Fallecido hace unos días, José Guadalupe Moreno de Alba ha sido indudablemente una de las figuras estratégicas en los estudios lingüísticos en México. Un hombre de ideas, trabajo y principios en un país que ante todo requiere de eso; de figuras que reiteren la complejidad y riqueza de nuestra cultura, y que tiene desde luego una de sus expresiones más patentes y ricas en el idioma; territorio en el que desde luego Moreno de Alba fue maestro.

El ámbito culinario, por supuesto, no fue ajeno a los estudios del director de la Academia Mexicana de la Lengua, de 2003 a 2011. Sus Minucias del lenguaje (Fondo de Cultura Económica, FCE) son un importante referente en torno al uso de diversas palabras relacionadas con la alimentación, ya sea en cuestión de técnicas, ingredientes y hábitos sociales.

“El vocablo bistec generalmente sólo se usa con el significado de ‘lonja de carne de vaca (soasada en parrillas o frita)’, aunque también se emplea equivocadamente por algunos hablantes para designar una lonja de carne de cerdo, lo que va en contra de su etimología (del ingl. beefsteak; de beef, ‘buey’, y steak, ‘lonja, tajada’)”, refiere en uno de sus artículos.

Las diversas acepciones de buffet, bufet, bufé, bufete son de las más manoseadas en México, y lo mismo se puede ir a un buffet de abogados (poco apetecible), que un bufete de comida china, donde seguramente el pago de la cuenta se resolverá según los principios de Confucio, El Arte de la Guerra, o el Libro Rojo de Mao.

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Por su parte Moreno de Alba, refiere que en el francés moderno “el sustantivo buffet tiene varios significados, entre los que destacan los siguientes: aparador, trinchero, fonda de estación, colación, merienda. Es asimismo sinónimo de ambigu (esp. ambigú).

“Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), buffet dio origen en español a dos sustantivos (obvios galicismos) de muy diferente significación: bufete y bufé. El significado de bufé (‘mesa en que se sirven bebidas y alimentos’) se relaciona con varias acepciones del fr. buffet (colación, merienda, ambigú… y también con el mueble aparador). Más remoto parece el parentesco entre el fr. buffet y el esp. bufete, que cuenta con varias acepciones, entre ellas las dos siguientes: ‘mesa de escribir con cajones’ y ‘estudio o despacho de un abogado’”, destaca que fuera catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM.

No menos interesante es su consideración sobre el término desayuno, de la que después sustancial disertación precisa: “En el español mexicano contemporáneo parece ser que, por una parte, la voz desayuno, al menos en el habla de la ciudad de México, es la predominante para designar la comida que se toma por la mañana, independientemente de que ésta consista en sólo café y pan, por ejemplo, o en platos guisados o viandas sólidas.

“Puede ser transitivo (“desayuné huevos con jamón”) o intransitivo, pronominal o no (“desayuné” o “me desayuné a las ocho”). El verbo almorzar, menos frecuente que desayunar, se usa más en el habla rural, aunque también se escucha en la lengua urbana, y generalmente hace referencia a la comida de la mañana en que hay platos guisados, aunque puede designar también los alimentos que se toman a media mañana o la comida del mediodía”.

No menos suculenta es su apreciación a la forma “No me antojes”: “Aparte de la curiosa etimología de antojar (procedente del sustantivo antojo y éste a su vez del latín anteoculum, ‘delante del ojo’, de donde puede verse de paso la propiedad de llamar en México antojitos a esas ricas viandas populares que comienzan a gustarse con la vista), la expresión que da título a esta nota resulta interesante, desde un punto de vista sintáctico, por varias razones.

“La gramática y el léxico señalan claramente que el verbo antojarse (no se registra antojar) es, por una parte, de tipo pronominal, esto es, que por fuerza debe usarse con el pronombre se y, casi siempre, además con alguno de los pronombres me, te, le, nos, etc., en función de objeto indirecto: “se me antojó un helado”, “siempre hace lo que se le antoja”, “eso se antoja”. Por otra parte, debe señalarse el carácter unipersonal del verbo, que sólo se usa con las terceras personas. De ahí la imposibilidad de construir oraciones como *yo antojo.

“Ahora bien, en el español mexicano se produce en ocasiones un cambio de régimen en el verbo, observable tanto en el hecho de que se construye sin el pronombre se cuanto en que se conjuga en personas diferentes de la tercera y, finalmente, en que aparece con un objeto directo, pronominal en el caso del ejemplo (me). Cuando alguien come un apetitoso pastel frente a una persona que está a dieta, ésta puede decirle “no me antojes”, con verbo en segunda persona, obviamente sin el se y con un pronombre me que, me parece, no puede analizarse como objeto indirecto sino directo. Todo ello se debe, creo yo, a que en tal expresión se ha dado un cambio semántico, sobre todo en el verbo, pues “no me antojes” viene a equivaler más o menos a “no me incites (a comer)”, y por ello, por una parte, se elimina el pronombre se y el carácter unipersonal del verbo, y por otra, éste queda en posibilidad de tener objeto directo”.

El trabajo de Moreno de Alba brinda una importante visión sobre el uso y la evolución sobre diversos términos referentes a la gastronomía. Un recorrido por su obra puede ser de especial interés para cocineros, estudiantes y diversos profesionales relacionados con el tema, sin perder de vista que es un deleite para cualquier lector que quiera ahondar en el origen y la proyección social de las palabras.