Al menos 1.4 millones de pesos es el costo estimado de los daños irreversibles ocasionados al monumento histórico conocido como El Caballito, en la Ciudad de México, durante los trabajos de restauración ordenados por funcionarios del Fideicomiso del Centro Histórico pero sin la autorización correspondiente, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

 

Según un dictamen presentado este martes, con base en la evaluación técnica realizada por equipo de especialistas, debido a la intervención realizada la estatua ecuestre de Carlos IV presenta daños en 50% de su superficie, causados por la pérdida irreversible de la pátina original de la escultura de bronce, es decir, una capa que se forma sobre la superficie que ayuda a su conservación.

 

El informe reporta se encontraron evidencias de “descuido”, “falta de capacidad profesional” y “negligencia” en los trabajos realizados por Arturo Javier Marina Othón, presuntamente contratado por funcionarios del Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México.

 

Lo anterior se suma al hecho de que los trabajos sin autorización del Instituto implican una violación a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas y su Reglamento. Por lo anterior, el INAH presentará una denuncia ante la PGR contra quién o quienes resulten responsables por dicha intervención.

Cita por ejemplo que los daños en la mitad de la superficie de la escultura fueron causados por el uso de ácido nítrico al 30%. Esto, aunado a que esta sustancia se dejó de emplear en la restauración de metales desde la década de 1950, al comprobarse el deterioro irreversible que provoca.

 

La inspección realizada apenas el 25 de septiembre encontró otras evidencias de “falta de sensibilidad” al trabajar sobre una escultura como El Caballito, incluida en el Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles del INAH e inscrita desde hace tres décadas en el Registro Público de Zonas y Monumentos Arqueológicos.

 

“Se observó que los andamios (sumamente inestables e inadecuados) se amarraron a tres de las cuatro patas del caballo, incluyendo aquella que tiene una grieta visible en la cañuela”. Esto, además de un tablón de andamio apoyado directamente sobre la escultura, en las ancas del caballo.

 

Además de que la intervención careció de la autorización del INAH, la evaluación por parte del Instituto reveló faltantes en la documentación presentada de manera extemporánea tanto por el Fideicomiso como por el responsable de los trabajos.

 

En el expediente no se incluyó la cédula profesional de restaurador responsable Arturo Javier Marina Othón, y tampoco un currículum completo del responsable de los trabajos, aunado a que no se presentó un diagnóstico que justificara los trabajos realizados.

 

El dictamen advierte que es urgente iniciar un proceso de intervención para estabilizar el monumento y que los trabajos serán supervisados de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural y de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos.