerato en dos meses y medio y entró con 12 años a la universidad, donde obtuvo las licenciaturas de Medicina y Psicología, convirtiéndose en el psicólogo más joven del mundo.
Actualmente preside la Federación Mexicana de Sobredotación Intelectual y es director del Departamento de Psicología del Centro de Atención al Talento (CEDAT), además de representante mexicano ante el WCGTC.
Almazán considera que su designación para representar al país en el WCGTC es un “honor” porque se trata de un asunto que “no ha sido atendido durante muchos años en México y en varios países de Latinoamérica”, y sobre el que se celebrarán reuniones para decidir políticas internacionales.
El WCGTC es una organización mundial que apoya desde hace 35 años a los niños prodigio, y que reconoce como la única institución de este tipo en Latinoamérica a la CEDAT, fundada por Andrew y sus padres para subsanar la falta de apoyo que él encontró.
“Lo que voy aprendiendo quiero que sirva para que otros niños no tengan un camino educativo tan complicado”, explicó por teléfono el también maestro en Educación, quien afirmó que el 95 % de los niños prodigio de México no han sido diagnosticados como tales.
La superdotación se puede identificar a partir de rasgos como hiperactividad, distracción, aburrimiento con tareas monótonas y una conversación sobre temas más avanzados con otros niños, entre otros indicios.
Almazán criticó el “rezago de 70 años” en este tema, ya que no ha habido una investigación exhaustiva desde la que realizó el psicólogo estadounidense Lewis Terman en la década de 1930.
Destacó el 80 % de acoso escolar que sufren estas “mentes brillantes” hacia las que siente un “deber social” para ayudarles a encontrar “el camino correcto en el área educativa y puedan aprovechar sus capacidades”.
Según sus datos, “si nace un niño sobredotado y no es diagnosticado, las probabilidades de que conserve su inteligencia al llegar a los tres (años) es de menos del 4 %”.
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