En su debut como cineasta, Eugenio Derbez prácticamente no toma riesgo alguno; sabiéndose poseedor de una fórmula probada, que le fuera muy fructífera en su paso por la televisión mexicana, el popular cómico -vuelto ahora actor, editor y director- no está dispuesto más que a cambiar de escenario, de cámara, de pantalla, pero nunca, jamás abandonará ese humor zafio y básico que siempre le ha funcionado.

 

La decisión por supuesto ha sido la correcta: en un sólo fin de semana, No se aceptan devoluciones ha recaudado 148.8 millones de pesos; de mantener ese ritmo, es casi seguro que la película se convertirá en la más taquillera en la historia del cine mexicano. El éxito económico de Derbez es indiscutible, su talento artístico es el que queda en entredicho.

 

Arropado de nueva cuenta por Televisa (productora de la cinta), Eugenio Derbez convierte las casi dos horas que dura su película en una calca del horario prime-time que tenía hace años el Canal 2: primero un programa de comedia donde veremos un destilado de su humor característico (pastelazo, slapstick, albures) para luego dar paso a una telenovela, lacrimógena y chantajista, que pone en evidencia las serias deficiencias de Derbez como actor.

 

La comedia: Valentín es un womanizer acapulqueño que un día recibe la inesperada visita de Julie (Jessica Lindsey, apenas funcional como rostro bonito), chica norteamericana y antigua conquista que trae consigo a una bebé de meses -Maggie- quien supuestamente es hija del acapulqueño.

 

Julie huye, dejando a Valentín con el paquete de cuidar a la niña quien, desesperado, cruza la frontera con todo y bebé en busca de la madre, para finalmente quedarse a trabajar de ilegal a la vez que intenta educar y mantener a su hija.

 

La telenovela: como es de esperarse, y luego de que Valentín se ha encariñado con la niña, la mamá regresa para pelear su custodia, lo cual llevará el drama hasta los tribunales.

 

Con evidentes trazas de cintas como Kramer vs Kramer (Benton, 1979), The Kid (Chaplin, 1921) pero más notoriamente de Big Daddy (Dugan, 1999) -cinta de Adam Sandler, verdadera inspiración de Derbez- la película resulta más honesta (aunque no por ello menos insoportable) en su primera mitad, donde el comediante se sitúa completamente en su zona de confort, insertando con calzador toda serie de gags (la vecina, el portero, el zoológico) que no sirven a la trama pero resultan útiles para el lucimiento del comediante, cumpliendo así con la exigencia del respetable: ver al Derbez que conocen de la televisión.

 

Pero su registro acaba ahí; cuando la trama se torna en melodrama, estamos ante el peor de los escenarios: un cómico que no sabe actuar, que pretende volverse dramático y resulta en penoso humor involuntario.

 

En términos de dirección hay poco que reprochar, Derbez sabe los modos de la comedia televisiva por lo que no falla en la iluminación, el encuadre y el ritmo. Lo mismo conoce los modos de la telenovela, por lo que igual se muestra diestro en el gran close-up, la musicalización exagerada y el tono de melodrama telenovelero.

 

Estamos frente a la televisión (la de Televisa y el Canal 2) vuelta cine; un producto mediocre, medianamente bien armado, pésimamente actuado y con una doble moral rampante: la pareja de lesbianas como villanas al pretender adoptar a una niña, la paternidad como única vía de madurez y felicidad, la burla hacia las capacidades diferentes como principal veta humorística (el humor a costillas del Sr. Sammy).

 

Destaca, eso sí, la pequeña Loreto Peralta, única actriz en medio de esta feria de dislates, niñerías y mal gusto. A Loreto le deseamos mejor cine en su prometedor futuro.

 

No se aceptan devoluciones (Dir. Eugenio Derbez)

1 de 5 estrellas.

 

Con: Eugenio Derbez, Loreto Peralta, entre otros.