Tras asistir a una función de lucha libre mexicana en Estados Unidos, la periodista española Marta Franco, quedó encantada, pero aún más cuando supo de la existencia de mujeres que luchaban sobre el ring. Fue ahí cuando supo que tenía que saber quiénes eran esas mujeres, dónde estaban y sobre todo, cómo vivían en un mundo fundamentalmente masculino.
La inquietud por conocer las historias de las luchadoras la llevó a trasladarse de San Francisco, donde Franco reside actualmente, a la Ciudad de México. El resultado de sus indagaciones se ve reflejado en el proyecto multimedia: Las Luchadoras. Historias de mujeres sobre un ring mexicano, que se encuentra tanto en inglés como en español.
El documental segmentado en seis partes, se enfoca en Lola González, Black Fury y Big Mama, a través de quiénes se muestra la lucha entre lo público y lo doméstico, así como la ruptura de los estereotipos de género que enfrentan las luchadoras.
La historia de Lola González, multicampeona femenil de lucha libre, evidencia el conflicto entre su vida sentimental y profesional, que la llevó en dos ocasiones a retirarse del ring, siendo la segunda vez, la que mayores dificultades le generó al querer retornar al mundo de la lucha libre años después.
La prolongada ausencia en el ring, la falta de interacción con promotores, luchadores, fanáticos y el constante cambio en el ámbito de la lucha libre complicaron el regreso de González. Pese a ello retomó un espacio que la cobijó desde los 14 años, demostrando que su vocación seguía intacta.
Otra de las luchadoras, Black Fury que no tiene ni 18 años de edad, y lleva cuatro años luchando profesionalmente, señala que fue su padre quien la introdujo a la lucha libre y quien la lleva a las prácticas, los eventos y las giras.
“Desde que empezó su carrera, no la he dejado sola, incluso durante el entrenamiento”, dice su padre. Y finaliza advirtiendo, después de vivir ciertas situaciones incómodas, “algunas personas creen que están en un bar, van bebiendo (durante las giras)… siento que no es apropiado para una mujer”.
La declaración del padre es una contradicción que refleja la cultura que excluye a las mujeres del ámbito de lo público, pues pese a que él mismo fue quien la motivó a involucrarse en este deporte, al mismo tiempo juzga que la lucha libre no es un espacio adecuado para una mujer.
Otro personaje que aparece en el documental es Big Mama, quien rompe moldes y construye nuevas maneras de ver a las mujeres sobre el ring. De complexión robusta, Big Mama logra imponerse y demostrar que no sólo las esbeltas se mueven ágilmente en el ring, también ella y con un estilo propio, especial.
“Todos los promotores buscan a la de cara bonita, a la de cuerpo bonito, pues guapa si soy, pero cuerpo bonito no tengo”, señala la joven luchadora.
Satisfecha de sus logros, Big Mama, rompe con los estereotipos que los mismos promotores imponen a las mujeres que participan en la lucha libre, al situarlas como un objeto que vende, y no como una deportista.
El tema de la apariencia física es constante dentro de la lucha libre, como sale a relucir en uno de los segmentos del documental cuando en el programa radiofónico Furia de Titanes, el locutor, Sergio Trejo, señala que algunas mujeres “pretenden que sólo con una cara bonita, un cuerpo bonito, movimientos sensuales en el cuadrilátero, van a lograr ser una gran figura de la lucha libre”.
Sin embargo el editor Ernesto Ocampo de Superluchas, considera que “es una concepción machista que sean criticadas las mujeres por tener figura delgada, porque a los hombres les exigen un buen físico, que sean fuertes, delgados”.
Concuerdo con Ocampo en que el mismo deporte obliga en muchos de los casos a mantener una figura delgada, y que eso no debería verse como símbolo de incompetencia profesional o simple banalidad femenina.
Teniendo en cuenta que se ha sobrevalorado la imagen de las mujeres por encima de su profesionalidad, es contradictorio que se las tache de querer llamar la atención y conquistar logros sólo con su apariencia cuando justo eso es lo que se les ha inculcado a las mujeres, que sólo por su físico triunfarán, entonces porque se quejan cuando quieren hacer ellas gala de sus atributos físicos.
Es por ello que la figura de Big Mama la considero revolucionaria, ella demuestra que en el ring un físico delgado no lo es todo, sino se cuenta con técnica y profesionalidad deportiva, pero que a la vez un físico obeso, no resta agilidad ni mucho menos presencia.
La serie de videos evidencia la doble lucha que estas mujeres viven, la que se contiende sobre el ring y aquella lucha por lograr un lugar para la mujer en la sociedad y no el de tan sólo un adorno en el cuadrilátero como se hace de manera regular.