Ya hemos tratado en este espacio el fenómeno de Daft Punk y cómo el dueto de franceses logró crear la canción del verano ayudado de una gran campaña mercadológica.

 

El problema es cuando el hype de un grupo -una marca, un personaje, lo que ustedes gusten- pone en colisión una fuerza inamovible con una energía imparable. Más aún si son del mismo dueño.

 

Los programas de sátira política han crecido de forma exponencial en Estados Unidos. Luego de que hace 20 años Bill Maher lanzará el show Politically Incorrect en la cadena ABC, el interés de los estadunidenses de enterarse de forma distinta de sucesos noticiosos ha ocasionado que los segmentos de información en Saturday Night Live tengan, incluso, una nueva pasada los jueves en temporada electoral.

 

En ese contexto, Comedy Central lleva las de ganar. En su parrilla tiene a los dos programas más exitosos de dicho formato. The Daily Show fue considerado, durante el gobierno de George W. Bush, la fuente preferida de los universitarios para informarse -y su libro America como inspiración para Denisse Dresser y Jorge Volpi.

 

De esa emisión se desprende The Colbert Report. Conducido por el actor Stephen Colbert, el programa es una burla a los shows de corte conservador y republicano. Algunos no lo entienden así y caen en la trampa.

 

Es famoso el discurso de Colbert en la cena de corresponsales extranjeros donde, frente a W., se mofó de todos sus allegados y de Bush mismo.

 

El crecimiento de Colbert ha sido enorme. Tanto que ahora tuvo que enfrentarse al enemigo dentro de casa: MTV.

 

El canal de televisión que debe su “M” a la música llevó a cabo este fin de semana su premiación anual a los mejores videos musicales. Cosa curiosa cuando MTV programa videos ya no como su pulpa sino como su relleno, luego de que las tendencias de consumo de música en video se han trasladado a YouTube y Vevo.

 

De todas formas, el público que sintoniza los Premios MTV a nivel mundial no es pieza despreciable para los artistas, menos para un dúo que todo lo que ha hecho en este 2013 está basado en el impacto de millones.

 

Por eso las tensiones aumentaron cuando los productores de MTV se enteraron que Colbert tendría a Daft Punk en su programa. La respuesta fue torpe, empresarial y decadente: la amenaza, tanto a los músicos -que, de por sí, se ponían todo tipo de moños- como al show.

 

Aduciendo contratos de exclusividad -la salida más cobarde del show bussiness- MTV bloqueó la posibilidad de que Colbert tuviera a los robots.

 

El cómico no se enojó. Por lo menos no al aire, aunque personas cercanas al incidente platican que si hubo momentos de gran tensión, sobre todo al ser ambos, MTV y el programa de Colbert, parte del mismo grupo de comunicación, Viacom.

 

Y aunque Viacom decidió no meter las manos en el incidente, quien terminó con la banda en su emisión fue MTV.

 

Eso no quiere decir que haya ganado.

 

Colbert decidió bien y no le sacó la vuelta al zipizape. Al contrario, le sacó jugo.

 

El día que debían tener a Daft Punk en el estudio para interpretar la canción “Get Lucky” como tema del verano, Steven Colbert explicó, de forma cáustica pero directa, las razones de la ausencia del dueto. Señaló cómo MTV había jugado la carta de exclusividad y, sí, en un calculado golpe bajo recordó que era el único día donde ese canal programaba música.

 

Al final, el actor hizo un montaje donde lo que menos se extrañó fue a los franceses. La aparición de Hugh Laurie, Jeff Bridges, Matt Damon o el propio Henry Kissinger (que sí, aún está vivo) cambiaron la pérdida por ganancia.

 

Como colofón, Colbert invitó a Robin Thicke quien, sin tanto aspaviento tiene otra de las canciones del verano. Él entró en la broma y lograron conseguir una enorme audiencia que se replicó en redes sociales y comentarios en The New York Times.

 

Sin duda, Colbert volvió a sacar raja de una situación complicada.

 

No se puede decir lo mismo de MTV… o de Daft Punk.