Modificaciones sencillas en las viviendas, como poner un pasamanos o colar una agarradera en el baño, facilitan enormemente la calidad de vida de los ancianos
Para la gente anciana, las condiciones de su vivienda son tan importantes como el estado de salud, y muchas veces las personas mayores de edad terminan en asilos no porque estén muy enfermas sino porque no pueden realizar las actividades de la vida diaria.
Es por ello que un grupo en Baltimore, Estados Unidos, ha lanzado una campaña para hacer reparaciones domésticas menores y enseñar actividades, a fin de ayudar a los ancianos a vivir más tiempo en sus casas.
Carpinteros, albañiles, terapeutas y enfermeras ingresarán a los hogares de 800 ancianos pobres en Baltimore a fin de hacer pequeños arreglos en sus casas, lo que eximiría a los ancianos de ir a hogares colectivos y ahorraría millones de dólares al erario público.
“Unos cambios menores podrían marcar una gran diferencia”, explicó Sarah Szanton, profesora de enfermería en la Universidad Johns Hopkins y directora del proyecto. “No se trata de darles exámenes de salud, sino de exámenes de funcionalidad, ¿qué actividades cotidianas pueden hacer?”
Ser capaz
La pérdida de la independencia en uno de los principales temores de la gente de edad avanzada. Pero un sondeo reciente muestra que muy pocos entienden los cambios que deben hacer en sus rutinas diarias para prevenir las enfermedades y el deterioro gradual que afecta a todos los mayores de 70 años.
Cuando se les pregunta sobre cuál sería su situación preferida en la vejez, la mayoría de los estadunidenses mayores de 40 años dice que sus prioridades son tener una casa de un solo nivel sin escaleras, que esté cerca de sus hijos y de sus médicos, según la encuesta entre Associated Press y el Centro de Políticas Públicas NORC.
Sin embargo, lo más probable es que esas condiciones no serán suficientes.
Para Szanton, adaptar las viviendas de los ancianos a sus capacidades particulares es la clave para que las personas de mayor edad conserven su independencia.
El sondeo, llamado Capable tiene como objetivo definir esos parámetros. Tras cuatro meses de estudiar las viviendas de 10 ancianos, el equipo de expertos modificó las residencias — incluyendo remodelaciones ofrecidas sin costo alguno pero que costarían unos mil100 dólares — para ayudar a estos ancianos a vivir con dignidad.
Capable -que en inglés quiere decir “capaz” y cuyas iniciales significan Community Aging in Place, Advancing Better Living for Elders, algo así como Comunidad para el envejecimiento en casa. Avanzando hacia una mejor vida para los ancianos -está siendo estudiado por funcionarios del programa asistencial Medicaid en otros estados que están interesados en reducir el costo de la manutención y cuidado de ancianos. Hoy en día los beneficiarios del Medicaid difícilmente pueden costearse el alojamiento en un hogar geriátrico.
El proyecto, que cuenta con 8 millones de dólares de los Institutos Nacionales de la Salud y de los Centros para Servicios de Medicare y Medicaid, va más allá de simples reparaciones domésticas. Empieza con una reforma integral de las necesidades de cada participante.
En una vivienda, una enfermera del proyecto Hopkins se percató de que una mujer de 82 años se estaba tomando sus 26 pastillas diarias juntas, en vez de escalonarlas a lo largo del día, por lo cual con frecuencia se sentía mareada y desorientada.
Lo primero que hizo la enfermera fue corregir las horas para la ingestión de los medicamentos. Luego una terapeuta ocupacional le enseñó ejercicios para que pueda caminar mejor, e instaló barandas para ayudarle a salirse y acostarse en la cama. Con las nuevas barandas en las escaleras, la mujer podía trasladarse por su casa con más facilidad.
¿Cuánto tiempo?
Cifras oficiales muestran que casi uno de cada cinco ancianos tiene dificultades para realizar sus actividades cotidianas, como caminar o bañarse. Tales dificultades se agravan cuando hay pasillos demasiado angostos para recibir sillas de ruedas, retretes demasiado bajos o mostradores de cocina demasiado altos. Por otra parte, casi una tercera parte de todos los adultos mayores sufren al menos una caída al año, y la mayoría lo hace dentro de sus hogares, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.
“Uno no piensa en esas cosas”, comentó Hattie Watties, quien lleva 36 años viviendo en su casa en Baltimore, cerca de sus hijos y nietos. “Uno simplemente hace lo que tiene que hacer”.
Para Watties, de 74 años, ello significaba encaramarse en el mostrador de la cocina para alcanzar los platos y vasos. Para bajar al sótano a lavar la ropa, debido a su dificultad para bajar escaleras, tiraba la ropa primero y luego lentamente bajaba.
Eso se acabó: un carpintero, bajó los estantes de la cocina para que Watties pueda alcanzarlos, le instaló un pasamanos en la escalera y le enseñó cómo usar una bombilla de ahorro eléctrico para iluminar la escalera. El artefacto que más beneficio ha dado es una baranda doble para las escaleras, que permite a la persona colocar el peso de los dos lados.
Szanton está decidida a seguir a los participantes en el largo plazo y, en base a resultados de una encuesta anterior, espera poder postergar el ingreso a un hogar de ancianos.
Para muchas familias, lo que les preocupa más es saber por cuánto tiempo funcionarán esas herramientas. Evelyn-Gustave exhorta a las familias a emprender sesiones de ideas para enfrentar los desafíos que van surgiendo.
“No podemos estar con ellos todo el tiempo, ellos necesitan esas destrezas para poder movilizarse”, comentó Evelyn-Gustave. AP
SIDE
Soluciones baratas
Alberta Hough no puede siquiera probar bocado, pues le tiemblan tanto las manos que cuando trata de meterse algo a la boca se le cae la comida. Su vida no es fácil. A duras penas puede meterse en la bañera, que no tiene una barra para sostenerse. Se tropieza con las losas sueltas del piso. No puede bajar bien las escaleras porque no hay baranda de donde sujetarse. En la puerta trasera hay una rampa, pero es demasiado endeble para soportar el peso de su silla de ruedas.
Los carpinteros instalaron nuevas balandras a las escaleras y en el baño, ajustaron la altura del retrete y añadieron barras para sujetarse. Las baldosas del piso que estaban sueltas las reemplazaron y arreglaron la rampa.
En cuanto a la capacidad de llevarse la comida a la boca, la terapeuta Allyson Evelyn-Gustave recomendó un recurso poco conocido: platos y vasos especiales con pesas que contrarrestan el movimiento de las manos.
Los utensilios especiales cuestan apenas 20 dólares y son una de las muchas sugerencias baratas ofrecidas por el sondeo. Hasta ahora la hija de Hough creía que la única solución era contratar a una enfermera para que le dé de comer a su madre, algo que la ella detestaría.
La remodelación de cada vivienda cuesta en promedio 4 mil dólares y tarda unos cuatro meses, incluyendo las modificaciones físicas y los salarios de los contratados. En promedio, el servicio en un hogar de ancianos en Estados Unidos es de unos 6 mil 700 dólares al mes por lo que hasta una demora leve podría hacer incrementar los costos agudamente.