El fin de semana comenzó a escribirse el fin del BlackBerry.
La empresa canadiense anunció que, a partir de este fin de semana, haría disponible su sistema de mensajería instantánea Blackberry Messenger -el famoso BBM-en los sistemas operativos Android y en el recién renovado IOS.
Dicho de otras palabras: los usuarios de Blackberry que aún usaban ese tipo de teléfono inteligente solo por ese sistema de mensajería -entre ellos, la gran mayoría de los políticos mexicanos- tienen la posibilidad de quitarse el grillete.
No es poca cosa: el decoro del aparato ha ido en detrimento mes con mes. La popularidad en la sociedad ha caído de forma importante por lo mismo que ya no se usa el fax, el mimeógrafo o las máquinas de escribir: no adecuado a los tiempos.
En el 2003, cuando fue lanzado el primer grillete a la venta en su característica de teléfono inteligente, era todo lo que un hombre de negocios podía esperar. Tenía la posibilidad de navegar en la incipiente red móvil, se abría la posibilidad de revisar correos en el camino sin necesidad de estar pegado a una computadora, ubicaba los contactos habidos y por haber en una agenda electrónica muy útil y, además, recibía faxes. Leyeron bien, faxes.
Durante años, Blackberry fue el gigante a derrotar por las grandes empresas. Industriales y políticos adquirieron status y diferencia hacia los demás por la obtención de ese gadget. Además, la característica de independencia de sus servidores lo hacían seguro y confiable. Una joya.
Hasta qué llego el iPhone.
Jobs, en esas obsesiones de desbaratar a la competencia, ideó un aparato que tuviera gran parte de los atributos de BlackBerry, pero sin la lentitud y pequeñez gráfica del mismo. El iPhone, en inicio, escalaba en los terrenos que ya había conquistado la canadiense. El correo y la navegación de internet como ejemplo. La diferencia que hizo rebasar a los de Cupertino fueron las aplicaciones.
En un inicio, muy pensado en la lógica de la Black, el iPhone no tenía las aplicaciones ni la tienda actual. Desarrolladores y hackers vieron la posibilidad -o Jobs, juguetonamente, la sugirió en su Keynote para explotarlo de forma clandestina- de que el teléfono de Apple fuera una gran central de comunicación. Los desarrolladores dejaron de lado otros teléfonos y centraron sus esfuerzos en el iPhone.
BlackBerry trató de regresar. Lanzó modelos con pantallas más grandes e incluso trató de disfrazar el teclado querty que, aún ahora, es su insignia dentro del competido mercado del smartphone. El daño estaba hecho.
Sin embargo, algo la salvaba: su sistema instantáneo de mensajes.
En el mundo de los SMS caros y pre DMs, BlackBerry introdujo su mensajero. El BBM se convirtió en la salvación de políticos y en el dolor de cabeza de parejas. Barack Obama no necesitaba revisar su correo en su Black pero si checar, de forma insistente, los mensajes de su staff. De la misma forma, los emoticones y grabaciones de voz se popularizaron de forma casi instantánea.
Pero lo que más llamó la atención fueron las notificaciones de recepción y lectura de mensajes. Las famosas letras “D” y “R” que hacían referencia a lo que, antes, nadie sabía a ciencia cierta: si el mensaje había llegado al destinatario.
Los rompimientos amorosos y las angustias laborales aumentaron a partir del boom del BBM. Como todo en la tecnología, el romance llegó a su fin con la llegada de Whatsapp -cuya plataforma funcionaba en todos los sistemas operativos- y los DMs de Twitter.
Hoy en día, BlackBerry se encuentra en la peor crisis económica de su historia. Apenas a fines de la semana pasada, anunció el despido de un tercio de sus empleados y la redirección de su línea de teléfonos.
A estos anuncios, habrá que agregar la incorporación de su BBM a otros sistemas operativos, afirmación tácita de su fracaso.
Todo por ser un grillete a otros tiempos donde el fax aún era importante en un teléfono inteligente (Inserte aquí una carita triste).