BRASILIA. El conflicto generado por la huida del senador boliviano Roger Pinto a Brasil gracias a la complicidad de diplomáticos brasileños causó este lunes la dimisión del canciller Antonio Patriota, que fue inmediatamente aceptada por la presidenta Dilma Rousseff.
La renuncia se anunció en una fría nota oficial, leída por el portavoz de la presidencia, Thomas Traumann, que dejó traslucir el disgusto que ha causado a Rousseff el serio incidente con Bolivia.
Rousseff “aceptó este lunes la dimisión del ministro Antonio de Aguiar Patriota y nombró al representante de Brasil ante la ONU, embajador Luiz Alberto Figueiredo, como nuevo ministro de Relaciones Exteriores”, se indicó en la breve nota.
En un segundo y último párrafo, dice que Rousseff “agradeció la dedicación y empeño del ministro Patriota en los más de dos años en que permaneció en el cargo” y anunció su designación para el puesto que ocupaba Figueiredo.
El inesperado enroque causó sorpresa en círculos diplomáticos, pero fuentes consultadas por Efe lo atribuyeron al “enorme desgaste” sufrido por Patriota en los últimos tres días.
El pasado sábado, Patriota estaba en Sao Paulo esperando para viajar hacia Finlandia, donde haría una visita oficial, cuando fue sorprendido por la noticia de la salida de Pinto de la embajada brasileña en La Paz, en la que estaba acogido desde el 28 de mayo de 2012, y su llegada a Brasil.
Diez días después de entrar en la embajada, Pinto recibió de Brasil el estatus de asilado político, pero no podía salir de su país por la falta del debido salvoconducto, que Bolivia negaba escudada en que responde a juicios por presunta corrupción.
Patriota canceló su viaje a Finlandia y regresó a Brasilia, donde al día siguiente su despacho emitió un comunicado en el que se dio a entender que había alguna irregularidad en la salida de Pinto de la embajada y su casi clandestina llegada a Brasil.
La nota indicó que la cancillería reuniría “elementos acerca de las circunstancias en que se verificó la salida del senador y su entrada en el territorio nacional”.
También decía que el encargado de negocios en La Paz, Eduardo Saboia, había sido llamado a consultas y aseguraba que se tomarían “las medidas administrativas y disciplinarias” correspondientes.
La irregularidad que se sugería en la nota se confirmó este domingo, cuando Pinto llegó a Brasilia y fue recibido por el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Ricardo Ferraço, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el más influyente en la coalición de Rousseff.
Ferraço reveló que Pinto abandonó la embajada en un vehículo oficial, escoltado por soldados brasileños, y fue llevado por tierra hasta Corumbá, en el lado brasileño de la frontera.
En Corumbá fue “recibido” por agentes de la Policía Federal y desde allí se dirigió hasta Brasilia en un avión privado enviado por el propio Ferraço.
Pero la confirmación absoluta de la complicidad la dio Saboia, el encargado de negocios en La Paz, quien al llegar hoy a Brasilia para consultas, declaró a periodistas que colaboró con la fuga de Pinto por razones humanitarias.
“Tomé la decisión porque había un riesgo inminente para su vida y una amenaza a la dignidad de una persona”, declaró.
“Opté por la vida. Opté por proteger a una persona, a un perseguido político, como la presidenta Dilma (Rousseff) fue perseguida” durante la dictadura, agregó.
El Gobierno boliviano ha exigido “explicaciones” a Brasil por la “fuga” del senador, a quien ha calificado de “prófugo”.
El malestar del Gobierno de Evo Morales fue manifestado en La Paz por el canciller boliviano, David Choquehuanca, quien mediante una nota diplomática expresó la “profunda preocupación” de Bolivia por “la transgresión del principio de reciprocidad y cortesía internacional”.