Dispersas dentro del país y escurridizas ante la autoridad, muchas con metodologías improvisadas y sin contar con un registro oficial. Así operan en México la mayoría de las empresas de seguridad privada. Un mercado que, pese a su irregularidad, ha crecido en los años recientes, a la par del aumento de la incidencia delictiva y de la percepción ciudadana sobre la inseguridad.

 

Según expertos consultados por 24 HORAS, el negocio del reclutamiento de guardias y escoltas, así como la oferta de servicios y tecnologías de seguridad, se ha expandido hacia todos los ámbitos: vecindarios, oficinas, industrias, hoteles, escuelas, hospitales, carreteras, aeropuertos, etcétera; hasta alcanzar este mercado un ritmo de crecimiento de entre 18 y 24 por ciento, así como ventas calculadas en 160 mil millones de pesos.

 

“AAA. Guardias de Seguridad. 4,000 pesos mensuales. Diversos turnos. DF y área metropolitana., buen ambiente de trabajo, IMSS, aguinaldo, vacaciones, reparto de utilidades”, son algunas de las muchas ofertas de empleo que pueden leerse en periódicos, carteles callejeros y hasta en pasillos de instalaciones policiales.

 

Pero ni por su magnitud, este sector que ocupa a unas 700 mil personas en el país no ha podido alcanzar una meta postergada por al menos cinco sexenios: incorporarse a un padrón y a una normatividad nacional, así como aplicar a sus guardias un sistema homologado de exámenes de control de confianza.

 

“En México operan unas ocho mil empresas que venden servicios de seguridad, pero la mayoría no cuenta con certificación profesional o ni siquiera están registradas”, aclara Mario Espinosa, presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Seguridad Privada (AMESP), organismo que busca regularizar al sector mediante la creación de una primera cámara empresarial.

 

“Lamentablemente –añade el dirigente–, la mala competencia es descarnada, provoca que precios y sueldos bajen y que la rotación de personal sea de hasta un 90 por ciento”.

 

Maraña de trámites

 

Una búsqueda realizada por 24 HORAS en el portal de la Dirección General de Seguridad Privada (DGSP), dependiente de la Comisión Nacional de Seguridad de la Secretaría de Gobernación, confirma que únicamente 888, del total estimado por la AMESP de ocho mil empresas, se encuentran debidamente registradas.

 

Esta cifra de registro contrasta significativamente con la que en noviembre de 2012 difundió la entonces Secretaría de Seguridad Pública del gobierno federal, la que dijo contar con “3 mil 378 registradas”. Pero dicho dato ya no figura en el sistema, toda vez que la actual gestión desapareció el antiguo portal, junto con la propia SSP.

 

Una maraña de trámites municipales, estatales y federales, necesarios para otorgar registro a estos grupos privados; su carácter cambiante, creciente o fugaz, además de la necesidad de reformas legislativas que pudieran dar equivalencia a diferentes criterios y normatividades regionales, se aducen, de acuerdo con la AMESP, como las principales razones que han impedido este gran registro y control.

 

Joel Juárez, de la empresa GSI, comenta a este medio que la “tramitología” que actualmente requiere vencer un guardia de seguridad para obtener su registro le representa invertir un periodo de siete meses de gestiones; primero ante la respectiva autoridad estatal, de acuerdo con cada legislación, y posteriormente las federales, tales como Segob y Sedena.

 

Todo ello, apunta, representa un costo para su empresa de 11 mil 174 pesos, por papeleo y pago de derechos.

 

“Es así –puntualiza Juárez– que la equidad entre empresas no existe en este sector: las que estamos en regla nos vemos obligadas a pagar por estos costos, las otras… mejor se ahorran todo esto y trabajan a su libre albedrío”.

 

Marcos Ossio Rangel, presidente de la firma C4S, opina sobre la realidad que vive este sector: “parece increíble que tengamos un mercado que aporta al país el uno por ciento del PIB, pero que hasta hoy no haya podido regularse”.

 

Para el 2014

 

Con tono particularmente optimista, el director de Seguridad Privada de la Segob, Juan Antonio Arámbula, responde augurando “mejores resultados para el futuro”:

 

“Hoy estamos logrando reformas que no se habían obtenido en 15 años; hemos pasado de las grandes tormentas a las constelaciones estelares; es decir que hoy tenemos un alineamiento de factores positivos; antes los empresarios del ramo ni siquiera estaban unidos; hoy ya están hablando de hacer una cámara y vea que están trabajando duro”.

 

¿Cuál es su mejor pronóstico para poder regularizar este mercado?

 

Si este alineamiento positivo se mantiene; para el cierre de 2014 tendremos una nueva Ley de Seguridad Privada, nuevo reglamento, nuevos perfiles de capacitación de guardias, nuevos registros de identificación y de acreditación de empresas.

 

Pero no se ha logrado hacer durante varios sexenios…

 

No estamos aquí para imaginar que un día estaremos haciendo la autopsia del proyecto y preguntándonos por qué falló. Como bien dice nuestro jefe, el doctor Mondragón y Kalb: No me digas por qué no, sino cómo sí.

 

Y el funcionario dice asumir su propio reto:

 

“¡Vamos a hacerlo! Búsqueme entonces y lo verá”.

 

Profesionales vs patito

 

Algunos guardias de seguridad privada son duchos para blandir en el aire bastones de acero con los que romperían un cráneo, pero, en términos de personalidad, son personas que no aprobarían un examen psicométrico.

 

Otros guardias particulares se visten como si fueran soldados y traen consigo rifles de alto poder, pero no poseen el temple o la pericia para siquiera sujetarlos bien.

 

No faltan los escoltas trajeados, que tal vez sueñan con vivir dentro de un thriller, pero que a decir de quienes los conocen de cerca, no resistirían un soborno o en situaciones de peligro, no cambiarían sus vidas por las de sus protegidos.

 

Los anteriores son algunos de los riesgos que corren particulares, vecindarios y empresas del país al contratar a escoltas que no tengan los rangos necesarios de profesionalismo. Sin embargo, la dificultad de elegir a una de estas corporaciones adquiere visos de pesadilla, ya que al menos ocho de cada diez podrían ser consideradas Marca Patito; es decir, que operan entre la improvisación y el limbo jurídico.

 

Benjamín Barona, de la empresa Control, explica que las características que debe tener un escolta profesional distan mucho de las que, en términos generales, ofrece el patrón común de la industria de la seguridad.

 

“Para nosotros, un escolta no puede ser un hombre grandote y mal encarado; sino un individuo pleno, que posee una alta escala de valores de honestidad, que no consume alcohol o drogas, que es disciplinado, minucioso, observador y con buena memoria”.

 

A pregunta expresa, reconoce que escoltas con tales características hay muy pocas “pero las hay”.

 

“Hablamos de un hombre o una mujer que fue contratado por una empresa seria y que los ha hecho aprobar un examen de certificación; con estudios psicométricos, para medir su inteligencia, descartar su tendencia al robo  su capacidad de rechazar soborno o acoso sexual; que garantice lealtad y credibilidad a su ejecutivo, que entienda que esta carrera considera un 90 por ciento de prevención y apenas un 10 por ciento para la reacción”, explica Barona.

 

Por otra parte, Rafael Gil, del grupo Consultores en Protección Privada, destaca una característica adicional para los hombres y mujeres de seguridad y que en los tiempos recientes ha adquirido gran relevancia: el respeto a los derechos humanos.

 

“Ese respeto estricto es algo que ya tienen qué traer nuestros escoltas en su psique: la conciencia de que su trabajo implica tratar con personas, igual que él; y es así que nosotros, como empresa, tenemos que estar por encima de la reglamentación”, afirma.

 

En la empresa Prosegur, Juan Pablo Díaz se refiere a la evolución que ha tenido esta industria en función del uso de las nuevas tecnologías, y asegura que el modelo “hombre de seguridad” ha cambiado por el de hombre que tiene detrás de sí, gracias a las comunicaciones, de un equipo que lo monitorea en tiempo real, que lo provee de información y que actúa paralelamente, en beneficio de la seguridad del ejecutivo.

 

“El gran avance del hombre de seguridad de nuestros tiempos es que ya no actúa por sí mismo en la protección de un ejecutivo, sino que opera con el apoyo de herramientas que antes eran inusitadas: un call center que trabaja las 24 horas, sistemas de geolocalización de personas y de vehículos, el intercambio de datos o la posibilidad de aplicar estrategias críticas en conjunto, inclusive, de coordinarlas en tiempo real con la autoridad”, recalca.

 

Datos

 

700 mil personas trabajan en el sector

90% de éstos sin aprobar exámenes de control de confianza

 

EMPRESAS DE SEGURIDAD PRIVADA

MÉXICO. Agosto de 2013

Distrito Federal

371

Estado de México

143

Jalisco

118

Nuevo León

 65

BCN

 17

Chihuahua

 15

Campeche

 14

Yucatán

14

Veracruz

13

Michoacán

12

TOTAL REGISTRADAS

888

Existentes estimadas *

8 000

(*) Asociación Mexicana de Empresas de Seguridad Privada (AMESP).

..

Elaborada por 24 Horas con datos de la Dirección General de Seguridad Privada, Comisión Nacional de Seguridad, Secretaría de Gobernación. Agosto de 2013

..

Nota: la información no incluye sucursales que algunas empresas tienen en distintas entidades del país, particularmente originarias del Distrito Federal y del Estado de México. Tampoco considera a cuerpos de seguridad oficiales que brindan servicios de seguridad privada (Policía Auxiliar o Bancaria e Industrial del DF; o Cuerpos de Seguridad Auxiliar del Estado de México, entre otras).

 

 

2 replies on “Guardias y escoltas, improvisados y en el limbo”

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