Richard Linklater regresa, por tercera vez, a los personajes que nos presentó hace casi 20 años en Before Sunrise (1995), cinta romántica donde una pareja de veinteañeros (Jesse y Celine) se conocen en un tren y deciden pasar una tarde-noche juntos antes de que ambos deban regresar: él a Estados Unidos, ella a Francia.
Esta película, así como su posterior secuela (Before Sunset, 2004), representaron una de las sagas más románticas del cine contemporáneo; una donde el inesperado amor de ambos se construía no sólo por la atracción física sino por esa dulce y evidente compatibilidad mostrada a través de la palabra: aquellas largas conversaciones a cuadro -a veces románticas, a veces banales, nunca aburridas- donde ambos personajes se iban desnudado verbalmente forjando un puente que se antojaba indestructible. Ninguno de aquellos filmes aclaraba el destino final de sus protagonistas, pero como bien dice Jesse al inicio de la segunda cinta: “responder esa incógnita le quitaría sentido a todo el asunto”.
Sea por capricho de los fans, del estudio o del director, el caso es que Linklater ha decidido abrir de nuevo la ventana y mostrarnos más sobre la relación de Jesse y Celine, aunque para ello tenga que dinamitar algunas de las preconcepciones románticas que el público fabricó alrededor de estas cintas.
Han pasado nueve años más desde la última vez que vimos a Celine (la siempre guapa Julie Delpy) y a Jesse (Ethan Hawke); ambos ya son unos cuarentones. Tal cual ella advirtiera en (siguen spoilers , salte al párrafo siguiente si juzga necesario) el último diálogo de Sunset, Jesse perdió aquel avión hacia Estados Unidos, se ha divorciado de su esposa y vive con Celine en Francia.
“Hace mucho que no hacíamos esto”, le dice en algún punto Celine a Jesse cuando ambos, en un breve espacio a solas, se dan oportunidad de hacer lo que mejor saben: platicar, platicar y platicar. El truco le vuelve a funcionar a Linklater: los diálogos bien escritos, mejor actuados (la escena del hotel es para un Oscar) e impecablemente bien filmados, hacen que jamás perdamos el interés. Su cámara conserva la sutileza y elegancia de los anteriores filmes (esos magníficos planos secuencia que no llaman la atención sobre sí mismos) para así destacar la química y las intensas actuaciones que Delpy y Hawke despliegan.
Linklater sabe que el romanticismo de las primeras entregas demandaba llevar a su pareja de enamorados por un valle donde las palabras, antes vehículo de enamoramiento, se transformaran en violentas armas. Sus personajes ya no tienen veinte años, han crecido, ven la vejez asomarse a lo lejos y a la juventud (¿al amor?) irse lentamente, como aquel atardecer en Grecia.
Estamos ante una cinta sorpresivamente dolorosa, inquietante, triste, pero necesaria. El único sentido de hacer esta secuela es justo ese: cuestionar el tinglado de los filmes anteriores (interesante el comentario acerca de las parejas que se conocen por internet), cuestionar a Jesse y Celine como pareja y cuestionar también a un público que acudirá a las salas buscando más de lo mismo, encontrando, sí, una larga conversación, pero que esta vez se tornará irremediablemente agridulce, violenta, extenuante.
Por supuesto, Linklater no verterá conclusiones, nos dejará esperando otros nueve años al tiempo que quedará en nuestras mentes, punzante, dolorosa, molesta, inquietante, aquella afirmación que hace Celine al inicio de la cinta: “así es como empiezan los rompimientos”. ¿Será?
Antes del Anochecer (Dir. Richard Linklater)
3 de 5 estrellas.
Con: Julie Delpy, Ethan Hawke, entre otros.