De nueva cuenta, varios cientos de jóvenes excluidos de la educación superior salieron a las calles para reclamar un lugar en una institución de “renombre” porque dicen, la escuela es un derecho, no un privilegio.

 

La convocatoria para la segunda marcha de los jóvenes que no lograron  obtener una matrícula en alguna de las principales universidades publicas comenzó a través de redes sociales y en las páginas de los movimientos de Aspirantes  Excluidos de  la Educación Superior (MAES) y de Estudiantes No aceptados (MENA); otros más se enteraron a través de la propaganda colocada dentro de los vagones del Metro o por comentarios de algún amigo o familiar.

 

El punto de reunión fue la glorieta del Ángel de la Independencia. En ese lugar comenzaron a reunirse desde las 10:30 de la mañana para después de mediodía marchar sobre avenida reforma con rumbo a la Secretaria de Educación Pública (SEP). El programa emergente anunciado por la dependencia para ampliar la oferta de espacio les parece insuficiente.

 

En semanas anteriores Fernando Serrano Migallón, subsecretario de Educación Superior, reconoció la dimensión de la demanda: 100 mil jóvenes a quienes se ofrecerán alternativas, una de éstas son espacios en algunas instituciones privadas con las cuales se acordó un menor costo.

 

El lunes, María Inés recibió la llamada de una universidad privada para ofrecerle un espacio para su hija. El primer requisito: presentarse el miércoles a las 10:30 de la mañana en la glorieta del Ángel de la Independencia. “Fue un engaño, porque ahora me dicen que debo de ir a marchar y yo no sabía, es una pérdida de tiempo, yo tengo que trabajar, pero si está la posibilidad para mi hija de estudiar, hay que esperar”, dice la mujer mientras se cubre del sol.

 

Otros jóvenes se disponen también a marchar para insistir en su reclamo: un espacio en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)  o la Universidad Autónoma de México (UAM). “Es un derecho, no es un privilegio tener una escuela”, dice Johana mientras camina junto con el contingente, minutos después del mediodía.

 

Egresada de una preparatoria privada, la joven cuenta que no obstante su promedio de 9.3 no obtuvo uno de los 43 mil espacios disponibles en esas tres instituciones.

 

A Rubén, sus 97 aciertos en el examen de admisión le resultaron insuficientes. Dos más habrían sido suficientes para ingresar a la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM:  “tuve coraje, tristeza y resignación al saber que no tenía un lugar”.

 

Este año la SEP elaboró un plan emergente para sumar 41 mil 406 espacios más, una oferta que muchos aspirantes rechazan. Desde su inicio el 23 de julio y hasta el lunes pasado, la cifra de alumnos registrados era de 15 mil 583, dejando 25 mil 823 matrículas sin ocuparse.

 

“Tengo ese deseo, de seguir estudiando (…) pero no en una carrera a distancia, no tiene el mismo peso, la misma validez”, dice Manuel mientras sostiene una manta del MENA y camina con el grupo que avanza sobre Reforma.

 

“¡Queremos estudiar! ¡Queremos estudiar!”, “Cachun cachun ra ra…”, “Huélum, Huélum…”, corea el grupo de alrededor de 800 jóvenes, muchos de ellos acompañados de sus familiares.