Baja California, expresión emblemática del oficio de la vitivinicultura en México y América, ofrece excepcionales reductos para la relajación y el goce de los sentidos.
En el corazón del Valle
Una de las más exclusivas expresiones de enoturismo en México es, sin duda, La Villa del Valle, hotel boutique situado en el corazón de la zona vinícola más emblemática de la Baja California: el Valle de Guadalupe.
No obstante que se encuentra a poco más de media hora de Ensenada, se ubica en un espacio alejado de cualquier bullicio, con la soberbia vista de las montañas, viñedos y olivares. Es un hotel exclusivamente para adultos, sin acceso para niños ni mascotas.
Con aproximadamente 28 hectáreas de terreno, invita a tranquilos paseos por la propiedad y a la relajación bajo la sombra de los olivos, al goce de la naturaleza y la tranquilidad, ya sea en las andanzas por su famoso laberinto, la visita a los huertos y los viñedos, o al deleite de su alberca y jacuzzi.
Por si fuera poco, contiguo a la Villa se encuentra el restaurante Corazón de Tierra, dirigido por el chef Diego Hernández Baquedano, y uno de los más reconocidos establecimientos de la región por su finísimo e imaginativo uso de los ingredientes locales.
Con sello ecológico
Una de las más recientes piezas del Grupo Hábita es Endémico, ubicado en el Valle de Guadalupe. Karla Márquez, gerente del lugar, destaca que es un conjunto de 20 habitaciones o ecolofts independientes, en un terreno que forma parte de las 94 hectáreas del desarrollo Encuentro Guadalupe, que incluye una vinícola, una zona residencial y viñedos.
“Ya que la filosofía del proyecto es impactar lo menos posible el entorno, cada ecoloft, recubierto con láminas de acero, está elevado por encima del terreno en una plataforma de metal. El acero, con el tiempo, irá desplegando tonalidades ocres que se fundirán con el paisaje. El diseño de los se basa en la idea de una casa para acampar, pero en términos de lujo”.
El proyecto fue desarrollado por el arquitecto tijuanense Jorge García, y es un concepto que une al vino artesanal con el diseño arquitectónico sustentable. García toma su inspiración en el movimiento Slow Food, que pretende crear una experiencia de vivir en un estado natural para valorar los elementos con que se cuenta.
Cuatro Cuatros
Un camino bordeado por insignes bodegas artesanales, como la del profe JC Bravo, y de sitios emblemáticos, como La Escuelita, de El Porvenir, lleva a los terrenos de Cuatro Cuatros, plan vitivinícola de importante jerarquía, sobre todo por el proyecto habitacional que reviste y que propone la inclusión de exclusivas residencias en el entorno de los viñedos.
Con una geografía privilegiada que remata en su otro extremo con la vista del mar, Cuatro Cuatros plantea un concepto de enoturismo con el signo de originalidad de sus cabañas, o mejor dicho, sofisticadas “tiendas de campaña” que nos recuerdan algunos de los más elegantes safaris cinematográficos, sólo que en este caso los servicios rebasan por mucho a los que tuvieran Clark Gable o Meryl Streep.
La naturaleza y la especial vista de los viñedos imprimen un sello especial a esta experiencia en la que además se ofrecen otras alternativas como paseos y actividades deportivas. Lo cierto es que un atardecer en Cuatro Cuatros, con el sol dominando el firmamento y poniendo su rúbrica en el mar, nos confirma que en torno a una botella de vino también puede trazarse una visión del paraíso.