Lo genes masculinos y femeninos mantienen una batalla sexual desde el inicio de la especie y como resultado de esa guerra genética “uno de los dos, desaparecerá” asegura Bryan Sykes, investigador en genética humana de la Universidad de Oxford.

 

“Sólo hay que echarle un vistazo al cromosoma masculino ‘Y’ para ver que está hecho un desastre.  En mi opinión, el cromosoma ‘Y’ tiene serios problemas, se está deteriorando muy rápidamente”.

 

Pero esto no sale a partir de sólo sus disertaciones científicas, sino se plantea con más firmeza de un estudio que permite proyectar el futuro evolutivo de la especie humana hasta en 1 millón de años a partir de hoy.

 

La genética, el estudio de la célula que intenta comprender la herencia biológica de la que son portadores todos los organismos vivos, ha arrojado en la última década revelaciones que permiten rastrear la herencia materna y paterna hasta los primeros homo sapiens sapiens que surgieron en África, hace mas de 160 mil años.

 

 

Resultado de su trabajo en laboratorio, Sykes, publica en sus libros Las siete hijas de Eva y La maldición de Adán, la  hipótesis nada esperanzadora para el género masculino: “dentro de un millón de años, no habrá más cromosoma ‘Y’; las mujeres habrán aprendido a reproducirse ellas mismas.

 

La investigación en la que basa su teoría, surgió cuando quiso establecer un linaje materno de la especie humana y descubrió que toda la información que se trasmite de madre a hija únicamente, se encuentra en el organelo celular de las mitocondrias.

 

El estudio del ADN mitocondrial permitió establecer que existieron en el mundo 136 mujeres, dadas sus características genéticas, que dan origen toda la población femenina actual.

 

“Existió un ancestro común a todos los seres humanos, a partir de él se han establecido varios linajes en todo el mundo”, detalla.

 

Como ejemplo, establece que “todos provenimos de tres linajes en Africa denominados con un solo nombre: Lara, quien dio origen a siete linajes europeos denominados con nombres de mujer según ciertas características y cultura, llamadas Evas”.

 

Algunas de estas mujeres datan de 145 mil años atrás, entre las que se ubica Jazmin, proveniente de Siria, cuya aportación fue la agricultura y la ganadería; también está Ursula, rastreada en lo que hoy es Alemania, quien introdujo las herramientas de piedra o Ivalda, de España, cuyos descendieres migraron hacía Finlandia y Noruega.

¿Qué son las mitocondrias?

 

Las mitocondrias son el organelo celular encargado de producir la energía para la vida. Ellas traducen los azúcares en un impulso dirigido al núcleo para aportar la energía para su funcionamiento, al mismo tiempo, regresan y dispersan los radicales libres que surgen de este intercambio de información al resto de la célula, propiciando también el envejecimiento.

 

Dado la complejidad de estudiar la cadena de los genes a raíz del núcleo celular, ya que la mayoría de nuestro historial genético se ve mezclado por la herencia del padre y la madre en el núcleo de la célula, Sikes propuso aplicar el mismo registro ancestral a una parte de la célula en específico, por el lado materno se encuentran las mitocondrias y por el linaje paterno está el cromosoma ‘Y’.

 

El análisis de este último gen, que se hereda por la vía masculina, en comparación con el ADN mitocondrial muestra en primer plano, la pobreza informática de la que es portador.

 

Así, al ser unidades de información ínfimas, se tienen que someter en el laboratorio a un proceso de amplificación por reacción en cadena, que hace que ese ADN se copie a sí mismo repetidas veces, y solo varían unos hombres de otros de las veces que se repita ese código en la secuencia.

 

Los hombres, portadores del cromosoma Y, se han preservado por una selección sexual dada su adaptabilidad y su reproducción, sin embargo en comparación con la cantidad de información que posee la herencia femenina, hacen mejor en resistencia, adaptabilidad y reproducción, la información de éste último, el ADN mitocondrial.

 

El autor plantea entonces otra hipótesis, “se ha exagerado la influencia del cromosoma ‘Y’ sobre el cromosoma ‘X’, a pesar de las características que hacen mejor a la herencia femenina”; y declara que la sociedad patriarcal beneficia tremendamente al gen ‘Y’ en aspectos que van desde la herencia del título a los primogénitos varones hasta los feminicidios y la violencia de género.

 

Esto, aclara, es producto del conflicto que existe entre las ‘Y’ y las mitocondrias. “No quiere decir que seamos esclavos de los genes, pero no hay ninguna duda de que todos los aspectos de la personalidad y del comportamiento, están influenciados por nuestros ancestros. Primero por nuestro padres y así en línea descendente”.

 

Recientemente en Estados Unidos se realizó un experimento en el que se le engaña a un ovulo ser fecundado por otro óvulo sin genes, y el resultado que dio fueron clones. El científico relata que es relativamente muy fácil fecundar un óvulo con otro óvulo, del que nacerán hijas pero no clones, sino como cualquier mujer en la actualidad.

 

También dijo que hay formas para evitar que se lleve a cabo la extinción masculina como sería transplantar genes masculinos a otros cromosomas.

 

“Todo esto remite a conexiones mitológicas donde la teología adoraba a lo femenino. Es lo todavía hacemos; las mujeres son las diosas, y lo saben con razón, ya que tienen el secreto de la procreación de la vida y lo que hacemos los hombres aquí es poseer esta etiqueta molecular de ADN, que es parte de la linea femenina que viene del pasado”.