El programa Ponte a 100 tiene como objetivo determinar el estado nutricional de mexicanos de 8 a 60 años de edad. 3 mil 100 centros de evaluación pretenden monitorear en esta etapa a 3 millones de mexiquenses, con el propósito de llevar el plan a nivel nacional el próximo año.
Interesante esfuerzo para medir a los participantes con pruebas físicas y morfológicas validadas por la Organización Mundial de la Salud. De acuerdo a los resultados, recibirán un plan de alimentación y actividad física que los acerque a un peso saludable. Inclusive, aquellas personas con padecimientos crónico-degenerativos como hipertensión arterial, diabetes, síndrome metabólico o enfermedades cardiovasculares, contarán con asistencia médica.
Si resulta exitoso, será ejemplar y hasta imitado en otros países. Gran paso del gobierno contra una pandemia que cuesta a nuestro país (y nos cuesta de nuestros impuestos), más de 40 mil millones de pesos anualmente.
Idealmente, también deberá transmitir información nutrimental y de salud tanto a escuelas como familias, para así lograr un impacto en cada eslabón de la sociedad y evitar (como suele suceder) que caiga en el abandono. Ojalá que consiga cambios en el estilo de vida, genere conciencia, rompa mitos y malos hábitos que hoy tienen a México en ese lamentable primer lugar mundial. Podemos explicar mucho a un adolescente y medirlo decenas de veces, pero si llegando a casa sólo hay guisados llenos de grasa o si en la escuela nada más hay chatarra, perderemos antes de empezar.
Muy esperanzador, mas debemos asumir la magnitud de su dificultad. En principio, tiene que ser duradero, ya que de lo contrario, el fracaso será inevitable (todo paciente que no acude a más de una consulta, normalmente empeora su condición). Otro requerimiento básico es que tenga fácil accesibilidad para que participe todo quien lo desee y empuje a participar a quien presente alguna resistencia. En el seguimiento se esconde una de las claves: si se enteran de los kilos perdidos y las mejoras en su estado general de salud, estarán motivados a continuar esforzándose.
Seguramente guiada por la complejidad de algo tan masivo, la Conade ha decidido apegarse a dietas de puntos. ¿En qué consiste? Es necesario saber la cantidad de puntos que cada persona puede consumir al día (lo cual varía según sexo, edad y estatura), y cuántos puntos tiene cada alimento.
En estudios recientes, se ha observado que 68% de los pacientes entiende cómo dosificar sus puntos; sobre todo, yo creo que entiende quien quiere y no se puede obligar (o adelgazar por acto de magia) al que no.
Esto nos lleva a problemas de otra índole (psicológicos, sociológicos, económicos) que deberá saber enfrentar la Conade.
Lo principal es que además de aprender a utilizar este tipo de dieta, se elijan alimentos saludables que sean accesibles para no lastimar su cartera. Por ejemplo: frutas y verduras de la estación, cereales integrales, quesos con menor contenido de grasa, bajarle a los carbohidratos y la fritanga.
Una sustancial diferencia en la disminución de peso se generará si los individuos, además de respetar el régimen de puntos que se les entregue en el centro de evaluación, obedecen el plan de ejercicio que ahí mismo se les concederá (como cierta cantidad de vueltas a la pista en determinado tiempo; esto obliga a que mejore la cantidad de instalaciones deportivas, y la seguridad en ellas).
Definitivamente, algo se tenía que hacer y Conade ha intentado poner el dedo en la llaga que más duele a nuestra población en términos de salud.
Es tan ambicioso, que no podemos dar por hecho que triunfe, aunque, al mismo tiempo, lo deseamos de todo corazón.
Era hora de que se hiciera algo al respecto. ¿Ha llegado la medida extrema que corrija el mal extremo?
Añade vida a tu nutrición!