El empresario Ricardo Salinas Pliego decidió abandonar sus negocios en Argentina, específicamente su cadena de tiendas de electrodomésticos Elektra, después de siete años de operaciones.
Si bien el mercado argentino no representaba uno de los negocios más florecientes fuera de México para Salinas Pliego, no se puede negar que Argentina es uno de los mercados más grandes de América del Sur, sólo detrás del gigante Brasil.
Sin embargo, por alguna razón, la presencia de los empresarios mexicanos en Argentina ha sido discreta. Salvo los casos de Bimbo, que adquirió a la principal panificadora del país sureño, Fargo; o de Telmex y América Móvil de Carlos Slim, la presencia mexicana no es muy relevante por esos lares y más bien empresas como CIE, Farmacias Similares y, ahora, Elektra, decidieron abandonar ese mercado.
Más allá de que el Grupo Elektra haya fallado en la aplicación de su exitoso modelo de negocios, que la gestión de los negocios no haya sido lo más acertada o que la legislación argentina limitara sus “cobros chiquitos”; la realidad es que la economía argentina -manejada al capricho de los políticos en el poder- está sumida en la incertidumbre desde hace ya bastante tiempo, creando un clima de desconfianza poco propicio para la inversión, y privilegiando a los capitales “amigos” de las cúpulas políticas en turno.
De allí que el nivel de riesgo soberano de la deuda argentina es, junto con Venezuela, uno de los más altos de la región.
Hace tres semanas, la calificadora Standard & Poor’s recortó, una vez más, la calificación de la deuda argentina a la categoría de “bonos basura” (CCC+) ante la posibilidad latente de una suspensión de pagos.
Y es que el deterioro de la economía argentina no para. En lo que va del año las reservas internacionales han caído en más de ocho mil millones de dólares y los analistas esperan que 2013 cierre con 33 mil millones de dólares en reservas, un nivel sólo comparable con el de 2007.
El más reciente informe del Banco Central describe categórico la situación: “Ningún capital ingresa a un mercado del cual luego no podrá salir, a la vez que las empresas aprovechan el tipo de cambio oficial ‘barato’ para cancelar sus deudas en el exterior (sin tomar nuevos créditos), generando una pérdida neta de divisas por la vía financiera”.
Y es que la desconfianza enquistada alienta una sangría de divisas que no para en Argentina, lo que se muestra en una balanza de pagos que advierte los estragos de la constante salida de capitales financieros y del deterioro de la balanza comercial.
Pues bien. El comunicado que envió Salinas Pliego a la Bolsa Mexicana de Valores prácticamente corrobora, con los argumentos de su decisión, lo dicho por el Banco Central argentino. En el comunicado de Elektra del 1 de octubre se lee que la decisión “resulta de un difícil entorno macroeconómico y de negocios, que resta viabilidad a la operación en ese país. El control cambiario y restricciones a importar y exportar limitan el acceso a mercancías para el comercio, mientras que los controles al flujo de capitales restringen la inversión. La alta inflación, dificulta la planeación de los negocios, mientras que la regulación laboral permite prácticas sindicales que afectan el ambiente de inversión”.
Es decir, un ambiente macroeconómico sumamente adverso para la inversión y que los mexicanos conocemos muy bien por nuestra historia económica reciente de crisis recurrentes.
La economía argentina es un desastre, sólo apuntalada en los últimos años por el boom de las materias primas y por un gobierno populista que se asfixia cada vez más en su propia trampa. Salinas Pliego no pudo hacer sus negocios en una Argentina que va en ruta de colisión.