sara atriUn primer paso contra la epidemia mexicana de obesidad, el impuesto especial a bebidas azucaradas propuesto por la reforma hacendaria, tampoco significa una solución automática.

La pregunta es: ¿lograremos dejar el primer lugar mundial en este mal? Y toda respuesta sensata, está obligada a atajar muchos más factores que propician semejantes cuotas de sobrepeso en México.

De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Yale, cada mexicano consume en promedio anual 163 litros de refresco. Una lata de cola (355 ml) contiene 10 cucharaditas de azúcar, correspondientes a 3 rebanadas de pan o 3 tortillas de maíz. Si consideramos esos 163 litros al año (o sea, casi medio litro diario) ingerimos por dicho medio el equivalente a 4 rebanadas adicionales de pan por día. Por ello no debe extrañarnos que los refrescos también aporten 21% de las calorías totales en un día, según cifras del INSP (Instituto Nacional de Salud Pública).

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Sin embargo, pensar que la propuesta del impuesto especial solucionará de tajo el problema y revocará males tan impregnados en nuestra cultura alimenticia, es simplemente desapegarse de la realidad y simplificar el tema.

Los refrescos y bebidas azucaradas tienen parte de culpa, pero para nada son la única razón; diría yo que ni siquiera existen argumentos para asegurar que sean el motivo principal.

p4_refrescos2Es un buen punto de partida, mas debe haber un cambio radical en el estilo de vida de los mexicanos para erradicar este problema de raíz. A continuación una serie de recomendaciones que, sin duda, impactarían positivamente a los organismos hoy afectados por obesidad y sobrepeso:

1. Necesitamos que, desde muy pequeños, los niños entiendan la conformación ideal de un platillo (el plato del buen comer sería una gran herramienta). Tanto las escuelas como los padres pueden ayudar a inculcar estos valores, aunque siempre reforzados por el ejemplo (¿cómo convencer a un niño para que coma sanamente, si lo que ve en casa o en el colegio no va acorde a tal idea?)

2. La escasa actividad física es unas las deficiencias nacionales que peormente perjudican a nuestra salud. Quien camine 30 minutos al menos 5 veces a la semana, disminuirá su peso notablemente. Para los niños, además, esto representa alejarlos de vicios e introducirlos en rutinas positivas.

3. Buena parte de las calorías consumidas provienen de bebidas azucaradas, pero no olvidemos que también derivan de alimentos densamente energéticos como fritangas, panes, dulces, postres. Es urgente disminuir la cantidad de estos alimentos en nuestra dieta y sustituirlos por frutas, verduras, carnes con bajo contenido de grasa, cereales integrales. Así mismo, priorizar métodos de preparación como la parrilla, el asado, al vapor, el empapelado, por encima de freír y empanizar.

4. Todo cambiará cuando entendamos que comer bien no implica comer aburrido. Si somos creativos, seguiremos disfrutando cada sentada a la mesa.

5. El alcohol. Sobra decir lo que afecta y constituye para este lamentable récord de obesidad.

De nada servirá suplir los refrescos por aguas de fruta hechas en casa y llenas de azúcar. El agua natural es una maravilla para el organismo (aunque entendemos que desafortunadamente muchos hogares mexicanos todavía no disponen de ella).

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Al agregar un impuesto especial a las bebidas azucaradas, el gobierno recaudará alrededor de 12 mil millones de pesos al año… ¿Qué tal si ese dinero se destina a combatir los demás factores que promueven la obesidad?

Podemos estar seguros de que si se ataja este mal, el Estado se ahorrará todavía mucho más dinero por concepto de gastos en salud pública hoy irremediablemente volcados a paliar las consecuencias del sobrepeso.

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