HONG KONG. IBM, Oracle y EMC están en la mira de las autoridades chinas, pues luego del escándalo que destapó Edward Snowden, quieren saber cuánta de su información clasificada fue vulnerada gracias a ellas.
El Ministerio de Seguridad Pública y otros centros de investigación de gobierno están tratando de averiguar si fueron víctimas del programa PRISM o de alguna otra estrategia de ciberespionaje, que la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) ideó para hurgar en las comunicaciones y las bases de datos de quien se lo propusiera, con ayuda de las empresas de tecnología de su nación.
Les inquieta saber si, como reveló Snowden, las universidades de Hong Kong y de otras ciudades de esta nación fueron hackeadas y hasta dónde llega el daño.
Edward Snowden comenzó a llamar la atención de todo el planeta después de que a finales de mayo dejó su empleo en Hawai y llegó a Hong Kong para refugiarse en una lujosa suite desde donde reveló a The Guardian y The Washington Post la existencia del programa PRISM (Planning Tool for Resource Integration, Synchronization, and Management) que creó la NSA (National Segurity Agency), el cual recolecta información de los servidores de las nueve principales empresas de tecnología de este mundo, como Microsoft, Google, Facebook, Skype y Apple.
Documentos filtrados por Snowden indican que la NSA tiene acceso a una vasta cantidad de datos de internet, como correos electrónicos y ubicaciones de los usuarios, incluyendo redes sociales, a través de los programas creados por sus expertos cibernéticos.
Los secretos de la NSA continúan saliendo a la luz y nuevos cuestionamientos se generan alrededor de estas prácticas de Estados Unidos.
Muchas de las empresas estadunidenses manejan información delicada del gobierno chino. IBM, Oracle y EMC destacan entre todas las firmas del planeta por su capacidad de almacenar información y de leer grandes bases de datos a partir de preguntas de científicos para hallar respuestas insospechadas.
Por ejemplo, IBM y la empresa de seguridad privada Telum, crearon una firma llamada The Gist Mill, que pocos conocen y menos aún pueden contratar.
La empresa vende a los gobiernos, empresas y al mejor postor, la tecnología para almacenar, monitorear y explorar la información que se genera en redes sociales.
En su catálogo, entre otras cosas, ofrecen: “La habilidad de detectar a los precursores de un cambio político, lo que el cambio indica y las amenazas emergentes que vienen con el cambio”; “Los modelos para convertir la información sociocultural en producción de inteligencia”; “La habilidad de identificar centros de gravedad emergentes e influenciadores clave, en cierto ambiente, que pueden servir como catalizadores del cambio, violentos o no violentos”; “Taxonomía de usuarios”; “La habilidad de medir la efectividad de programas, políticas y campañas informativas, a través de análisis de sentimientos”, entre muchos productos más.
Ese es sólo un pequeño ejemplo del poder de análisis que tienen ahora las grandes empresas, que manejan bases de datos y algorítmos matemáticos capaces de hurgar en los comportamientos de las masas.
“El escándalo PRISM ciertamente provee amplio material para estar realmente preocupados”, dijo Mark Natkin, director de la firma de consultoría Marbridge, con sede en Beijing, en entrevista con el diario South China Morning Post. “Lo que el escándalo ha hecho es incrementar la dificultad de comprender qué es lo que se hace por una preocupación legítima y que se está haciendo por razones políticas”.
Las empresas estadunidenses no habían comentado nada al respecto.