Oriundo de Guanajuato, sucesor de Jesús Murillo Karam como presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados y actual vicepresidente de la Cámara baja, Francisco Arroyo Vieyra sostiene que el PRI no perdió la Presidencia en el 2000, sino fue nueve años antes, cuando México dejó el GAT por optar por el TLC.

 

En conversación con 24 HORAS, reconoce que a diferencia del Poder Judicial, el Legislativo y Ejecutivo enfrentan debilidades, por lo que urge a fortalecerlos.

 

Con más de dos décadas como legislador, Arroyo Vieyra advierte que el Palacio de San Lázaro enfrenta un rezago administrativo que puede colapsar el trabajo legislativo.

 

¿En qué momento se constituye un presidente en San Lázaro?

 

La presidencia de la mesa es, de 1999 para acá, una institución que se ha ido fortaleciendo. Antes esta figura prácticamente no existía. La ley orgánica decía que la conducción de las sesiones se tenía que rotar entre los vicepresidentes, y había un vicepresidente por cada partido político. De un presidente de un día, pasamos a un presidente de un año.

 

¿Cuál es la principal diferencia con la Junta de Coordinación Política?

 

El presidente de la mesa es el representante de la Cámara de Diputados encarna la unidad, a diferencia de lo que pasa con el club de líderes, con la Junta de Coordinación Política, que representa la pluralidad.

 

Por eso la mesa siempre fue concebida para el menos partidista de los partidistas, el que habla por la Cámara, el que habla por la casa. Tiene que ser un hombre muy sensato, muy prudente, no puede influir su militancia política en el desempeño; ése es el gran reto de quien preside la mesa directiva de la Cámara de Diputados.

 

¿Cuáles son las habilidades que debe tener?

 

Tiene que tener la intuición necesaria para conducir las sesiones y para lograr el equilibrio, entre la libertad individual del legislador y la de su coordinación parlamentaria. Ése es el secreto del presidente de la Cámara. Ahora llega un joven que está muy preparado, Ricardo Anaya. Es un joven muy preparado y él mismo se dará cuenta que el librito luego no le dice al presidente todo lo que tiene que hacer.

 

¿Qué visión tiene de la política en el país?

 

México está cambiando de piel, cambia de piel cada determinado tiempo, es un ciclo de casi cada 20 años, eso lo tengo muy bien medido.

 

La última vez que México cambio abruptamente fue en 1991, ya se venía preparando el cambio desde el sexenio de Miguel La Madrid, cuando dejamos el GAT y cuando fuimos al tratado de libre comercio.

 

¿Por qué México cambia constantemente?

 

Porque no se halla. México es un país de muchos contrastes. Los programas sociales fueron creados perentoriamente para ese cambio de piel; para que la política social fuera la curandera de la política económica, pero vemos que no salimos y vamos a un segundo cambio de piel, ya después de 20 años.

 

¿A qué le atribuye los cambios, entendidos a manera de reformas?

 

A que no hemos sido capaces de remontar la pobreza extrema, no sólo no hemos sido capaces de remontar la inseguridad, sino que no hemos sido capaces de fortalecer a tal grado nuestras instituciones, que las respetemos todos, sin chistar.

 

En 12 años pasamos de una híper presidencia a una hipo presidencia y, ahora, tratamos de rescatar la dignidad del Poder Ejecutivo y la prestancia del Poder Legislativo. El Poder Judicial se cuece aparte, porque ellos han ido poco a poco logrado, no sin tropiezos, el fortalecimiento de su propia institución. En el Poder Legislativo estamos tratando de ser mucho más sensatos.

 

¿Cómo presidente, qué se ha logrado?

 

Logramos decirle a ciertos grupos sociales que no nos amedrentan con su activismo. Que nosotros vamos a seguir votando, más allá que nos rompan cristales o nos rompan 19 automóviles.

 

Vamos a seguir haciendo lo que tenemos que hacer, emitir su opinión y su voto.

 

Este año también ganamos que las tomas de tribunas nos asustan, la sociedad castiga al legislador que ofende a sus pares a través del voto y mediante la ridiculización en los medios de comunicación, que cada vez nos más importantes. En este año sólo tuvimos una sola toma de tribuna, en la reforma laboral.

 

¿Qué significa esto?

 

Eso habla que la mesa directiva tiene el respaldo de la asamblea, que tiene el respaldo de 95% de la asamblea; es decir, que el presidente de la Cámara puede sentir el respaldo de los integrantes de la asamblea y cuando tome una decisión difícil puede acudir a que la secretaría consulte a la asamblea y eso es una gran fortaleza, porque si el presidente no tiene el respaldo de la asamblea no es nadie.

 

Es más, puede ser sujeto a un proceso, porque con las dos terceras puede lo pueden cambiar, esto es muy importante, porque los agresivos son cada vez menos y están muy localizados.

 

¿Avanza el trabajo de las Comisiones?

 

Bueno, hemos tenido sesiones en las que hemos bateado más de 35 o 40 reservas y eso no nos da pena por una razón, porque el trabajo en las comisiones se ha enriquecido y ahí es donde está la médula y la riqueza del trabajo cameral, esto es que el trabajo parlamentario ha avanzado mucho.

 

¿Qué es lo que se busca con las reformas estructurales?

 

Crecer. No le digo que todas las reformas que se nos presenten van a ser buenas, porque el inicio del proceso es la propuesta, es un mecanismo dialéctico, viene una antítesis que es el dictamen y viene una síntesis que es el trabajo cameral, es decir, el poder Legislativo está funcionando.

 

¿Qué se quedó pendiente?

 

Primero que nada normalizar la relación formal con el Ejecutivo, esto es que, como en cualquier democracia civilizada, recibamos al titular del Poder Ejecutivo como se merece. No con honores, con cortesía republicana. Como él nos trata a nosotros, el presidente Enrique Peña ha sido, por demás, cortés con el Poder Legislativo.

 

¿Algo más quedó pendiente?

 

Nos hace falta tener en Comisiones un mejor servicio profesional parlamentario, mejor capacitado y una modernización administrativa, que nos saque de este caos administrativo.

 

Por más que tengamos a un destacadísimo intelectual en la secretaría general, que se llama Mauricio Farah, pero evidentemente no puede con este lastre administrativo de 20 o 30 años de rezago. San Lázaro se nos está cayendo a pedazos.

 

Las frases

“Como diría Ruíz Cortines: la política es estar, estar y estar”

 

“De un presidente de un día, pasamos a un presidente de un año”

 

“Logramos decirle a ciertos grupos sociales que no nos amedrentan con su activismo”

 

Si el presidente no tiene el respaldo de la asamblea, no es nadie”

 

“El presidente Enrique Peña ha sido, por demás, cortes con el poder Legislativo”