En Las Alas del Deseo (Der Himmel über Berlin, 1987) el director alemán Wim Wenders planteaba la figura del “ángel” como un ente invisible, incapaz de hacer contacto físico con los humanos pero con la habilidad de escuchar nuestros pensamientos. Los ángeles, según Wenders, nos siguen a todas partes, se alegran de nuestras alegrías y sufren por igual de nuestras preocupaciones, siempre atentos a los murmullos de nuestra mente.

 

En cierta forma , To the Wonder (Deberás Amar), el más reciente filme del norteamericano Terrence Malick, retoma la misma idea de Wenders. Esta cinta podría considerarse como la visión en primera persona de un ángel de Wenders: la cámara de Malick se convierte en un ente etéreo que revolotea entre los personajes, escucha sus pensamientos en forma de tersos murmullos, los acompaña a todos lados mostrándonos su drama y sus preocupaciones, sin que podamos hacer otra cosa sino sentir empatía con ellos.

 

Usando el mismo estilo/técnica que en su anterior cinta -la nominada al Oscar The Tree of Life (2011)- y haciendo de nuevo mancuerna con el cinefotógrafo mexicano (cinco veces nominado al Oscar) Emmanuel Lubezki, Malick abandona aquella profunda meditación sobre la vida y la muerte para enfrascarse en un tema no menos trascendente: el amor.

 

Para ello, el director hace seguimiento apenas a tres personajes con algo en común: una dolorosa urgencia por descifrar al amor. Marina (Olga Kurylenko), madre soltera de una niña de 10 años, se enamora profundamente de Neil (Ben Affleck), quien convence a ambas de mudarse de su natal Francia para irse a vivir con él a Estados Unidos. El amor que Marina le profesa a Neil raya en la devoción (“Me sacaste de la sombra… me levantaste del suelo… me regresaste a la vida”) y no obstante, ya en Norteamérica, los problemas y las infidelidades no se hacen esperar.

 

¿Qué es entonces el amor? “Existe el amor que es como un río que se queda sin caudal… existe otro amor, inagotable, que se alimenta desde arriba”. La cita es del Padre Quintana (Javier Bardem), cura español cuya iglesia se encuentra en Oklahoma y que tiene dudas sobre su fe: “¿Cómo es que si estás en todas partes, no te he visto aún?”

 

Prácticamente sin diálogos, fuertemente apoyada en las evocadoras imágenes de una cámara en constante vaivén que se mueve tan libre como el viento mismo, además de un score musical siempre exacto (piezas de Wagner, Berlioz, Haydn, entre otros), Malick vuelve a desafiar las formas y modos del cine convencional, entregando un filme sin una trama clara, con lagunas temporales en su historia, sin introducción ni conclusiones y con actores que son usados cual títeres de una puesta en escena que no es fácil de digerir.

 

El cine sucede en el cuarto de edición. Esta máxima es por demás cierta en el cine de Malick: la filmación de esta cinta debió ser terriblemente aburrida. No puedo imaginar el tedio de un Affleck que no hace sino deambular alrededor de Olga Kurylenko sin decir palabra alguna. El problema es que ese tedio a veces escapa al producto final, haciendo que el sopor gane por momentos la partida.

 

A diferencia del cine convencional, esta película exige imaginación e introspección antes de proveer trama, diálogos o conclusiones. Como los ángeles de Wenders, Malick se declara incapaz de aventurar solución alguna, pero su ojo invisible jamás dejará solos a sus personajes en su infructuosa búsqueda por respuestas.

 

Aléjense aquellos que no soportan un cine exigente, contemplativo, evocador y personal. Aléjense también aquellos que jamás han intentado descifrar al amor.

 

To the Wonder (Dir. Terrence Malick)

 

3 de 5 estrellas.

 

Con: Olga Kurylenko, Ben Affleck, Javier Bardem, entre otros.