La explotación de personas se ha vuelto una situación común en México. Ya sea para prostitución o para realizar trabajos forzados, miles de mujeres y niños son comercializados en el país por grupos del crimen organizado o por sus propios padres.

 

Leticia del Rocío Hernández, abogada especialista en trata de personas, dijo a 24 HORAS que existen varios factores que han llevado a la “normalización” de este fenómeno, en el que todos, desde la sociedad civil hasta las autoridades, “somos culpables”.

 

“Hay varias formas como se normaliza esta situación en México: hay personas que compran niños con la intención de darles un trabajo y evitar que caigan en circunstancias peores, también está el estigma social de pensar que porque son pobres no les quedó otra alternativa y, por otro lado, algo que tiene mucho peso es la colusión de las autoridades en un mercado que deja mucho dinero ilícito”, comentó.

 

Pese a que no se tienen cifras oficiales, estimaciones del Fondo de Población de las Naciones Unidas indican que México ocupa el tercer lugar en América Latina en trata de personas, considerado a nivel mundial como el tercer negocio ilícito más lucrativo -después del tráfico de drogas y de armas- al dejar ganancias por 32 mil millones de dólares al crimen organizado.

 

Aunque el fenómeno se replica a lo largo de toda la República, existen lugares focalizados donde redes de explotación operan a la vista de todos. Recientemente, el diario El País dio a conocer el caso del Tenancingo, una localidad de Tlaxcala en donde el comercio de mujeres es tan común que cuatro de cada cinco estudiantes del pueblo dicen querer dedicarse a la trata de mujeres, un negocio que se hereda entre generaciones y donde participan familias enteras.

 

Caso similar ocurre en Quintana Roo, donde el estudio Trata de personas en el sector turístico, realizado por el Observatorio de la Violencia de Género de la Universidad del Caribe (Unicaribe) en 2011, reveló que una modalidad en la trata de personas detectada en Cancún consiste en el sexo comercializado dentro de los hogares, en el que los padres ofrecen a sus hijas e hijos por 50 y 100 pesos.

 

Agregó que además de la prostitución forzada, la trata de personas también tiene modalidades cada vez más frecuentes como la mendicidad obligada o la explotación laboral.

 

Al respecto, sobre el caso del niño indígena humillado en Villahermosa, Tabasco, por parte de un funcionario público, Leticia del Rocío dijo que tiene que llevar a la reflexión más allá de cuántos niños son obligados a trabajar en las esquinas de todo el país, y ver por qué están en esas esquinas: “son niños a los que nadie voltea a ver y por eso son presas fáciles de grupos criminales”.

 

Ante esta situación, la especialista señaló la incapacidad del gobierno por garantizar a la población más vulnerable derechos humanos como el acceso a la educación, a un trabajo y vivienda dignos, a la salud y muchos otros.

 

Finalmente, Leticia del Rocío urgió a las autoridades a realizar acciones en lo social, económico y educativo para cortar con este fenómeno, no sólo en las grandes ciudades y fronteras, sino principalmente en las comunidades con altos índices de pobreza, que son las que normalmente repiten esta situación por la falta de recursos y por una tradición machista arraigada entre sus habitantes.