Verónica M. tiene 19 años y cursa el quinto semestre en la Escuela Nacional de Maestros. Eligió querer ser maestra porque sus padres también lo son. “Influyeron mucho mi mamá y mi papá, la forma en que trabajan, la forma en que ellos imparten sus clases”, narra.
Niega que haya elegido ser maestra debido a que ello le garantizaba trabajo para toda su vida laboral. “No lo hago por la plaza, por que tendré la plaza garantizada. Lo hago por vocación, a lo mejor por tradición familiar, pero eso fue una vocación que me nació yo creo que desde que nací”.
La joven estudiante de la Normal viaja de Tlalnepantla a San Cosme para asistir todos los días a clases.
“Me hago de una hora y media de camino, pero me siento orgullosa de haber entrado a la escuela”, explica.
Sin embargo, el gusto de Verónica por estudiar no se refleja en todos los alumnos normalistas.
En el Examen Nacional de Conocimientos y Habilidades Docentes, sólo aprobó el 25.8% de los aspirantes a profesor de nuevo ingreso. A eso se le suma que más de la mitad de las normales no alcanza los niveles aceptables.
Además, de acuerdo con el examen que aplicó el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval) a normalistas en octavo semestre, el promedio nacional no superó el 60% de aciertos.
Los estados con resultados alarmantes en sus normales son Puebla, Jalisco y Veracruz.
A pesar de este negro panorama, Verónica M. busca que todas las materias tengan una relación entre juegos y enseñanza.
El mayor reto es profesionalizar a los futuros maestros de México y eso, dice, debe ser urgente y necesario.
La realidad de las normales
– 486 en el país
– 134 mil alumnos
– 75% de quienes se forman para maestros están estudiando en las Escuelas Normales públicas
– 25% de quienes se forman para maestros están estudiando en las Escuelas Normales privadas
“Lo veo devaluado sí, pero pues si en nosotros como futuros maestros, futuros docentes, está en nuestras manos mejorar a México, adelante”.