¿Qué tan difícil es hacer un festival de música?
Mucho. Muy difícil.
No sólo es conseguir los artistas, hacer el lineup conforme escenarios, acomodar escenarios de forma que uno no interfiera con el otro, conseguir equipo, backline y hasta camerinos, sino -además de todo ello- contar con un poco de suerte para que todo salga bien.
Sí, el crear un festival exitoso es una labor titánica. Algunos no sobreviven. Otros, como el mítico Glastonbury, deben de tomar un poco de distancia entre edición y edición para cuestiones de presupuesto y mantenimiento del venue. Otros deben modificar fechas, ubicaciones, relación con las ciudades donde se llevan a cabo y con el público para subsistir y crecer.
México ha tenido infinidad de festivales. Algunos históricos como Avándaro que, además de musical, era automovilístico. El impacto y penetración que tuvo Avándaro ante la sociedad creo un ambiente que alertó a un gobierno temeroso de que la locura juvenil se desbordara. Las prohibiciones llegaron y los únicos festivales que llenaron el entorno mediático eran los OTI.
La modernidad llegó y, con ello, los festivales. Primero los radiofónicos y, con ellos, los organizados por grandes corporaciones.
OCESA creó Vive Latino y pronto comenzaron los intentos de otros promotores de entrar en la jugada.
Primero, Luis Gerardo Salas, Pedro Moctezuma, Ramón Llarena y Michael Ham crearon el mítico Acá World Sound Festival. Ubicado en la ahora daña zona de Acapulco, el ACA -como se le conoció- convocó a decenas de miles de personas para bailar desde las 9 de la noche hasta el amanecer por tres días del noviembre del 2000. El festival fue un éxito aún pese a los bloqueos que taxistas guerrerenses realizaron para que los asistentes los tomarán a ellos y no al transporte público que se había destinado para enlazar a Tres Vidas con la Costera Miguel Alemán. La segunda edición fue primero pospuesta y luego cancelada debido al clima. Nunca hubo una continuación. Era demasiado caro.
Jorge Alor decidía, en esos mismos tiempos, crear una propuesta editorial llamada Sónika. De ella surgió la idea de realizar una fiesta donde se expusiera lo que era la idea musical de la publicación. Así fue engendrado Manifest, tanto por Alor como por Madela Bada. Manifest creció de forma constante en los años venideros, hasta que la crisis económica de 2008 truncó las posibilidades de continuidad.
Hubo otros intentos con muchas marcas y propuestas para lograr atraer músicos de otros lados y grupos de gente que, por razones diversas, prefirieran quedarse en el país y no viajar a los ya conocidos Coachella, Lollapalooza o Austin City Limits. Se crearon el ZERO Fest, el Motorckr y hasta el Sonofilia, donde Bjork vociferó al público que apagaran sus cámaras y teléfonos celulares.
Al mismo tiempo, OCESA comenzó a explorar cómo encapsular al talento internacional en un festival protipo en la Ciudad de México. Primero llamado Festival de otoño y, ahora en madurez, Corona Capital.
El Corona ha pasado por todo tipo de momentos. Desde el primero donde los escenarios estaban muy cercanos y los Pixies opacaron a Interpol hasta el segundo donde comenzó el famoso mote de Corona Caminar… como si en otros festivales uno estuviera en la comodidad de un asiento.
En esta edición, las cartas fuertes del Corona son extraordinarias. Desde los Queens of The Stone Age que coronan el 2013 con un impecable “Like Clockwork” hasta los Breeders donde Kim Deal ya decidió irse por la libre.
Para no perderse a los Arctic Monkeys, donde Alex Turner se ha estilizado para ser parámetro de una nueva generación y, por supuesto, Blondie, donde Deborah Harry está en la última vuelta.
Ha habido cambios de último momento y sorpresas como Giorgio Moroder. Las sorpresas pueden continuar hasta la siguiente semana. Lo cierto es que el Corona ha logrado colocarse como el festival del otoño en la Ciudad de México.
Existen otros grandes esfuerzos en el país. Muchos loables y otros cuestionables. Lo cierto es que, en todos los casos, es altamente complicado hacer un festival. Más aún, uno exitoso.
Felicidades a Corona Capital.