WASHINGTON. La eventual represalia estadunidense contra el gobierno sirio por el presunto uso de armas químicas contra civiles pareció alejarse cuando el secretario de Estado estadunidense, John Kerry, declaró que Siria podría evitar un ataque militar si renuncia a su armamento químico en los próximos días.

 

La posibilidad de evitar un ataque armado contra Damasco también fue bienvenida por las minorías religiosas sirias, que en los últimos años han vivido cautivas en un conflicto civil interno que agrava su situación de exclusión y vulnerabilidad.

 

Atrapadas entre las facciones combatientes, las minorías cristianas, judías, asirias y caldeas, entre otras, han sido excluidas del sistema gubernamental por no ser musulmanes, a pesar de que viven bajo la ley islámica. Esas comunidades constituyen algunos de los segmentos más vulnerables de la población siria, y su representatividad prácticamente se extingue en ese país mientras se agudiza la crisis política.

 

Desde que comenzó el conflicto civil, hace ya dos años, muchos cristianos han emigrado de los territorios en que habitaron durante siglos. A pesar de que muchos poblados con minorías religiosas han intentado quedar fuera de la pugna que mantienen los opositores y el ejército del régimen de Bachar al-Asad, no siempre logran hacerlo.

 

Un caso que ilustra la difícil condición de esas minorías religiosas salió a la luz en la reciente ofensiva la semana pasada, cuando los grupos opositores sirios ocuparon la ciudad nororiental de Malula (Ma’loula).

 

Según declaraciones de testigos a la prensa, todo cambió al amanecer del miércoles 4 de septiembre (hacia las 5:30 am) cuando explotó un auto-bomba en el puesto de control situado en el acceso del poblado.

 

En el ataque murieron los soldados que resguardaban la zona y en la confusión, los rebeldes, -según algunos vinculados a Al Qaeda-, entraron al poblado con 20 camionetas pick up y ametralladoras montadas en la parte trasera.

 

Ante esa incursión, los cristianos de Malula se sienten más amenazados, pues conocen que la organización Al Qaeda está integrada por islámicos radicales.

 

Algunos afirman que la lucha por el control de Malula, situado estratégicamente en las montañas, pone de relieve los temores de muchos fieles de minorías religiosas en el país en torno al creciente papel de los extremistas islámicos (de confesión sunita) entre los insurgentes en la guerra civil contra el régimen del presidente Bachar al-Asad.

 

En el otro extremo del conflicto está Irán, cuya mayoría musulmana chiíta tiene adeptos en Líbano, principalmente en la milicia Hezbolá. Este grupo, adversario de Israel en la región y afín a Bachar al-Asad también está en la mira de Occidente ante una eventual incursión armada contra Siria.

 

Luego que el canciller ruso, Sergei Lavrov, asegurara que pedirá al gobierno del presidente siria que entregue su armamento químico a la comunidad internacional, se asomó en el horizonte político la posibilidad de Damasco y Moscú relancen una segunda Conferencia Internacional en Moscú para impulsar la paz en Siria.

 

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