De moda está escuchar el término startup en lo que a actividad empresarial se refiere. Para algunos, se trata solamente de una manera más “chic” de nombrar al emprendedor de siempre. Sin embargo, el término startup va más allá de eso, y generalmente tiende a generar falsas creencias. Merece la pena por ello descubrir las diferencias entre los emprendedores y el mundo de las startups, ya que ni todos los fundadores de startups son emprendedores, ni menos todavía, todas las empresas nuevas son startups. Algunos emprendedores se sienten atraídos por el glamourque parecen traer consigo las startups y ponen esta etiqueta a su negocio, sin considerar la falta de ambición y originalidad que debe conllevar, inclinándose además hacia los negocios más tradicionales. Ahora bien, tampoco todos los fundadores de startups son emprendedores, a pesar de que los startuperos se consideren una selecta especie de emprendedores.
Un emprendedor es una persona que busca oportunidades de negocio y crea modelos que permiten explotar estas oportunidades, siendo una de sus características fundamentales la búsqueda de negocios viables, pero excluyendo a aquel que aún teniendo una idea brillante no tiene la seguridad de que ese negocio sea rentable. Por otro lado, un startup es un modelo de negocio con una proyección muy alta y con base tecnológica, algo muy atractivo para los inversionistas, que son quienes prestarán a la empresa un financiación inicial. Contrariamente a lo que se piensa, el objetivo de una startup no es ganar dinero desde un inicio, pues la rentabilidad del negocio es una cuestión secundaria, sino encontrar el éxito con ideas innovadoras. El emprendedor siempre tiene un motivo financiero. Una startup quiere cambiar el mundo, construir productos frescos, ser famoso, tener una gran salida, y si es socialmente aceptable en el momento, disfrutar del dinero que han hecho como un efecto secundario.
La diferencia aún más grande es cuando se considera el concepto de cerrar el círculo. Un negocio no es viable hasta que la unión entre la creación de valor, la entrega a los clientes, y ser pagado por ello, se cierra. Para los emprendedores no hay nada que hacer hasta que se cierra el círculo. Para los creadores de startups, esto es a menudo secundario, incluso hasta puede ser peor ya que si el círculo no genera grandes beneficios tan pronto como está cerrado, la financiación desaparecerá. Esto no significa que el cierre del círculo es la única manera de construir un negocio. Startups como Facebook, Google y Twitter, e historias de éxito como Instagram, Tumblr o YouTube muestran que es posible la construcción de grandes compañías, sin preocuparse por ganar dinero desde un inicio y sin haber cerrado el círculo.
También se debe descartar la creencia de que emprender de manera tradicional implica crear negocios pequeños. Existen ejemplos de empresas que comenzaron de forma local, sin garantía de tener una dimensión, y sin embargo han llegado a convertirse en grandes gigantes tecnológicos, como lo son Apple, Microsoft, HP, y Cisco, entre otras.
La creación de una startup no debería verse como la primera opción a elegir a la hora de empezar un negocio. Se debe elegir esta opción con conocimiento, sin olvidarse de que la búsqueda de oportunidades y la explotación para lograr posteriormente dinero, es una técnica que lleva utilizándose durante cientos de años para la creación de empresas. Hoy sigue siendo una opción muy viable. Pero no es fácil ser fundador de una startup, ya que ante la creciente oferta de startups los inversores son más selectivos. Cualquier camino es viable (emprendedor o startupero). Ni ser emprendedor o fundador de una startup es mejor o peor, simplemente habrá una enorme diferencia sobre la cantidad de riesgo y presión que habrá que enfrentar.