Al columnista Enrique Castillo-Pesado le hacen reír los eventuales “golpes de seriedad” que puedan darse ciertos políticos e intelectuales, porque si bien dice que en México “ya casi no se hace buena crónica de sociales”, los hombres y mujeres del poder son voraces consumidores de la también llamada prensa del corazón.
“Las actuales secciones de sociales… no las que deberíamos tener, sino las que hay, generalmente frívolas, gustan mucho a los políticos mexicanos y a los de otras partes del mundo: no es raro que les guste andar muy bien vestidos, o hay que ver lo que se gastan en ropa o los cambiazos de look que de pronto se dan algunos y algunas”.
–¿Nombres?
“No te los doy aquí, porque no es mi estilo, pero continúo: a estos políticos, lo mismo de izquierda que de derecha, les gusta saber de fiestas y de restaurantes, porque ahí es donde realmente hacen política, como también negocios. Y luego están aquellos que pasan de ser simples nuevos ricos a ser buscadores de, digamos, abolengo, y se casan con gente que creen de sociedad, mezclando sus apellidos, ampliando sus relaciones”.
Con 45 años de experiencia profesional en prensa, radio y televisión; Castillo-Pesado charla con 24 HORAS, medio en el que a partir de esta semana se incorpora como autor de una columna que promete innovación dentro de su género.
La tarjeta personal que el también consultor de imagen pública obsequia a sus conocidos es casi tan grande y vistosa como el bolsillo superior de su saco, el cual engalana con el dobladillo de un pañuelo que, se da por hecho, es de seda y va bien con el color de su corbata.
Impecable es la vestimenta formal del entrevistado, afable anfitrión, como también es llamativa su gran casa, tapizada de cuadros y objetos artísticos. Ahí muestra a los visitantes desde un setentero autorretrato de José Luis Cuevas hasta una vajilla creada por Salvador Dalí. Un tesoro básicamente constituido, dice, por regalos de los propios autores, “mis amigos”.
–¿Influye la crónica de sociales en la vida política de los países?
“Te pongo un ejemplo y dime si no: un día, el rey de España se fue de cacería con su novia, quien trabajaba en el Palacio de la Zarzuela, pero cometió el error de permitir el acceso a un fotógrafo. ¿Qué harías tú si fueras el rey?: ¡prohíbes tomar fotografías! Pero ese día, alguien tomó una imagen: ¡su majestad cazando elefantes, en plena crisis española! y le metió un golazo del cual hasta ahora no se recupera.
“Así es como influye la crónica de sociales, aunque esta haya sido desafortunada en el caso de su majestad”, acota Castillo-Pesado, antes de mencionar que dicho género ha existido siempre y en todos los países: “lo mismo en el Kremlin que en La Habana; se practica en España, Inglaterra e Italia, un poquito en Francia y Alemania; bastante en Estados Unidos, Colombia y Brasil, otro poco en Argentina y muy mal en México”.
–¿No se trata nomás de fotografiar las fiestas de los ricos?
“De ningún modo. Eso que dices, cubrir bodas o bautizos, es lo que por desgracia nos recetan aquí ciertos diarios y suplementos: tres líneas mal escritas y muchas fotos. Eso yo lo llamo: fotitis. Para mí, la crónica social es conocer al personaje de esa fiesta; visitar su casa, sentarse a la mesa, acompañarlo a Cuernavaca o a Acapulco, viajar con él a Europa, ver a su familia, aprender de él y de sus problemas o anhelos”.
Bajo este esquema es como Castillo-Pesado dice haberse ganado, en distintos tiempos, la amistad de celebridades como María Félix o Dolores del Río; Julio Iglesias, Rocío Jurado, Paloma San Basilio o Joan Manuel Serrat; de empresarios como Antonio Ariza Cañadilla o Valentín Diez Morodo, “por citar a algunos”, u obtenido la confianza de personalidades como la entonces primera dama de Estados Unidos, Nancy Reagan, o de la premier inglesa Margaret Tatcher.
Con 64 años de edad, un número estimado de 18 mil entrevistas en su portafolio reporteril y un curioso premio Guinness por “35 años de publicar ininterrumpidamente una columna de prensa”, Castillo-Pesado dice que “la crónica de sociales bien llevada, la que se hace para sumar y no para restar, es también la crónica de la vida cultural de los países”.
Acepta que este subgénero es acusado de frivolidad; pero ello debe atribuirse, dice, a que es reflejo de la vida real: “todos tenemos algo de frívolos: ¿conoces a alguien que no lo sea?”.
“Te pongo el ejemplo de la revista Hola, que lo mismo divisas en la caseta de Cuernavaca que en las salas de los multimillonarios; se trata de un medio que todos leen y en el que todos los nuevos ricos o famosos quieren salir, incluyendo a políticos e intelectuales. Me pregunto por qué un Arturo Pérez Reverte, un Camilo José Cela, como también un Jorge Luis Borges, han concedido entrevistas al Hola”.
–Elena Poniatowska ha dicho que todo México “es una gran crónica de sociales”, por la frivolidad de su vida pública.
“Pues Elenita misma proviene de ese México frívolo… y es muy respetada; yo creo que nada de esto es incompatible con la vida cultural, y te pongo otro ejemplo: ¿cómo explicas que mis desaparecidos amigos Carlos Monsiváis o Paco Ignacio Taibo I, que fueron hombres de izquierda, me escribieran sendos prólogos para mis libros?”
–Las nuevas generaciones de periodistas suelen menospreciar la crónica social.
“Es cierto, y hacen bien, porque, ya te dije, en México no hacemos verdadera crónica de sociales; muchos estudiantes de periodismo podrían reivindicar el género si leyeran un poquito más y supieran que Óscar Wilde, Marcel Proust, Truman Capote o Salvador Novo hacían crónica de sociales. Pero ahora muchos jóvenes prefieren estar tuiteando, antes que leyendo.
Gracias a sus más de 200 viajes por España, además de haber visitado la mayor parte de los países, Castillo-Pesado asegura haber recibido ofertas del gobierno para ocupar cargos en el servicio exterior; sin embargo, dice, todos los ha rechazado: “la sucia política no es mi matiere”.
“Yo entiendo la política como la causa de todos los problemas que hoy nos tienen atascados. México es un gran país, un lugar maravilloso, pero la cochina política nos tiene atorados. Nos dicen que para el año 2030 vamos a estar entre las cinco grandes economías del mundo, pues yo lo dudo mucho, porque tenemos a 50 millones de personas en pobreza o 30 en la pobreza extrema, lo que te parezca peor”.
Respecto a los actuales partidos políticos, se muestra igualmente escéptico:
“Al PRI… todos lo conocemos, al PAN muchos lo rechazamos (yo llamo a los panistas los modernos fariseos), mientras que el PRD no me gusta, porque dice ser de izquierda y en realidad son muchas izquierdas: la de Ebrard, la de López Obrador, la de Jesús Zambrano… y ninguna es como la que a mí me gustaría: una izquierda como la de España”.
Estudioso de la Biblia y de la teología desde hace 25 años, Castillo-Pesado tampoco dice creer en la iglesia católica, como en ninguna otra, pero “sí en Dios y en su esencia, la cual todos los días yo proyecto en mi comportamiento personal y en mi congruencia”.
Con buen sentido del humor, el columnista reconoce no ser “nadita” afecto a las redes sociales; dentro de las cuales participa poco: “No me interesa ser el rey del tuit, y en todo caso, sería el rey del twist, porque, eso sí, lo sé bailar muy bien”.
Tatcher
“Estaba yo en una cena de la Casa Blanca, muy serio, cuando de pronto se acercó un marine que me dijo; la señora Nancy Reagan quiere que vaya hasta su mesa. Al llegar allá, la primera dama quiso bailar conmigo. Y a lo mejor lo hice tan bien que en un momento ella me dijo: Enrique, ¿qué favor quieres que te haga? No lo pensé mucho para pedir: quiero entrevistar a Margaret Tatcher. A los dos días, ya tenía cita en el número 10 de Downing Street con la Dama de Hierro”.
Capote
“Estaba yo dejando caer la tarde, en el hotel St. Regis de Nueva York, cuando me topé con mi amigo, el maestro Salvador Dalí, quien me preguntó: ¿tienes tiempo, Enrique? Acompáñame aquí enfrente para tomarnos una copa con un tal Truman Capote. Fue así como al día siguiente entrevisté al autor de A Sangre Fría. De paso, el maestro Dalí me encargó que me hiciera cargo de la promoción en México de una vajilla de su creación”.
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