Pues sí, a toda prisa -luego de leer a Cuauhtémoc Cárdenas-, los priistas dieron marcha atrás. Al punto que en su magno acto este domingo para respaldar la reforma energética propuesta por Enrique Peña Nieto, ¡enterraron el nombre del general Lázaro Cárdenas!

 

Ni una sola mención ayer -y eso que fue el eje de la propaganda del gobierno durante toda la semana pasada- acerca de que la iniciativa peñista retomaba “palabra por palabra” lo dicho originalmente en el Artículo 27 constitucional, cuando lo promulgó Lázaro Cárdenas en 1938.

 

De hecho, en el Plutarco Elías Calles retumbaba aún la respuesta de Cuauhtémoc Cárdenas: “Resulta falaz y ofensiva la utilización que el gobierno está haciendo de la figura de Lázaro Cárdenas para justificar e impulsar ante el pueblo de México su antipatriótica y entreguista propuesta de reforma energética” (La Jornada, 16 de agosto).

 

De ahí que ni su líder nacional, César Camacho, invocara esta vez al hombre que expropió el petróleo hace 65 años; como tampoco comieron lumbre los coordinadores parlamentarios, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones; ni mucho menos su gurú petrolero: Francisco Labastida, o sus dirigentes Gerardo Sánchez (CNC) o Carlos Aceves del Olmo (CTM).

 

Sin embargo, los priistas ahí presentes tenían muy claro que el futuro de la reforma energética dependería, en buena medida, de lo que hoy diga ante la tumba de su padre “el hijo del general”.

 

“Si Cuauhtémoc va suave ya no hay nada qué hacer…”, nos diría uno de esos priistas que no comulga con la iniciativa acogida por el PRI. Y como él, otros nos dirían que la única oportunidad de evitar los cambios constitucionales -o al menos de matizar y cuidar la reforma energética- está “en la fuerza de las calles”.

 

¿Por qué no desde adentro del PRI?, les pregunto. La respuesta es simple: “No hay condiciones para moverse de otra manera”.

 

Entre tanto, en la sesión de la Comisión Política Permanente del PRI, el nombre del general simplemente era borrado de los discursos. De Cuauhtémoc, nada se mencionaba tampoco en público. Quedaban a la espera de lo que acontezca este día.

 

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LOS ACÓLITOS DE HOY.- De hecho, sólo la dirigente cenopista, Cristina Díaz, se atrevió a mencionar abiertamente y ante el micrófono el nombre de Lázaro Cárdenas. Y ello, no para argüir que seguían al pie de la letra el “espíritu” cardenista, sino para lanzar unas cuantas bofetadas a los opositores, al soltar aquello de que el general Cárdenas “fue más audaz que sus acólitos de hoy”.

 

Los aplausos tricolores reventaron al momento. Lo mismo desde la galería donde se encontraba la porra del Estado de México, que desde la primera fila del auditorio, donde se ubicaban los ex presidentes del partido; o en el presídium, donde 20 gobernadores del PRI manifestaban su solidaridad a la iniciativa de Enrique Peña Nieto.

 

Por lo que se veía, el propio Presidente de la República contaba con sus propios “acólitos”. Labastida, por ejemplo, lo calificaría de “visionario” y de “valiente”. César Camacho aseguraría que Peña “lleva con firmeza el timón” y “nadie puede dudar de su patriotismo” (Sus palabras gustarían mucho a los jóvenes, como a Emilio Lie, que se estrenaba a sus 16 años en un acto político). En cuanto a la iniciativa en sí, Camacho la describiría como “patriótica, vanguardista… ¡y muy priista!”

 

Bueno, hasta Beltrones soltaría que esta reforma es “visionaria en sí misma, audaz en su planteamiento, nacionalista en su concepción”.

 

Y ya entrados en gastos, ¡hasta el coordinador de la bancada de los diputados priistas tendría a su propio acólito: Manuel Añorve, quien fielmente aguardaba a Manlio Fabio al final del acto para soltarle al oído: ¡Excelente!, ¡Excelente!

 

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DESCHAMPS PRESENTE.- Algunos pensaban que no se iba a presentar, pero ahí estaba el líder petrolero Carlos Romero Deschamps en la primera fila, compartiendo lugar con el líder de los burócratas, Joel Ayala y con Jesús Cano Vélez, director de la sociedad Hipotecaria Federal.

 

Deschamps no sólo era un invitado más sino que su gremio (y el de los electricistas) recibieron un buen reconocimiento de parte de Gamboa por lograr “empresas eficientes”.

 

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GEMAS: Obsequio de Francisco Labastida: “La reforma constitucional es indispensable pero no suficiente”.