El tatuaje está viviendo una edad dorada gracias a que cada vez más famosos los lucen, al avance de la tecnología y a la calidad de los nuevos profesionales, que consiguen hacer en el cuerpo “lo mismo que un pintor en un lienzo”.
Unos los lucen orgullosos, otros los ocultan, pero los tatuajes están ahí, y los hay para todos los gustos, desde pequeños detalles hasta trabajos más elaborados y coloristas, que sus autores llegan a considerar obras de arte.
Fatty, que con 22 años de experiencia regenta un establecimiento en Washington especializado en los tatuajes personalizados, asegura que estos “han mejorado radicalmente” en los últimos 20 años.
“Ahora podemos hacer lo mismo que un pintor en un lienzo”, defiende Fatty, quien atribuye esta evolución al avance tecnológico y a la “categoría” de los nuevos tatuadores.
“Hay quien sale de la Escuela de Bellas Artes y quiere ser tatuador”, incide.
A ello ha contribuido que muchos famosos, sobre todo deportistas -raro es encontrarse un jugador de la NBA que no tenga varios-, han engalanado sus cuerpos con ellos.
Ahora son una opción estética más y, según una encuesta de Harris Interactive realizada en enero de 2012, uno de cada cinco adultos en Estados Unidos tiene al menos uno.
Una de las clientas de Fatty, Jackie Emmert, que desde hace meses se está haciendo un tatuaje que le cubrirá toda la espalda, considera que es “una obra de arte que puedes llevar puesta para siempre”.
Pero, para que todo salga bien, la Alianza de Tatuadores Profesionales (APT, en sus siglas inglesas) de Estados Unidos recomienda a sus integrantes que sigan unas normas de higiene para evitar la transmisión de enfermedades.
Además aconseja a los clientes que se aseguren de que los tatuadores estrenan aguja en cada tatuaje, que utilicen un nuevo tubo de tinta y un par de guantes desechables.
“Los principales riesgos son las infecciones (bacterianas, VIH, hepatitis), cicatrices y las reacciones alérgicas a los pigmentos”, advierte la dermatóloga Elizabeth McBurney, especializada en la eliminación de tatuajes.
McBurney desaconseja los tatuajes en pacientes con inmunosupresión, enfermedad vascular del colágeno, queloides o que tomen esteroides.
Siempre hay que tener en cuenta que es mucho más sencillo hacerse un tatuaje que eliminarlo. “En algunos casos, sólo podemos aclararlo parcialmente” y es más caro, advierte el dermatólogo James Potozkin, que se dedica a quitarlos mediante láser.
De todas formas, las estadísticas muestran que los tatuados arrepentidos son unos pocos, en la mayoría de los casos los ríos de tinta se quedan en la piel, para toda la vida. EFE