ana-saldañaSeúl es una mega ciudad. Con 10 millones de habitantes y 24.5 millones en el área metropolitana es la quinta ciudad más grande del mundo. La oferta gastronómica es impresionante. Esto, combinado con el gusto y pasión que los coreanos tienen por la comida, la hace un paraíso para cualquier persona que guste del buen comer. Sin importar el presupuesto, en Seúl se come bien. Sin embargo, dado que hay poco turismo occidental, me resultó difícil al principio encontrar cuáles eran esos restaurantes que valían la pena.

Cada vez quiero depender menos de las recomendaciones de las personas en los hoteles y busco obtener sugerencias de los lugareños. Previamente había leído que en Corea había que probar la Cocina de Palacio, un banquete reservado para la corte de la Dinastía Joseon. Le pedí al concierge de mi hotel que me recomendara el mejor lugar para comer este tipo de comida. Así llegué a Seokparang, una villa que a lo largo de su historia ha sido frecuentada por la realeza. La comida consistió en 12 tiempos más el postre. Sin duda, esta fue una de mis comidas más aburridas. El lugar no tenía gran chiste, el servicio era apurado y la comida era buena, pero no tan buena como para lo que me costó. Era una trampa de turistas. Días después visitaría la ciudad de Jeonju, a las afueras de Seúl, y ahí cené en Goong. A pesar de que en ambos casos se ofrece Cocina de Palacio, en Goong descubrí la delicadeza y fineza de este banquete real. Los platos venían presentados impecablemente y era evidente el cuidado que se había puesto a cada tiempo, con una destreza impresionante en los distintos tipos de cocción.

 

Muy temprano en mi viaje decidí que ésta iba a ser la primera y última recomendación del concierge. Como si vinieran caídas del cielo, conocí a dos mujeres locales que se convirtieron en mis guías en esta exploración de la gastronomía coreana: Seonjeong Lee y Ji Hyun Kim.

A Seon la conocí una noche mientras cenaba en el restaurante Jung Sik Dang. Es un restaurante moderno, que ofrece alta gastronomía coreana combinada con técnicas de la gastronomía contemporánea. Sin duda, un lugar obligado si está uno un par de noches en Seúl. Mi platillo favorito fue el erizo fresco servido sobre una base de arroz combinado con algas, quinoa crujiente y decorado con una pequeña yema de huevo de codorniz. Sólo de escribirlo, lo estoy saboreando otra vez. El restaurante tiene una sucursal en Nueva York y éste cuenta con una estrella Michelin. Mientras comentábamos sobre la comida y los sabores, encontramos varias cosas en común entre nosotras, y tras preguntarle sobre sugerencias de lugares para comer, se ofreció a llevarnos a mí y a mi marido a comer a un lugar típico coreano en su día libre. Nos reunimos en el barrio de Jamsil para visitar un restaurante de barrio que prepara Galbi de cerdo. Galbi, significa costilla, lo que implica gruesos trozos de carne marinados en una mezcla de salsa de soya, ajo y azúcar cocinados sobre brasas. El cerdo estaba espectacular y la pieza de resistencia fueron unas gruesas rebanadas de pork belly asadas a la parrilla. Ahí, aprendí sobre toda la etiqueta del asado, incluyendo cómo los coreanos asan su carne para que esté bien cocida, pero nunca dorada. Las tijeras son indispensables, ya que con éstas cortan la carne en trozos para poderla comer. Probamos una serie de acompañamientos y nos enseñó cómo armar pequeños taquitos de lechuga y hoja de ajonjolí que debían comerse en un solo bocado. En Corea nunca te entregan la cuenta, sino que es costumbre ir a la caja para pagar. Además, muchos de estos lugares cuentan con timbres para llamar al mesero. Estas lecciones y muchas más me servirían durante el resto de nuestro viaje.

A la vez, Adela, una querida amiga mexicana, me contactó con Ji Hyun Kim, con quien había estudiado en Nueva York. Ella me recomendó algunos de sus lugares favoritos en la ciudad. Así, conocí ByeOkJe Galbi, en donde experimenté el arte del asado coreano en un restaurante elegantísimo en donde sirven carne de res de primera calidad. Sin duda fue la mejor carne que probé en todo el viaje: unos bocados selectos de carne coreana, marmoleada a perfección. Cien gramos costaban prácticamente 100 dólares, pero valían la pena. Estos cortes eran lo equivalente de la res Kobe japonesa. Era impresionante cómo no necesitaban ninguna sazón adicional, sólo un poco de sal combinada con el sabor del asador y se derretían en el paladar.

También Ji Hyun me recomendó Moohwahjam. Un lugar de mariscos en donde estaban tan frescos los productos que literalmente una almeja brincó de nuestro plato todavía moviéndose. El lugar tiene como especialidad los cangrejos que se encuentran en una gran pecera en el exterior del restaurante. Más que una comida, fue un banquete, que incluyó platillos del mar tanto crudos como cocidos.

Pero, sin duda, si tuviera que pensar en la mejor comida que probé en todo el viaje, sería en el restaurante Poom. Ahí la elegancia y cuidado de los platillos, combinando técnicas modernas con los sabores tradicionales coreanos fueron memorables. El salón, casi minimalista se sentía más como un spa, ya que en el fondo tocaban música tranquila. En Corea prefieren cenar temprano y nosotros, como buenos chilangos, habíamos hecho nuestra reserva a las nueve de la noche; por lo mismo, éramos los únicos en el lugar. Durante mi cena, sentí casi como si flotara, mientras me deleitaba con los sabores, colores y texturas de su cocina.

Así, la aventura culinaria en Seúl, me dejó en lo personal un nuevo respeto por su cocina, por su técnica, sus ingredientes, pero sobre todo por el amor que le ponen y la perfección con que elaboran cada una de sus preparaciones. Espero que tengas un maravilloso día y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!

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Seokparang

www.seokparang.co.kr

 

Goong (Jeonju)

http://www.goong.co.kr

 

Jung Sik Dang

www.jungsikdang.com

 

Byeokje Galbi
http://wingspoon.naver.com/spotDetail.nhn?cityId=3339&townId=10062&spotId=537263

 

Moohwahjam

http://www.moohwajam.co.kr/