Hoy se cumple medio año de la aprehensión de Gordillo Morales por presuntos desvíos de recursos del SNTE a sus cuentas personales
Hace seis meses, la madrugada del 26 de febrero y las vísperas, un ejército de 300 agentes perseguían un objetivo desconocido.
Sólo dos ministerios públicos tenían la información: el portador de la orden de aprehensión y quien, iPod en mano, grababa el aterrizaje de un jet procedente de San Diego, California.
Acostumbrados a operativos de alto riesgo, a capturar capos, tampoco preguntaban.
Recuerda hoy uno de los autores del operativo:
-El riesgo era que se filtrara la información, que dijeran de quién se trata, y el avión en que viajaba Elba Esther Gordillo desviara su ruta.
Fueron horas de tensión, según su dicho.
La entonces dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) era seguida desde el 23 de febrero y se tenían datos confusos: informes de inteligencia de Estados Unidos anunciaban su viaje por tierra a Tijuana, donde la esperaba un hotelero amigo suyo “a unos pasos de la garita”.
Simultáneamente, visos de riqueza y poder, en el aeropuerto lo esperaban dos jets.
La Maestra optó por la segunda alternativa.
Alfredo Castillo Cervantes, actual procurador Federal del Consumidor y entonces subprocurador de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo de la Procuraduría General de la República (PGR), exhaló tranquilidad hacia las cuatro de la tarde:
Subprocuraduría de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo de PGR, Alfredo Castillo Cervantes, desde la ciudad de México.
-Se ha cerrado la puerta del avión y el objetivo va dentro.
-Síganlos –ordenó.
Otro jet le dio seguimiento, mientras se montaron vigilancia en dos aeropuertos mexicanos. “En el Distrito Federal no porque no pueden aterrizar aviones particulares. Toluca y Guadalajara eran naturales: ella iba a la capital de Jalisco al Congreso del SNTE pero organizaba citas en su escala por el Distrito Federal”, refieren fuentes participantes en la operación.
Los radares dieron fe de otro dato: además del jet donde venía Elba Esther, otro jet casi vacío la rebasó en el aire y llegó a Toluca a cargar combustible, muestra inequívoca de que podría continuar su viaje de inmediato a Guadalajara.
Además, a la terminal de Toluca llegaron personas de confianza de la dirigente. Contaron a cinco blancos más, tres de ellos manos operadores de la señora Gordillo de acuerdo a la ruta del dinero elaborada por peritos de la Unidad Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y corroborada personalmente por Castillo Cervantes.
-Si hubiesen notado nuestra presencia, todo habría estado en riesgo. Afortunadamente no se filtró la información, el avión aterrizó, dejamos bajar al pasaje y el Ministerio Público mostró la orden de aprehensión.
-Por favor bájese y acompáñenos –el agente mostró a su compañero.
Eran las 18:00 horas casi en punto.
El reporte interno narra del temple de Elba Esther:
-Yo o voy a hablar con usted en ese tono. No somos iguales…
-Diga y habla lo que quiera, pero la vamos a llevar. Usted diga si por las buenas o cómo le hacemos.
-Está bien. No voy a oponer resistencia.
Mientras tanto, otros agentes detenían a cinco colaboradores suyos, dos de ellos con sus respectivas órdenes de aprehensión: Nora Guadalupe Ugarte Ramírez, Isaías Gallardo Chávez y José Manuel Díaz Flores.
Todos fueron trasladados al hangar de la PGR en el aeropuerto de la ciudad de México y hoy, seis meses después, todos ellos colaboran y hunden a su antigua jefa.
Mientras su proceso sigue, la autoridad calle. Ni el ex subprocurador Castillo Cervantes tiene opinión.
-Mi papel inició y terminó con la investigación de la ruta del dinero y la aprehensión y la consignación. Ni siquiera intervine en la integración de las averiguaciones –cierra la plática.