En una Ciudad de México paralela aterrizaron dos viajeros de una galaxia desconocida, reportaron los medios en una ocasión. Cientos de cámaras transmitieron lo que millones de personas vieron en el noticiario estelar. Las profecías del fin del mundo se convirtieron en discurso cotidiano. Una tarde de domingo fueron captados en la periferia de la glorieta de los Insurgentes. De pronto, aparecieron de la antimateria. Teletransportación.

 

Ella vestía falda corta, usaba sólo una media, un hechizante escote aunque en su mano derecha llevaba un arma de esas que aquí se conocen como látigos. Él portaba un traje especial para soportar la envenenada atmósfera del De Efe.

 

En las noticias también se dedujo que se trataba de huéspedes distinguidos, ya que una poderosa escolta los protege. Algún intelectual se atrevió a decir que se trataba de otro engaño del gobierno para distraer a la población de la muerte de Ur.

 

El funcionario del Departamento de Asuntos Extraterrestres dijo que los informes revelan que se trata de seres evolucionados que se comunican vía telepática aunque tengan esa divertida pose de muñecos que todo el tiempo están con la misma postura. Se dijeron muchas cosas en Twitter, aunque hubo un punto en que todos confluyeron: desde que aparecieron, la Ciudad Monstruo volvió a tener sueños eróticos.

 

Ahora, la ciudad musita ardor. Ya es una estrella enana a punto de explotar, no sin antes soltar una nube de deseo sobre su piel de humo grisáceo que se apodera del ánimo ciudadano. Una camada de perros se disputa a la hembra mientras se cierra la webcam.

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Y mientras tanto: los últimos fotógrafos polaroid disparan sus viejas cámaras en los alrededores de la Basílica, la Alameda, el Bosque de Chapultepec o el Zócalo. Algunos de ellos llevan más de 20 años vendiendo fotos al minuto a visitantes y turistas de estas zonas de la ciudad. La desaparición de este soporte los lleva a la desaparición si es que antes no se adaptan a las nuevas tecnologías.

 

En febrero de 2008, Polaroid Corporation informó que tras 61 años de producción sus fábricas de Estados Unidos, México y Holanda cerrarían. ¿Cuántas fiestas no fueron captadas por esta técnica inventada en 1947? Fue un territorio de experimentación para diseñadores y artistas; además, una gran herramienta para peritos judiciales.

 

La instantaneidad, paradigma de la era virtual, ha sido desplazada por otra representación de esta instantaneidad. Los captores ópticos instalados en teléfonos celulares han terminado por darle la puntilla al invento de Edwin H. Land. Pero en este océano visual de nostalgia el tránsito tecnológico nos empuja hacia la imagen en tercera dimensión; ya muchos se alistan para esta nueva panacea.

 

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