Hubo un tiempo en el que si alguien oía o leía la palabra vintage podían pasar tres cosas: que no supiera de qué le estaban hablando; que entendiese que el término tenía algo que ver con el vino o que estuviese de verdad enterado e identificase vintage con el mejor de los vinos de Oporto.
Me temo que hoy día la palabra vintage evoca, especialmente entre los llamados fashion victims, alguna creación de firmas como Louis Vuitton, Loewe, Hermès, Dior, Bvlgari y demás nombres míticos de la moda, diseño y complementos de lujo. El bolso Kelly es, quizá, el máximo ejemplo de vintage.
Me explican que la expresión se usa para referirse a ese tipo de cosas de calidad que van teniendo ya sus años, pero que todavía no entran en el capítulo de “antigüedades”. Algo vintage es algo chic(¿alguien usa todavía esta bella y breve expresión?), con una clase que no es que no le haga pasar de moda, sino que lo convierte en un ícono intemporal de lo elegante.
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