Durante muchos años, si quería un deportivo Rolls-Royce se compraba un Bentley. Ambas empresas compartieron un linaje común e incluso una fábrica durante más de 50 años. Cuando Rolls-Royce y Bentley se separaron en 1998 para ser adquiridas por BMW Group y Volkswagen Group, respectivamente, todo eso cambió. Rolls-Royce siguió proporcionando la seriedad y todo el lujo que demandan sus clientes, aunque faltaba un vehículo que desplegara ese espíritu atlético.
Con el lanzamiento del Wraith, Rolls-Royce ha descubierto que también puede ir más allá del lujo y confort. Este modelo es un biplaza basado en el Ghost que tiene como objetivo atraer a más clientes jóvenes. Su imagen despliega una superflua dosis de potencia. 12 cilindros con doble turbo que arrojan 624 caballos de fuerza con los que la carrocería de estilo fastback funciona de manera explosiva. Wraith en ningún momento olvida su origen. No renuncia a sus características clásicas como las puertas de apertura a la inversa y los acabados interiores.
A diferencia del Phantom y del Ghost, Wraith enfrenta una dura competencia en el mercado. Incluso su precio base de 320,000 dólares. Para ser sinceros, los clientes que buscan un súper deportivo tienen como primera opción un Lamborghini, Ferrari, Aston Martin, o inclusive Bentley. Pero Wraith llega para romper paradigmas. Es una especia de estandarte de lo que la marca busca en un futuro a largo plazo: dejar en claro que además de crear limusinas también puede ofrecer coupés de alto desempeño.
Fiel a su estilo de Rolls-Royce, el Wraith es un automóvil muy grande. A diferencia del Ghost, la distancia entre ejes es siete pulgadas más corta. La longitud total es de 5,269 mm. Por su parte, tiene un ancho de 1,947 mm y una altura de 1,507 mm.
Cada una de estas cifras fue llevada a una carrocería al más puro estilo de un GT. Si bien Wraith es un deportivo fastback, al mismo tiempo defiende las tradiciones de la marca. Mientras la impactante y larga silueta recuerda el dinamismo deportivo, el Wraith es claramente un gran turismo. Se ha alcanzado el perfecto equilibrio entre ambas mitades de la balanza. Con una posición elevada del asiento y las proporciones típicas de Rolls-Royce no dejan duda de que el auto es fiel al ADN de Rolls-Royce.
Esta enorme y atlética silueta es condimentada por rines de 21 pulgadas y la elección de tonos en la pintura de la carrocería. Otro detalle estético que llama la atención es la parrilla. A primera vista luce idéntica a la de los demás modelos, pero no es así. Ha sido trabajada para proyectar una imagen más estilizada, además de otorgar más aerodinamismo al vehículo. Las puertas sin marco proporcionan un aspecto clásico.
Wraith es un coupé con espacio de sobra para cuatro pasajeros. Al contrario de lo que sucede en vehículos de gran tamaño, la dinámica de conducción no siempre es el mejor aliado. Pero aquí nada de eso sucede gracias a su enorme y soberbio V12 de 6.6 litros. Esta gallardía convierte al Wraith en el Rolls-Royce más potente jamás producido. Al momento de pisar el acelerador olvida que viaja en un coupé de más de dos toneladas. Una muestra de ello es que sale catapultado de 0 a 100 km/h en solo 4.5 segundos. Como límite, este dos puertas tiene 250 km/h, que de no ser por el sistema electrónico podría llegar a más.
Su motor está afinado para una entrega de potencia suave pero a la vez fuerte. Toda la potencia se transmite de manera fluida gracias a una transmisión automática ZF de ocho velocidades. Esta combinación de un V12 con una sofisticada caja da lugar a un desarrollo inmediato de 590 libras-pie a partir de 1.500 rpm. Claro que no podemos dejar de mencionar la exactitud de la caja. Descarga los datos GPS en tiempo real y utiliza los mapas para seleccionar automáticamente la marcha correcta para el camino que se desarrolla. Se anticipa de manera inteligente a una curva, pendiente o recta que haya que transitar. Esta capacidad de pre seleccionar la marcha aumenta la suavidad del Wraith.
Cuando la carretera se vuelve sinuosa, Wraith se siente tan grande como es pero con una suavidad increíble. Se jacta de ser un deportivo pero a la hora de la acción olvida un poco ese carácter y se inclina más por el confort de marcha. Tiene un balanceo mínimo y cuando llega a suceder lo hace de manera discreta. Además tiene la capacidad de endurecer la dirección a altas velocidades mientras que a baja velocidad es más suave, lo que contribuye a una propulsión más enérgica.
No cabe duda de que este es un Rolls-Royce y, para decirlo simplemente, Rolls-Royce hace las cosas de manera diferente. En Wraith todavía se respira el sentimiento dominante que hace algo especial de Rolls-Royce. Detalles sutiles como cromo negro y agujas de color en el tablero y la fibra óptica iluminada en el techo saltan a la vista. Revestimiento de cuero y molduras de madera han sido hábilmente instalados en todo el interior. Todo recuerda a un yate de lujo.
Este lujo es acompañado por la tecnología. Ofrece cámara a bordo, sistema de navegación activado por voz con el tráfico en tiempo real, correo electrónico activado por voz, mensajes de texto, y servicio de conserje. Este sistema de info-entretenimiento es similar al iDrive de BMW e incluye una pantalla táctil que permite a los usuarios escribir caracteres en ella en lugar de hacer clic a través de los menúes.
Wraith es, en definitiva, el más potente de los Rolls-Royce. Es demasiado grande para ser considerado un serio competidor de un Aston Martin o Mercedes-Benz CL pero sin duda ofrece una mezcla intrigante de un tradicional Rolls-Royce, aunque con el paseo en alfombra de coupé deportivo. Para los dueños de Rolls-Royce que les gusta conducir sus modelos y no ir sentados detrás de un chofer, el Wraith es definitivamente es el camino a seguir. Rolls-Royce está otorgando mucha actitud a sus nuevos modelos y en última instancia eso es lo que cuenta.