En el séptimo piso de las instalaciones centrales de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se encuentra uno de los museos más secretos, raros y controvertidos que hay en México: el Museo de Enervantes, a cargo de las Sección Séptima de Operaciones contra el narcotráfico.
24 HORAS tuvo acceso a las siete salas de este lugar único en su tipo pues sólo hay otros sitios parecidos en el mundo: una sala que tiene la Policía Nacional de Colombia dedicada a investigar a los cárteles y otro que tiene la Agencia Antidrogas de EU, (DEA por sus siglas en inglés) en sus oficinas centrales. Esto es lo que se exhibe en el Museo del Narcotráfico del Ejército mexicano, donde se pueden encontrar desde cigarros de mariguana hasta cocaína negra, y de neumáticos incautados con droga en alguna carretera del país hasta el arma que le decomisaron a El Chapo Guzmán cuando lo detuvieron en Guatemala con las iniciales de El Señor de los Cielos en la cacha.
Una de las piezas nuevas que tiene este lugar es una estatuilla en yeso bañada en oro, con diamantes y rubíes incrustados, de un Caballero Templario. Elementos de la Defensa Nacional lo encontraron en Apatzingán, Michoacán, durante un operativo que se hizo el día en que se celebraba el primer aniversario del presunto abatimiento de Nazario Moreno, alias El Chayo, jefe de la Familia Michoacana y que ahora según versiones periodísticas señalan que se encuentra vivo. En 2010 el entonces vocero de seguridad del gobierno de Felipe Calderón, Alejandro Poiré, aseguró que el capo había caído muerto durante enfrentamientos con federales en Michoacán, pero nunca hallaron el cadáver.
El viernes pasado por la mañana 24 HORAS publicó en vivo a través de su cuenta de Twitter, @diario24horas, el recorrido por esta galería que cumple 28 años. Su acceso no es sencillo ya que no está abierto al público y sólo se permite el acceso al personal militar y a los oficiales de la policía de alto rango.
Diez salas de ‘narcoarte’
En el muro a la entrada del lugar están los nombres de los militares que han muerto desde el arranque de la campaña contra el narcotráfico que arrancó en 1976. En lo que va de la administración de Enrique Peña Nieto, 29 elementos han sido abatidos, en total van 888. El museo está en el séptimo piso de un búnker de concreto fortificado dentro del complejo central militar de la Sedena. Entre las fotografías que compartimos está la de una vitrina en la que se exhiben muestras reales de diferentes drogas que se cultivan aquí o que llegan a México desde Centroamérica, como la mariguana, el cristal o la cocaína negra.
Pasos adelante tienen lugar las miles de maneras que se inventan para ocultar estas drogas, como muñecas, boilers, biblias o un maniquí que recuerda el caso de una mujer embarazada que ocultó en su vientre paquetes de cocaína en Tijuana.
Hay una fotografía que incluso expone los glúteos de una mujer quien los rentó para cargar en ellos cocaína y murió en el aeropuerto del DF cuando uno de los paquetes reventó. También está Zuyaqui, el perro que más aseguramientos ha realizado: suma 3 mil kilos de marihuana y 102 kilos de pastillas. Tras su muerte, la Sedena lo disecó como homenaje a su trabajo.
En una de las esquinas, una representación de los guardianes del narco: un maniquí disfrazado de un campesino sentado bajo un árbol con un rifle en las manos, que protege un campo de cultivo de mariguana. Alrededor de su cuello una medalla de Jesús Malverde, considerado el santo patrono de los narcotraficantes.
Excentricidades
La bienvenida a la sala de la narcocultura la da otro maniquí disfrazado del estereotipo del narcotraficante mexicano que mantiene la Sedena: la figura viste botas vaqueras, un cinturón de piel, bigotes abultados y la planta de la mariguana como imagen en su joyería. A un lado, en una vitrina se encuentra la chamarra blindada que llevaba puesta Osiel Cárdenas, entonces jefe del Cártel del Golfo al momento de su captura.
Ahí uno se topa con vitrinas que exhiben, por ejemplo, un celular con incrustaciones de diamantes y funda de oro, que le perteneció a Daniel Pérez Rojas, uno de los fundadores de los Zetas. O una pistola con la cacha de oro decomisada a Alfredo Beltrán Leyva, uno de los líderes del cartel de Sinaloa, con la frase: “Prefiero morir de pie que vivir de rodillas”.
Una de las armas que más llama la atención es la que tiene esmeraldas incrustadas y que perteneció a Joaquín Guzmán Loera, líder del cartel de Sinaloa. Esa pistola tiene las iniciales ACF, por Amado Carrillo Fuentes, quien fuera líder del Cartel de Juárez y que antes de morir se la regaló al “Chapo”.
En el museo no hay objetos de los narcotraficantes detenidos recientemente, como Miguel Ángel Treviño, alias “El Z-40”, porque esas capturas fueron hechas por la Secretaría de Marina. La palabra “guerra” no se menciona en ninguno de los objetos o muros que hay en el recinto.
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