En el campamento que la CNTE mantiene en el Zócalo de la ciudad de México nadie puede instalar o mover una casa de campaña, decidir a qué movilización acudir, dejar de limpiar el espacio comunitario o dónde poner a los recién llegados. Todo esto es labor de los integrantes del Comité Ejecutivo de la Sección 22 de Oaxaca.

 

El plantón, instalado desde el 9 de mayo en la Plaza de la Constitución y calles aledañas, es organizado por los maestros del sureste sin que nadie repele o los contradiga. Desde el inicio asumieron el control y en las últimas tres semanas son ellos quienes establecen la logística del lugar y de las movilizaciones, según contó una de las integrantes del comité, quien se negó a dar su nombre.

 

Sentada bajo una carpa blanca, la mujer de tez morena y con una larga trenza asegura que ellos son los encargados de cumplir con los mandatos de la Comisión Política, donde están agrupados los dirigentes de las distintas secciones de la Coordinadora.

 

“Así es la estructura. Primero la Comisión Política, luego el Comité Ejecutivo Seccional y los organismos descentralizados, luego los delegados y al final las bases. No nos podemos saltar a nadie”, explica al mismo tiempo que recibe los víveres que llevaron profesores del Distrito Federal “para apoyar la lucha”.

 

Los maestros que lleguen hoy de Chiapas, Guerrero y Veracruz deberán respetar los lugares que el comité les asigne. “Estamos pensando que a los de Chiapas los vamos a extender hasta la SEP porque ya no hay lugares”, dice la profesora de preescolar.

 

Fue el comité de la sección el que puso orden al interior del campamento para liberar espacio en las orillas del plantón y permitir el paso de los peatones. Pero, asegura la maestra, no van a quitar a los compañeros de las banquetas, aunque el gobierno del DF les solicitó liberar las entradas del Palacio del Ayuntamiento.

 

Atrás de ellas, otro profesor se esconde dentro de una casa de campaña colocada al interior de la carpa, junto a bolsas de plástico llenas de pan, sopas y latas de conserva que resguardan y reparten los integrantes del comité, “los de la mesa de trabajo”. Este lugar nunca está sólo.

 

En el resto del campamento hay mujeres que preparan comida en anafres encendidos, mientras sus compañeros acarrean galones sucios llenos de agua potable, que sacan de las oficinas de la Sección 9 del DF, ubicada a seis cuadras del plantón.

 

Cada delegación sabe quiénes son los encargados de estas tareas, así como de las labores de limpieza. Al final, hasta 50 maestros terminan compartiendo un plato de caldo de pollo con verduras, mientras otros limpiaron y reforzaron los techos bajo los que dormirán en la noche.

 

Todos deben dormir en el campamento. Todos menos los dirigentes, quienes tienen un cuarto en un hotel cercano “para protegerlos del gobierno y de la policía”, según dice la profesora oaxaqueña y no dice más para “mantener su seguridad”.

 

La lluvia, que ha caído sobre la ciudad casi todas las tardes, obliga a los maestros a poner al sol los plásticos, las colchonetas y cobertores desde las 7:00 de la mañana, hora en que se levantan. Algunos aprovechan todos los recursos a la mano y amarran las colchonetas a las rejillas de ventilación del metro, para que cuando pase el tren, el aire caliente ayude a que sus cosas se sequen más rápido.

 

Después de esto, los maestros se asean y desayunan, a la espera de las órdenes de la Comisión Política. Las instrucciones se emiten a través del comité seccional, quien a su vez lo pasa a los delegados con todos los detalles, incluyendo la forma de llegar en transporte público a los lugares de manifestación, que los maestros financian.

 

A pesar de que algunos se van, la actividad no cesa en el campamento: Las mujeres sirven la comida y después limpian la cocina improvisada en espera de la llegada de la cena. Son muchas más que en mayo pasado y hacen de todo, desde dirigir la organización –como la profesora de preescolar-, hasta cocinar, limpiar y cuidar a los hijos que algunas trajeron desde su ciudad natal.

 

También hay quienes buscan la manera de hacerse de recursos económicos vendiendo productos típicos de su estado, como pan de yema, mezcal y sal de gusano, ofreciendo café de olla por cinco pesos o, aquellos que logran obtener energía eléctrica al “colgarse” de los semáforos alrededor del Zócalo, cobrando tres o cinco pesos por recargar la batería del celular.

 

Así seguirán hasta que la Comisión Política llegue a un acuerdo con los legisladores y el gobierno federal. Mientras tanto, los profesores se mantendrán entretenidos en las labores del campamento, participando en manifestaciones y cierres, o tirados sobre una cobija mientras ven la mañana pasar.

 

En Oaxaca, padres remplazan a maestros

 

Padres de familia en distintos municipios de Oaxaca han asumido el rol de maestros ante el abandono de escuelas por parte de  docentes de la sección 22 de la CNTE, quienes se encuentran acampando en la Ciudad de México para protestar contra la reforma educativa.

 

En San Sebastián Etla, Zimatlán, Santa Cruz Xoxocotlán y la capital, al centro del estado, así como en la localidad costera de Zipolite, los progenitores decidieron impartir clases en escuelas de distintos niveles básicos: jardín de niños, primaria y secundaria, para “hacer valer el derecho que tienen nuestros niños a la educación”, registraron medios locales.

 

En Zimatlán, integrantes del Comité de Padres de Familia de la Escuela Secundaria Técnica 49, acompañados por el Notario Público 105, clausuraron los accesos a la escuela como medida de presión para que los profesores de la CNTE regresen a impartir clases.

 

Algunos padres y tutores han entablado pláticas con la dirigencia de la sección 59 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), para buscar la manera de sustituir a los profesores disidentes.

 

Sin embargo, Joaquín Echeverría, líder de los maestros institucionales en Oaxaca, dijo en entrevista telefónica que la sección cuenta con sólo tres mil maestros distribuidos en 400 escuelas, lo que les da la capacidad de atender a 40 mil niños, por lo que no tienen la capacidad para cubrir tantas plazas.

 

“Lo que estamos haciendo es dar información a los padres de familia que nos han buscado, en algunos casos hemos ido a las asambleas de padres y pueblos. No vamos a entrometernos en ninguna escuela donde trabajen los compañeros de la otra sección. No queremos que haya división, además confiamos en que la sección 22, al terminar el paro, buscará la forma de recuperar clases”, agregó.

 

Por otra parte, profesores de la región de Etla que se encuentran en el DF, aseguraron que los padres de familia apoyan la movilización en contra de la reforma educativa. Sin embargo, apuntaron que hay personas pertenecientes al PRI y a la sección 59 del SNTE, que incitan a los progenitores a exigir el regreso a clases.

 

De acuerdo con la disidencia, la sección 59 no cuenta con el reconocimiento oficial del Instituto de Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), por lo que los alumnos no tienen un documento oficial que acredite el grado escolar que cursaron.

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