adela_ramosEn 1971, la autora mexicana Rosario Castellanos publicó “Album de familia” (Joaquín Mortiz), una colección de cuatro relatos narrados por distintas protagonistas. Cada una se encuentra en una situación diferente: una lección de cocina, una reunión dominguera, el encuentro con la enfermedad de una madre y con la envidia de otras mujeres, respectivamente. Como los otros relatos de la colección, el cuento Lección de cocina esboza las dudas, deseos y conflictos de la mujer mexicana rumbo a finales del siglo XX. Nos invita a celebrar lo mucho que se han diversificado las opciones de las mexicanas desde 1971, pero también a preguntarnos cuáles son los espacios donde las mujeres forjan su identidad ahora que ya no estamos condenadas a la cocina y cuáles son nuestras ambiciones.

El cuento comienza cuando la protagonista, prepara su primera comida como mujer casada. Desde que saca del congelador un misterioso pedazo de carne que le es “irreconocible bajo su capa de hielo” hasta que “se consume” y “no quedan rastros de él,” cada minuto ante este trozo le revela una vida conyugal donde perderá su libertad y su identidad. De pronto, la carne ya no le parece de res sino de mamut y ella ya no sabe quién es. Espera que en “la siguiente película,” en su siguiente vida, le den otro papel: “Bruja blanca en una aldea salvaje? No, hoy no me siento inclinada ni al heroísmo ni al peligro. Más bien mujer famosa (diseñadora de modas o algo así).” En la fantasía sus opciones son inagotables, pero en su realidad inmediata “[ha] de mantener la casa impecable, la ropa lista, el ritmo de la alimentación infalible. Pero no se [le] paga ningún sueldo, no se [le] concede un día libre a la semana, no pued[e] cambiar de amo.” Al concluir el relato, se hace patente que la cocina es símbolo del matrimonio, un destino inevitable al que la protagonista sucumbe con profunda ambivalencia y sin alternativas.

A diferencia de su protagonista, Castellanos no sucumbió a la cocina. Para 1971, contaba entre sus profesiones las de activista y profesora de literatura comparada y estaba a punto de asumir su cargo como embajadora de México en Israel. Gracias a mujeres como ella, hoy muchas mexicanas pueden escoger los espacios donde forjan su identidad y decidir cuándo, cómo y si quieren casarse. Pero quienes contamos con este privilegio, no podemos olvidar a las mujeres que en México, y en el mundo, aún no lo tienen. Asimismo, es importante no dar paso a la complacencia y declarar que el feminismo ha pasado de moda. Más bien, habría que preguntar, ¿si ya no nos define la cocina, entonces cuáles son los espacios donde forjamos nuestra identidad? ¿Qué es lo que define la condición de ser mujer en México en 2013?